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El artesano burgalés que construye máquinas recreativas de los 80

El artesano burgalés que construye máquinas recreativas de los 80

Su tienda de informática está en el barrio de Gamonal, el que se revolvió contra el poder e impidió la construcción de un bulevar en la calle Vitoria, otrora la carretera nacional por la que transitaban miles de coches.

Hoy es una zona tranquila del barrio obrero por excelencia de Burgos. El lugar en el que Fran Vázquez tiene su taller.

"Pasé horas muertas en los recreativos perdiendo monedas de cinco duros. En su día tuve una consola de Atari y al poco tiempo me hice con un flamante Commodore 128. De ahí pase al Commodore Amiga y luego al PC y a las consolas SNES, PS2 y PS3. Muchos años después llegaron los emuladores que permitían volver a jugar jugar de nuevo a estos juegos. Y eso despertó mi curiosidad", confiesa Fran.

Una de las máquinas de Fran Vázquez, en proceso de desarrollo

Cada máquina que hace es una obra de arte. Miles de horas de dedicación, de trabajo minucioso, de ese que estilan en cierto país asiático, reza el aforismo. El resultado es una máquina recreativa que solo se diferencia en dos cosas de sus antecesoras: no hay que introducir moneda alguna para funcionar -aunque puede adaptarse- y tiene muchos más juegos que las de entonces. Más de 11.000.

Cada réplica tiene cientos de horas de trabajo

Las de las salas recreativas de entonces solían ofrecer un único juego. Golden Axe, Double Dragon, Shinobi, Gauntlet o The Secret of Monkey Island son nombres sin sentido para muchos, pero para quienes pasaron su infancia en las salas recreativas de los 80 y 90 su desconocimiento es casi una falta de respeto. Les suenan a música celestial. Lo que las sirenas para Ulises.

Básicamente un ordenador 'tuneado'

Por fuera es una réplica de las máquinas de antaño, pero sus tripas son muy diferentes. Básicamente estamos ante un ordenador de sobremesa, como el que tenemos en casa, preparado para ejecutar juegos. Por fuera, todo madera conglomerada, pegatinas y mandos de control.

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Fran no es el único que construye este tipo de máquinas, lo que sí es prácticamente idéntico es el protocolo para su creación. No es un secreto, en Internet hay muchos tutoriales que muestran cómo hacerse una recreativa como las de hace casi cuatro décadas.

La madera y las pegatinas que recubren el ordenador central los consigue por Internet. Las pantallas suelen ser de segunda mano porque apenas se fabrican con las características necesarias

Básicamente toda la 'materia prima' con la que se construye la máquina se encuentra por Internet. En la red es donde Fran compra el mueble en el que irá el 'cerebro', así como los mandos de control o joysticks y las pegatinas que darán personalidad a su aspecto externo.

La materia gris de la máquina recreativa es un ordenador con un sencillo procesador de AMD, 2GB de RAM y 160GB. Especificaciones que lo sitúan más cerca de un móvil que de un PC.

El monitor es una de las piezas más complicadas de conseguir de todo el set de montaje. "La pantalla suele ser casi siempre de segunda mano, porque las medidas deben ser 19" y 4/3 y casi no hay displays nuevos con estas especificaciones. Los metacrilatos para la parte frontal que recubre el monitor los pido siempre a medida aquí, en Burgos. Es un trabajo de mucha paciencia, porque también hay que montar los altavoces, las luces LED y modificar la fuente de alimentación para que al pulsar el botón de encendido arranque todo el sistema, y no únicamente la pantalla o el ordenador, por separado", explica Fran.

Cuando le preguntamos sobre sus videojuegos favoritos no lo tiene claro. "Hay tantos que es difícil decantarse por uno. Double Dragon y el Golden Axe marcaron mi infancia en las máquinas recreativas. En PC el Tomb Raider y los GTA son algunos de mis favoritos, y en consola el Pro Evolution Soccer. En Amiga el Kick Off, Sensible Soccer y The Secret of Monkey Island. Todos ellos me hicieron pasar grandes tardes", confiesa.

El precio de cada unidad es de 599 euros y, siendo puristas, a la máquina le falta algún detalle, no de importancia para el juego, sí para el sentir del alma. La marca de un cigarrillo consumido sobre el plástico y un par de adolescentes rebuscándose monedas en el bolsillo, por ejemplo. Con eso, la escena sería perfecta.

Una de las máquinas desarrolladas por Fran Vázquez

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