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El Buscón

¿Qué pintaba el rey padre en California en vez de ir a Brasil?

Don Juan Carlos durante una visita oficial a Colombia.

El rey emérito apenas tiene adjudicada en la actualidad una agenda oficial. Desde su abdicación, ha asistido a contados actos oficiales. Pretende, dicen en Zarzuela, no irrumpir en el ámbito de acción de su hijo en estos primeros meses del relevo de la Corona. Don Juan Carlos, según sabemos por informaciones espontáneas de gente que andaba por allí, ha recorrido en este tiempo algunos buenos restaurantes españoles y se ha desplazado subrepticiamente a varios países en el extranjero. Este final de año ha aparecido por Beverly Hills, y ha sido fotografiado en la terraza del restaurante The Ivy. Un destino algo lejano y que requiere un largo vuelo. El rey padre, a lo que se ve, está en excelente forma física.

Primer destino inversor

Y si es así, las quejas del mundo diplomático y empresarial español sobre la ausencia de una representación de alto nivel en la toma de posesión de la presidenta brasileña se hace más lógica y razonable. ¿Por qué no acudió el rey padre a Brasilia a la asunción de Dilma Rousseff? Nadie del Gobierno estuvo en la cita. Nadie, tampoco, de la Casa Real. Brasil representa, junto al Reino Unido, el primer destino de las inversiones españolas en el extranjero. Hay muchos intereses económicos depositados en el coloso iberoamericano como para no tratarle con más atención. La representación española se ciñó al embajador en Brasil, Manuel de la Cámara, un funcionario de primer nivel. Pero nadie más. "Es el mismo nivel que otros países europeos", explican en Exteriores. "¿Pero es que España pinta lo mismo en Iberoamérica que Alemania o Francia? ¿Estamos todos locos o son unos incompetentes?", decía un empresario español cuya compañía está presente en la zona.

Secretos sobre lo privado

Ni en el Gobierno ni en la Casa Real se han ofrecido explicaciones al respecto. Quizás la fecha de la toma de posesión, el 1 de enero, resultaba algo incómoda. Pero ya que don Juan Carlos andaba al otro lado del charco, quizás podría haberse acercado a saludar a la mandataria brasileña. Ya acudió a Colombia, tras su abdicación, a la toma de posesión de Juan Manuel Santos. También era un reelecto, como Rousseff. Pero ahora el rey padre ha optado por el plácido descanso en el lujoso entorno californiano. Nadie sabe con quién fue ni en qué avión viajó. Tampoco se sabe cómo y dónde pasó las navidades la Familia Real. La transparencia choca con la privacidad del entorno de lo que dicen privado. Como si los reyes tuvieran algo privado.

Recuerdan a este Buscón que se dijo en su día que don Juan Carlos sustituiría a su hijo en las labores de representación en Iberoamérica. En especial, en las tomas de posesión de altos mandatarios. Don Felipe no fallaba una. Allí estaba siempre, en buena muestra de su entrega y sacrificio, por minúsculo que fuera el país en cuestión. Pero, de momento, ese plan no se ha concretado. Don Juan Carlos sigue residiendo en el Palacio de la Zarzuela, a la espera de una mudanza sin fecha decidida. Y ha recibido el pasado año, como estipulan los Presupuestos, unos emolumentos por valor de 292.752 euros. Si su voluntad es colaborar en todo lo posible con su hijo, bien podría haberse acercado hasta Brasil. Ni Zarzuela ni Moncloa han estado en esta ocasión demasiado hábiles. Don Juan Carlos, deseoso, a lo que se ve, de ejercer su vocación de trotamundos gastronómico, seguramente habría estado encantado. Su patria y la Corona, además, estarían doblemente agradecidas.

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