Los problemas de salud mental no entienden de sexos ni edades. Los más pequeños y jóvenes también sufren problemas y patologías que, de no ser detectadas y tratas de forma rápida y adecuada, pueden agravarse y acarrear mayores problemas de salud. En el Día Mundial contra la depresión, dar visibilidad a esta enfermedad que afecta a más de 280 millones de personas en todo el mundo es imprescindible, así como hablar de las distintas etapas en las que se puede manifestar: uno de cada veinte niños y adolecentes sufre depresión infantil.
Las familias deben estar atentos a las actitudes y comportamiento de los más pequeños, y no quitar hierro o importancia a señales que podrían ser síntomas de la enfermedad. La detección temprana de la depresión siempre es importante, pero toma mayor relevancia en el caso de la depresión infantil. Los profesionales de la Universidad Clínica de Navarra apuntan que menos de la mitad de los niños reciben un tratamiento, y esto no es otra cosa que consecuencia de la forma de actuar de sus padres y tutar, que habitualmente subestiman o restan valor a la situación
Como es habitual, el diagnóstico y tratamiento del pequeño afectado debe ser realizado y determinado por un profesional, normalmente un psicólogo especializado en terapia infantil. Pero para que esto ocurre, los adultos que día a día conviven con el niño o adolescente deben saber ver las señales y llevarlo a consulta. Así, es posible hablar de algunos síntomas de lo más frecuentes que pueden ayudar a detectar que verdaderamente hay un problema.
Los 10 síntomas de la depresión infantil
A la hora de hablar de depresión infantil, es posible hablar de distintos trastornos del humor que, aunque pueden parecer similares, no son iguales. El enfermo podría padecer depresión mayor, distimia -depresión ligera pero de larga duración- y la llamada enfermedad maniaco-depresiva, también conocida como bipolaridad. Así, las familias deben estar atentos a diez síntomas que pueden indicar que hay un problem en el niño o adolescente:
• Tristeza frecuente o episodios de llanto.
• Disminución de su interés en actividades que anteriormente disfrutaba.
• Cansancio frecuente y falta de energía.
• Sensibilidad extrema al rechazo o poca resistencia ante los fallos.
• Quejas frecuentes sobre problemas físicos de los que no se encuentra causa médica.
• Cambios importantes en hábitos alimentarios y del sueño.
• Conversaciones sobre el deseo de escaparse de casa.
• Irritabilidad elevada, ira u hostilidad extrema.
• Aburrimiento persistente.
• Pensamientos o expresiones sobre la muerte o suicidio.
El factor del tiempo también es muy importante en estos casos. Es normal que en un día puntual el niño o adolescente pueda estar algo más desmotivado de lo normal, pero cuando estos problemas se extienden en el tiempo es cuando hay que comenzar a estar atento y tomar medidas. Además, también se debe tener en cuenta la personalidad y carácter del jóven, y siempre tener en cuenta que la última palabra siempre la debe tener un profesional de la salud mental.
El tratamiento de la depresión infantil y juvenil requiere, según los profesionales, recurrir a la psicoterapia y, en ocasiones, tratamiento con medicación. Según la Universidad Clínica de Navarra, los inhibidores selectivos de la recaptación de la serotonina -ISRS- "no crean dependencia ni adicción, ni cambian la personalidad del niño". Asimismo, indican que "es importante hablar con el médico si no se ve efecto beneficioso de 3 a 6 semanas, o si aparecen efectos secundarios".