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Motor

La doble moral de Volkswagen: de su programa medioambiental 'Think Blue' al fraude de las emisiones

El programa 'Think Blue' promueve la ecología y la reducción de emisiones contaminantes.

El programa 'Think Blue' de Volkswagen lleva años promoviendo la sostenibilidad desde diferentes aspectos, tanto tecnológicos como en acciones directas como la plantación de miles de árboles en bosques Think Blue -en España hay ya seis- para concienciar la necesidad de respetar nuestro entorno. Todo, con el fin de llegar al año 2018 reduciendo el impacto medioambiental de cada vehículo en un 25% respecto a 2010. Pero mientras invertía millones de euros en este programa tan bien visto socialmente, para introducir sus diésel TDI en EEUU sus ingenieros desarrollaban al tiempo un complejo software con el que manipular los niveles de emisiones contaminantes y ajustarse así a la exigente normativa de un país, Estados Unidos, que apenas contemplaba los motores de gasóleo en sus turismos. La política desarrollada en Europa desde hace décadas de favorecer vía impuestos a los turimos diésel frente a los gasolina no se ha dado en Estados Unidos, donde apenas se demandaban motores alimentados por gasóleo.

Pero Volkswagen, en su afán por introducirlos allí, no dudó en falsear sus datos para ocultar que sus coches emitían en realidad 20 ó 30 veces más de lo que anunciaban, ocultando con un muy elaborado programa instalado en sus coches que sus motores TDI de cuatro cilindros no eran aptos para el mercado norteamericano... y habrá que ver ahora si tampoco para el europeo. El escándalo, fruto de las investigaciones de una Universidad de Virginia Occidental, lo es más cuando desde la propia marca se ha divulgado durante años su concienciación por el máximo respeto medioambiental, logrando incluso numerosas distinciones como el "Sustaiovation Award 2012" y logrando calificaciones medioambientales que la situaban como una referencia en el mercado por sus niveles de eficiencia. Unos niveles de eficiencia energética que, en el caso de los turismos comercializados en Estados Unidos -motores que también han sido montados en Europa en modelos de Seat- contaban con un sofisticado software que Volkswagen implantó en sus motores diésel que era capaz de detectar el momento en que los coches estaban siendo sometidos a las pruebas que determinaban los niveles de emisiones. Un sistema que incluía un mecanismo interno de limitación de gases contaminantes que permitía al vehículo superar la prueba. Una vez terminada, el mecanismo se desactivaba y el vehículo liberaba al exterior gases contaminantes durante su uso cotidiano.

Toda una confabulación con un claro índice de premeditación en una trama que contrasta con los diferentes planes y programas de la marca orientados a "vender" una imagen de limpieza y respeto medioambiental que puede ahora marcar el futuro de Volkswagen que, como ha dicho su ya ex-presidente Martin Winterkorn, deberá reinventarse de nuevo. Volver a recuperar la confianza de los clientes en todo el mundo será el objetivo prioritario de la marca a partir de ahora, cuya imagen va a quedar muy dañada tras un escándalo que puede convertirse en uno de los mayores de la industria automotriz.

Un escándalo que le llega además cuando Volkswagen lideraba el mercado mundial por volúmenes de ventas en este 2015 y que ya casi logró el pasado año con más 10.000.000 de turismos vendidos por todo el mundo. Pero el afán por conquistar nuevos mercados y seguir engordando sus ventas ha terminado por explotarles en sus propias manos, y le puede hacer perder el terreno conquistado estos últimos años con sus "ecológicos" motores TDI que anunciaban consumos a los que otras marcas europeas y japonesas no llegaban. Las puertas se abren ahora para las grandes marcas generalistas europeas, principalmente francesas, que pueden a partir de ahora verse beneficiadas por la caída de Volkswagen para recuperar el terreno perdido en los últimos diez años... de un modo presumiblemente fraudulento.

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