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El Buscón

Cebrián pontifica sobre economía, Báñez sobre independentismo y Aznar da la réplica adecuada

El pasado jueves tuvo lugar el XI congreso de la Fundación Gresol; organización empresarial de Tarragona, a la que concurrió lo más granado de la economía y la política; como suele decirse.

Concurrieron importantes ejecutivos o empresarios de empresas cotizadas como José Bogas de Endesa, Juan Carlos Ureta, de Renta 4 o Jaime Guardiola, del Sabadell, junto al catedrático Oriol Amat, que argumentó la viabilidad económica de una Cataluña independiente; el conseller Mas Colell o algún representante de Pimec, la patronal que defendió el pacto fiscal.

El ambiente era complejo, según comentaba un asistente, que reconocía que los empresarios allí presentes estaban “más ilusionados de lo que cabría pensar” con el asunto independentista. Mas ha sido muy listo y ha sabido enervar a la sociedad civil con esta cuestión, desviando la atención de la situación económica o, más bien, achacándosela a Madrid, en un movimiento de libro.

Por un lado, se mascaba esa tensión. Por otro, había estupefacción generalizada de ver a Juan Luis Cebrián en la mesa “Economía y Empresa, hoja de ruta”, donde iba a dar una conferencia. El capo de Prisa no tuvo el menor rubor en realizar un aseado discurso, en el que alertaba que la tecnocracia estaba sustituyendo a la democracia, comprometiendo crecimientos futuros, etcétera. Preocupaciones de altos vuelos, que sin duda comparten todos los miembros de su compañía, desde el primero hasta el último. Esperemos, eso sí, que nuestro futuro económico sea muy distinto del presente que atraviesa Prisa.

Poco después, se esperaba la comparecencia de la ministra de Empleo y Seguridad Social, Fátima Báñez, para pronunciar un breve speech antes del almuerzo; a las 14,05, concretamente. Sin embargo, Báñez se retrasaba, se retrasaba… y apareció media hora tarde, con los estómagos de los presentes rugiendo.

A continuación, agarró el micrófono y endilgó una charla de otra desesperante media hora. Los presentes, algunos de mucho nivel, reconocen que querían que se callara cuanto antes para comer. Pero, por si fuera poco, sus palabras adolecieron de la más mínima mano izquierda. “La mejor independencia es el empleo”, les insistió la ministra onubense a los empresarios catalanes; es decir, menos bailecitos nacionalistas y más trabajar, lo cual encantó a esos pequeños y medianos dueños de negocios, tan aferrados al terruño, que desean algún pequeño gesto de cariño para con sus apegos locales. Y muy poco sobre reforma laboral, incentivos, políticas de empleo, etc.

El resultado no podía ser otro: unos gélidos aplausos que llegaron a incomodar incluso a alguno de los presentes por lo deslucido. Duraron escasos segundos, tuvieron poca intensidad e incluso se escuchó algún murmullo de gente molesta a partes iguales por el discurso y porque empezaban a comer a las 15,10.

Desde Miami...

Mientras, casi a la misma hora, José María Aznar decía en Miami: “La nación española no reivindica la imposición identitaria, sino la libertad y la igualdad”; toma mano izquierda. Aznar será lo que será, pero está en otra galaxia respecto al PP actual. Oportunas palabras, intentando suavizar los  ímpetus ‘españolizantes’ que tanta polémica ha creado recientemente.

España “no es una nación identitaria o nacionalista; es una nación plural, compleja e incluyente”. Una longitud de onda que es claramente la que toca ahora, aunque no dejó pasar la oportunidad de darle un toque a Artur: “algunos aprovechan la crisis, con grave deslealtad, para dañar el interés común en beneficio de sus intereses particulares o tapar sus errores (…) Si alguien quiere cambiar un texto constitucional, puede proponerlo al conjunto de la Nación, que decidirá lo que proceda”. Ole. 

El mundo al revés: Cebrián nos da lecciones de economía, Báñez de independentismo, pero Aznar templa gaitas.  

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