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El Buscón

Las infantas también lloran: Cristina de Borbón sollozó ante el juez Castro en Palma

La infanta Cristina, a su salida del tribunal de Palma de Mallorca tras finalizar su declaración.

La infanta lloró. Durante el largo interrogatorio al que le sometió el juez Castro, el sábado por la mañana en Palma, la hija del Rey derramó algunas lágrimas. Fue un interrogatorio intenso, árido, incómodo y por momentos, cruel, según le comentan a este Buscón uno de los letrados presentes en la sala. El magistrado "disparó" cuatrocientas preguntas a la imputada, que las respondió con sangre fría y con prosa muy escueta.

Todo iba bien hasta que Castro se adentró en el territorio paterno, es decir, cuando incurrió en preguntas sobre el papel de Don Juan Carlos en todo el asunto Nóos. Ahí es cuando la infanta mostró su aspecto más frágil, ahí es cuando se quebró su estudiada entereza, ahí es cuando se le escaparon unas lágrimas que rodaron mansamente por sus mejillas ante el asombro de algunos miembros del tribunal.

"¿Por qué cree usted que Su Majestad no le ha exigido que le devuelva los 1.200.000 euros que le prestó para las obras de su vivienda en Pedralbes?", inquirió el instructor, con voz cortante. "Pues, porque al final, es mi padre, y se fía de su hija", respondió en tono quedo la infanta, sin bajar una mirada en la que ya reventaban unos lacrimales previos al llanto.

Un miembro de su equipo de defensa le acercó a Doña Cristina un pañuelo, de acuerdo con lo que nos cuenta esa misma fuente. Era el mismo defensor que durante las largas horas de declaración, le iba sirviendo a la infanta tanto botellitas de agua, que ella bebía directamente del envase, sin mediar vaso, y también le proveía de pastillas Juanola, para aliviar sus tosecillas fruto de un inoportuno principio de catarro.

Hubo luego algunos otros momentos ríspidos y de tensión. Algunas preguntas muy duras, implacables, por parte del juez. Incluso algunas de las más ásperas resultaban quizás innecesarias, según el criterio profesional de esta misma fuente. Eso sí, Castro siempre se refería a la imputada como "Señora". Nada de "Alteza", por supuesto.

Pero no cabe duda de que el momento más tremendo de la jornada fue cuando la infanta lloró. Las infantas de España también lloran. Alguno de los numerosos fotógrafos que montaron guardia a lo largo de la histórica jornada pudo advertirlo. Y comentó a la salida de la imputada, cuando la tarde empezaba a caer sobre el cielo malloquín: "Tiene una mirada diferente a cuando entró esta mañana. Más acuosa. Más luminosa. Ahí dentro ha debido de pasar algo muy intenso". En efecto, así fue.

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