Estar bien con uno mismo es una de las claves para ser feliz y poder estar bien con los demás. Conectar con nuestro niño interior puede ayudar a reencontrarnos con nuestra esencia, con lo que nos hace felices y lo que nos motiva. También nos conecta con las heridas del pasado para sanarlas.
Para entender cómo hacer para conectar con ese lado interior que nos puede llevar a estar mejor, podemos llevar a cabo técnicas de meditación que nos ayudarán a comprendernos mejor y a sentirnos más agusto con lo que somos y hacemos. La salud mental empieza por cuidarnos a nosotros mismos y así poder estar felices y sentirnos bien con el resto de personas que están a nuestro alrededor.
Nuestras afirmaciones, reacciones y creencias están influenciadas por las experiencias que hemos vivido en nuestra infancia, ya sea de manera positiva o negativa. “El niño interior es un concepto simbólico, es la parte de nosotros que conserva esas experiencias, recuerdos y emociones de nuestra infancia. Trabajar con el niño interior implica reconectar con esta faceta para sanar traumas, superar inseguridades y recuperar cualidades como la creatividad y el entusiasmo. Es un viaje hacia el autoconocimiento y la reconciliación con uno mismo”, explica Ana Asensio, psicóloga, doctora en Neurociencia y colaboradora de Petit BamBou.
“Nuestra personalidad se divide en el niño, la parte emocional, que se cultiva en la infancia; el adulto, centrado en “el hacer” y producir; y el padre, que nos cuida para que no nos falte de nada. La parte del niño es auténtica y espontánea, busca nuevos límites, se atreve, muestra su carácter más genuino… Pero al ser adultos, estamos tan centrados en “el hacer” que evitamos que el padre esté en contacto con el niño que algún día fuimos y que siempre permanecerá en nuestro interior. Un niño al que tenemos que cuidar y abrazar, que nos llena de vida”, añade Asensio.
Cuida de ti primero para cuidar a los demás. Foto: Pixabay.
El niño que fuiste
La infancia es una etapa que marca el resto de la vida de una persona, ya que las experiencias desde el nacimiento hasta los ocho años afectan el desarrollo del cerebro, que proporciona la base para todo el aprendizaje, el comportamiento y la salud en el futuro. De acuerdo con la Red CCE por la Primera Infancia, en esta etapa se adquieren las habilidades físicas, motrices, cognitivas, sociales, emocionales y lingüísticas básicas.
En muchas facetas de nuestra vida de adulto podemos ver reflejadas estas experiencias, y así lo detalla Ana Asensio:
-Autoestima. Si no recibimos como niños el cariño que merecíamos cuando somos pequeños o que necesitábamos en ese momento, o padecemos la ausencia de padres afectivamente o exceso de exigencia y crítica, podemos sufrir como adultos de falta de autoestima. “Si esas fueron mis primeras experiencias de amor o si tuve que ser una niña o niño súper responsable y no permitirme un error para que no dejaran de quererme, ahora como adulto no sé soltar ese patrón que tanto daño me hace o que ya no necesito para vivir, ahora necesito quererme mucho y aprender a hacerlo”.
-Relaciones. Los niños y las niñas son rebeldes muchas veces porque así logran llamar la atención. “Molestar y hacer actos de rebeldía era garantía de atención, aunque fuesen castigos, porque eran mejor que la ausencia. Entonces, es muy posible que en la vida adulta se replique este patrón en las relaciones, porque para mí significa amor”, añade la psicóloga.
-Gestión emocional. Si de niño no aprendimos (o no nos enseñaron) a regularnos emocionalmente, si decidimos utilizar la comida para calmarnos o preferimos aislarnos… De adulto lo reproduciremos. Piénsalo bien y te ayudarás, te lo aseguramos.
Por ello, una base sólida ayuda a los niños a desarrollar las habilidades que necesitan para convertirse en adultos funcionales. Y, de adultos, conectar con el niño interior está cargado de beneficios. “Los niños no piensan en el futuro, están aquí y ahora. Juegan, exploran, quieren compartir, no tienen miedo al vínculo, no anticipan, no tienen prejuicios ni miedo al miedo, ni ansiedad”, señala la experta.
Aprende a conectar con tu niño interior
Conectar con nuestro niño/a interior puede ser enriquecedor para sanar emociones, reconectar con la creatividad, y recuperar la espontaneidad y la alegría. "La forma más potente de conectar es la meditación con visualizaciones creativas, son las que nos llevan a vernos en un espacio donde reconocer aquello que anhelamos y darnos cuenta de qué queremos sanar” señala la experta.
Además de las visualizaciones, estos consejos nos ayudarán a reencontrarnos con nuestro niño interior:
-Vuelve a jugar con tus hijos o con tu familia o tus amigos a juegos de tu infancia: prueba con los juegos de mesa, saltar a la cuerda o hacer puzzles, ya que ayuda a conectar con emociones genuinas que están profundamente asociadas con la infancia.
-Escribe un diario de autoamor, para cultivar una relación más positiva y saludable contigo mismo/a. Poner por escrito lo que sientes te ayudará a conocerte mejor y a identificar tus emociones y sentimientos.
-Haz cosas diferentes: explora nuevas aficiones, nuevos lugares, conoce nuevas personas, nuevos olores o nuevos sabores para conocerte también mejor a ti mismo.
-Date mimos, pero también pídelos y dalos sin la vergüenza adulta del qué dirán.
-Ríe con cualquier cosa, busca el humor en aquello que hagas.
-Dibuja, pinta, haz manualidades. y deja que tus manos creen libremente, sin preocuparte por nada más.
Conocerte hará que te sientas mejor con los demás. Foto: Pixabay.
¿Cómo nos beneficia?
- Conectarás con la alegría, que quizá hace tiempo que te falta y llevaba tiempo ganas de reconectar.
- Sentirás la presencia plena, porque para el niño lo importante el aquí y el ahora.
- Sentirás las ganas de vivir y de ilusionarte por conocer cosas nuevas.
- Tendrás más energía, motivada por el entusiasmo.
- Mejoras tu sistema inmune. En nuestro cerebro se produce un despliegue neuroquímico en el que se aumentan las células NK inmunológicas, que nos hacen enfermar menos.
- Serás feliz. Consecuencia de la oxitocina que libera nuestro cerebro al sentirnos queridos.