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Motor

Apostar por el coche eléctrico también genera problemas ecológicos

Una conductora recarga su vehículo eléctrico.

El endurecimiento de los planes anti contaminación de las grandes ciudades hace que muchos conductores se planteen sustituir sus vehículos de gasolina o diésel por uno con motor eléctrico. Los gobiernos europeos apuestan por la movilidad sostenible dando ayudas a la adquisición de estos coches y es que, según las previsiones, para el año 2030 se espera que haya unos 20 millones de vehículos con propulsión eléctrica circulando en todo el mundo.

Ante este aumento en la comercialización del coche bajo en emisiones hay dos materiales que se prevén esenciales en su construcción: el litio y el cobre, a los que muchos ya denominan como ‘los nuevos petróleos’. Sin embargo, la disponibilidad limitada de estos materiales y la gran inversión que necesita su desarrollo, ponen en riesgo la expansión del transporte híbrido o eléctrico, a medida que produce cambios en la minería mundial.

Litio y cobalto, componentes esenciales de las baterías

El carbonato de litio y el cobalto son los minerales de moda. Todos los aparatos cotidianos que integran una batería eléctrica precisan de ellos debido a su capacidad para almacenar energía. Una batería de coche se compone entre un 15% y un 40% de cobalto y litio -atendiendo a los modelos existentes hasta el momento-, por lo que su precio se ha cuadriplicado desde 2016.

Según Goldman Sachs, la demanda global de litio aumentó un 26% en 2016 y se espera que crezca un 39% durante el tercer trimestre de 2018. Chile, Estados Unidos y Argentina son los países que poseen en torno al 80% de las reservas mundiales de este elemento. Por encima de ellos sobresale China, que ha tomado ventaja en esta carrera por hacerse con el control del mercado. El país asiático ha sido puntero en su explotación y las autoridades han fomentado esta industria que ya factura casi el 50% de las ventas mundiales de coches eléctricos, impulsando así sus planes de movilidad sostenible en las ciudades.

El cobalto, por su parte, abunda principalmente en la República Democrática del Congo (RDC), de donde se extrajeron 64.000 toneladas de este mineral, según datos recogidos por Statista. Por detrás del país centroafricano se encuentran Rusia, Australia y Cuba como mayores productores mundiales de cobalto, aunque lejos de las cifras registradas en la RDC.

Inversión en I+D+i

La democratización del vehículo no contaminante en el futuro, pasa por abaratar las baterías, aumentando su autonomía sin perder potencia. Para ello, es necesario una inversión en I+D+i que ni los gobiernos ni las marcas parecen estar dispuestos a realizar por los riesgos económicos que supone. Por lo tanto, el litio continuará al alza, retrasando la implantación del vehículo eléctrico. Para Manuel Regueiro, jefe de relaciones externas del Instituto Geológico y Minero de España (IGME), “el litio durará lo que la tecnología le deje. Probablemente en pocos años veamos nuevos materiales que lo sustituyan. Actualmente se está investigando con el grafeno como alternativa al litio”, señala.

El cobre, cada vez más codiciado

En una situación parecida se encuentra el cobre. Este metal, presente en el motor, conduce eficazmente la electricidad que genera el sistema de bobinas que posee, y un vehículo eléctrico necesita hasta cuatro veces más cantidad de cobre que uno convencional, lo que crea un problema de abastecimiento para los fabricantes.

Su explotación ha pasado de estar en el olvido a ser una de las más codiciadas por la industria del automóvil y otros sectores. Chile, Perú y China acaparan el 49,1% de las reservas de cobre en el mundo, por lo que poseen una riqueza que puede jugar un papel fundamental de cara al desarrollo del coche eléctrico.

El futuro pasa por reciclar las baterías ya existentes

Ante este problema, una de las soluciones es el reciclaje de las baterías. Cuando el litio deja de tener utilidad para la automoción, este conserva el 80% de su capacidad de almacenamiento energético, pudiendo ser utilizado en otros objetos que precisan una menor potencia energética como tablets o móviles. Aunque la realidad es que esto no se ha llevado a la práctica: tan solo un 5% de las baterías usadas en todo el mundo pasan un tratamiento para su reutilización, por lo que esta opción parece estar lejos de ser algo habitual debido a que no es económicamente rentable.

Por lo tanto, el vehículo eléctrico debe amoldar su demanda a los recursos de los que dispone, pues la industria no pueda explotar sin control unos materiales limitados y que serán la base de la flota automovilística mundial del futuro. La solución parece estar en continuar con la investigación en nuevos materiales más abundantes y mejorar la eficiencia de los motores y baterías ante la revolución que se espera con el coche eléctrico.

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