¿Alguna vez has sentido que envejeciste de repente? La ciencia sugiere que el envejecimiento no siempre es un proceso gradual. Según un estudio de la Universidad de Stanford publicado en Nature Medicine (2019), existen momentos críticos en los que experimentamos un declive biológico acelerado, como si hubiéramos pegado un “bajón” repentino.
Los puntos críticos del envejecimiento
La investigación analizó los niveles de proteínas en la sangre de más de 4.000 personas y descubrió que el envejecimiento biológico se acelera notablemente alrededor de los 34 y 60 años. Estos picos están ligados a cambios profundos en la estructura celular, como el acortamiento de los telómeros (extremos de los cromosomas) y la disminución de colágeno, lo que explica la pérdida de elasticidad en la piel o la aparición de dolores articulares “de la noche a la mañana”.
¿Qué pasa en nuestro cuerpo?
En estas edades, se reducen proteínas clave para la regeneración celular y aumenta el estrés oxidativo, un proceso que daña tejidos y órganos. Además, el sistema inmunitario pierde eficacia, según la OMS, lo que nos hace más vulnerables a enfermedades.
¿Hay alguna forma de parar el reloj del envejecimiento?
Aunque la genética influye, los hábitos marcan la diferencia. La Organización Mundial de la Salud (OMS) destaca que una dieta rica en antioxidantes, 150 minutos de ejercicio semanal y un sueño reparador reducen el impacto del envejecimiento.
Evitar toxinas como el tabaco y el alcohol también preserva la función celular.
El "bajón"...
El “bajón” no es una sentencia. Estudios confirman que personas con estilos de vida saludables envejecen hasta 10 años más lento. Como señala el Dr. Tony Wyss-Coray, coautor del estudio de Stanford, “identificar estos cambios permite intervenir a tiempo”. Envejecer es inevitable, pero la velocidad depende de ti. Nunca es tarde para apostar por hábitos que cuiden tu edad biológica.