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El Buscón

Cristina Cifuentes llevará bombones a sus cuidadores... pero no a todos

Le cuentan al Buscón la odisea real que la Delegada del Gobierno en Madrid, Cristina Cifuentes, ha vivido durante su estancia hospitalaria en La Paz. Cuando ya estaba consciente y recuperándose, los que la visitaban la ponían al día de los movimientos dentro del PP que se estaban realizando desde que se produjo su grave accidente; tan grave que hizo temer por su vida, para arrebatarle el puesto o al menos, tomar ventaja ante un posible movimiento de piezas interno. Ya se sabe que en política un tropiezo de uno equivale a un ascenso para otro.

Pero lo más grave fue su estancia en el hospital en los primeros momentos, cuando la gravedad era extrema. Su internamiento coincidió con los anuncios de las privatizaciones (o externalizaciones, si lo prefieren) de la Sanidad pública. Esto hizo que algunos de los enfermeros que debían atenderla verbalizaban frente a su cuerpo paralizado por la sedación su disconformidad con las medidas anunciadas. Estos sanitarios, tan poco profesionales, olvidaban que aunque sedada para evitar el dolor, Cristina Cifuentes estaba consciente y por tanto escuchaba las conversaciones. Según me cuentan, los insultos y los deseos de que falleciera estaban presentes en casi todos los turnos y habría que ver si la atendieron con toda la diligencia necesaria siempre. 

Fueron unos puntuales acontecimientos pero la Delegada del Gobierno no va a tenerlos en cuenta. De hecho, prevé, para la próxima semana, hacer una visita privada al equipo que la atendió, con bombones incluidos, para agradecerles cómo se portaron con ella y para los perversos cuidadores decirles que no va a emprender ninguna medida contra ellos. Tal vez les recuerde que escuchaba todo lo que decían para que se quede en su mala conciencia, si es que la tienen. Pocos bombones verán esos. 

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