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El Buscón

¿Quién ha visto a Letizia con peluca visitando sus rincones favoritos de Lisboa?

Al tiempo que en algún medio de la prensa rosa española se especula con el posible divorcio de los príncipes de Asturias, en la portuguesa se encuentran cada vez más comentarios sobre las escapadas que doña Letizia hace de incógnito, en ocasiones disfrazada con una peluca, a los rincones que le apasionan de Lisboa y también de la región del Alentejo. Parece que la futura reina de España le ha cogido el gusto a prescindir de los servicios de seguridad para callejear por algunas de las zonas más decadentes del país vecino como si se tratara de una turista cualquiera protegida sencillamente por el anonimato que le brinda un postizo capaz de disimular su fisonomía.

La princesa es una apasionada de Lisboa y de la región del Alentejo

La canallesca lusa está muy al tanto de las andanzas de doña Letizia y no la suele tratar con elevadas dosis de simpatía. En ocasiones, ha achacado su delgadez a problemas alimenticios severos y no han faltado tampoco momentos en los que ha acentuado el desamor con el que trata al príncipe Felipe cuando se les ha observado a ambos en viajes oficiales. Cualquier periodista, español o portugués, que haya tenido ocasión de convivir con la pareja en algún acto social que ha durado más de lo normal, habrá podido comprobar que si algo caracteriza a la futura reina es, precisamente, su alergia al protocolo, actitud que a veces ha llegado a sacar de sus casillas a la reina Sofía.

La prensa portuguesa ve a doña Leticia fría, calculadora y caprichosa

Si a finales del año pasado, en la mayoría de los medios españoles que se hicieron eco de la bronca callejera que la reina echó a su nuera el episodio se trató con un gran tacto, en los portugueses no se anduvieron con rodeos y acompañaron la foto con titulares como este: “La Reina Sofía humilla a Letizia”. Al contrario que la prensa casera, la portuguesa suele dar también todo lujo de detalles sobre algunas de las excursiones reservadas de la princesa, como ocurre cuando visita sola o en compañía de don Felipe al empresario Vasco Pereira y a su mujer, Patricia Maia, propietarios de un castillo en Joao de Arade, a pocos kilómetros de Faro, y de otra finca familiar en la localidad de Silves.

A los paparazzi no les interesan las visitas de la princesa al castillo de un empresario amigo, sino las que hace de incógnito y sin escolta

Pero lo que de verdad seduce a la prensa vecina y ha puesto en guardia a sus paparazi son los viajes misteriosos a Lisboa y a algunos municipios del Alentejo que hace por su cuenta y riesgo la princesa, esa mujer a la que suele retratar en sus crónicas como fría, calculadora y caprichosa, quien sabe si con el corazón partido entre las perturbadoras comodidades que le regala La Zarzuela y la búsqueda del alma que se esconde tras los escritos desasosegados de Pessoa.

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