El estrés puede afectar y mucho a cómo te sientes e incluso a cómo son tus digestiones. Sí, como lo lees. El intestino y la mente están estrechamente relacionados a través del eje intestino-cerebro, una conexión bidireccional que influye tanto en la salud digestiva como en el bienestar mental. Esta relación es crucial para entender cómo el estrés impacta el estómago y cómo ciertas estrategias pueden ayudar a mitigar sus efectos.
El intestino no solo es responsable de la digestión, sino que también actúa como un segundo cerebro debido a su red neuronal compleja. En el sistema digestivo se encuentran más de 100 millones de neuronas que forman el sistema nervioso entérico (SNE), el cual opera de manera independiente del cerebro pero se comunica con él a través del nervio vago y otras vías.
El intestino produce más del 90 por ciento de la serotonina del cuerpo, un neurotransmisor clave para el estado de ánimo. También alberga billones de microorganismos que forman la microbiota intestinal, la cual influye en procesos cognitivos y emocionales. Alteraciones en la microbiota pueden provocar ansiedad, depresión y enfermedades inflamatorias del intestino.
Estrés y estómago, mala mezcla
¿Cómo impacta el estrés en el estómago? El estrés activa el sistema nervioso simpático y el eje hipotalámico-hipofisario-adrenal (HHA), lo que lleva a la liberación de cortisol y adrenalina. Cuando experimentas estrés, tu cerebro interpreta la situación como una amenaza y activa el sistema nervioso simpático, liberando hormonas como la adrenalina y el cortisol. Esto provoca cambios en la digestión, ya que el cuerpo prioriza la respuesta de "lucha o huida" en lugar de la digestión.
El estrés puede provocar problemas digestivos. Foto: Pixabay.
Según explica la doctora de la Puerta, una de las mayores expertas en microbiota a nivel mundial que acaba de publicar el libro 'La microbiota estresada, un manual para combatir el estrés y la ansiedad desde el intestino', “la respuesta a por qué se desordena tu microbiota va más allá de las causas clásicas y más conocidas, la experiencia me ha permitido constatar que todo lo que nos desordena la vida también puede afectar, y a veces en gran medida, a la microbiota”.
La doctora habla en su libro de la digestión mental como algo tan importante como la intestinal. Para mejorarla, De la Puerta propone “un estilo de vida activo y una filosofía de vida calmada, con sentido pleno, teniendo claro todo aquello que hace que valga la pena vivir. Cuando perdemos el equilibrio emocional, se altera la digestión mental y terminará produciendo problemas intestinales. Cuidar la microbiota, ordena la actividad del eje intestino-cerebro y nos ayuda a digerir la vida y ser capaces de asimilar lo que nos va ocurriendo”.
Cuando experimentas estrés de manera puntual, tu cerebro interpreta la situación como una amenaza y activa el sistema nervioso simpático, liberando hormonas como la adrenalina y el cortisol. Esto provoca cambios en la digestión, ya que el cuerpo prioriza la respuesta de "lucha o huida" en lugar de la digestión. De ahí que algunos de los síntomas del estrés puedan ser desde el dolor de estómago, el estreñimiento o la acidez.
Estos picos o momentos de estrés provocan varios efectos en el sistema digestivo:
- Disminución de la producción de enzimas digestivas. El estrés reduce la producción de ácido clorhídrico y enzimas digestivas, lo que dificulta la digestión de los alimentos y puede provocar reflujo, hinchazón y pesadez.
- Alteración de la motilidad intestinal. Puede acelerar el tránsito intestinal, causando diarrea, o ralentizarlo, provocando estreñimiento.
- Inflamación y aumento de la permeabilidad intestinal. El estrés prolongado puede debilitar la barrera intestinal, permitiendo que toxinas y bacterias pasen al torrente sanguíneo, lo que puede causar inflamación y aumentar el riesgo de enfermedades digestivas.
- Desequilibrio en la microbiota intestinal. El estrés afecta la composición de la microbiota, reduciendo las bacterias beneficiosas y favoreciendo el crecimiento de microorganismos perjudiciales, lo que puede aumentar la sensibilidad digestiva.
- Mayor sensibilidad visceral. Las señales de dolor entre el intestino y el cerebro se intensifican, haciendo que las molestias menores se sientan más dolorosas.
Evita que el estrés afecte a tu estómago
El intestino y la mente están estrechamente conectados, y el estrés puede afectar significativamente la salud digestiva. Adoptar hábitos saludables es clave para mitigar estos efectos y mejorar tanto la salud intestinal como el bienestar emocional. La primera clave para evitar que el estrés afecte a tu estómago y digestiones es seguir una alimentación equilibrada. Consumir alimentos ricos en fibra y probióticos ayuda a mantener una microbiota saludable. Además, trata de evitar ultraprocesados y azúcares refinados para prevenir la inflamación intestinal.
Uno de los síntomas del estrés es el dolor abdominal. Foto: Pixabay.
Puedes apostar por técnicas de relajación que te ayuden a controlar el estrés en determinados momentos del día. La meditación, respiración profunda y yoga reducen la activación del sistema nervioso simpático, favoreciendo la digestión.
Los beneficios de practicar ejercicio físico de forma regular son muchos y uno de ellos es que te hará olvidarte del estrés. La actividad física mejora el tránsito intestinal, reduce la inflamación y estimula la producción de neurotransmisores que benefician el estado de ánimo.
Tipos de estrés
El estrés es una respuesta natural del cuerpo ante situaciones que percibe como desafiantes o amenazantes. Es un mecanismo de defensa diseñado para ayudarnos a reaccionar rápidamente ante peligros o demandas del entorno. Aunque el estrés es una respuesta normal, cuando se vuelve crónico puede afectar gravemente la salud. Aprender a gestionarlo es clave para el bienestar físico y mental.
El estrés afecta tanto la mente como el cuerpo. Algunos síntomas comunes incluyen síntomas físicos como el dolor de cabeza, problemas digestivos (dolor de estómago, acidez, diarrea o estreñimiento), tensión muscular, fatiga o problemas para dormir. En los síntomas emocionales se puede producir ansiedad, irritabilidad, dificultad para concentrarse o sensación de agobio.
Estos son los dos tipos de estrés:
-Estrés agudo. Es de corta duración y ocurre en situaciones específicas, como antes de una presentación o al enfrentar un peligro inmediato. Puede ser positivo si ayuda a mantener el enfoque y la motivación.
-Estrés crónico. Se mantiene durante largos períodos debido a preocupaciones constantes, como problemas laborales, financieros o personales. Este tipo de estrés puede ser dañino para la salud.