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'El Pastor', la trashumancia por la España negra y corrupta del siglo XXI

El pastor, el Puerto Hurraco del siglo XXI

Cuando Jonathan Cenzual Burley (Salamanca, 1980) comenzó a rodar El pastor por la dehesa salmantina en 2015 no sabía que se cumplían 25 años de la masacre de Puerto Hurraco, uno de los crímenes más atroces de la España negra. Fue su padre, quien de niño había pastoreado rebaños aprovechando algún cancho para leer libros, el encargado de transmitirle la sangrienta historia de los hermanos Izquierdo al terminar de ver la película. "Me hace mucha gracia que la gente hable de estos sucesos como algo pasado cuando siguen ocurriendo ahora mismo. La gente, por avaricia, comete atrocidades todos los días", cuenta el cineasta a altavoz.

Pero la trama de El pastor no atiende a rencillas familiares enquistadas, sino a una problemática totalmente actual entre un antihéroe que lucha por defender su hogar -del que le quieren desalojar- y modo de vida contra los vecinos del pueblo, cegados por los beneficios que obtendrán si consiguen vender sus tierras a una constructora que ansía levantar un residencial en la zona. Cueste lo que cueste.

No estoy abogando por que todo el mundo se vaya a vivir al campo y se convierta en pastor, pero sí por respetar la labor que hace cada uno

Mientras que Cenzual Burley (El Alma de las Moscas, El año y la viña) se ha valido de la plataforma crowdfunding Indiegogo para obtener parte de la financiación requerida en el largometraje y de una página de Facebook para promocionarla, su protagonista, Anselmo, no entiende de nuevas tecnologías. Ni siquiera tiene televisión en casa. "Yo no estoy abogando por que todo el mundo se vaya a vivir al campo y se convierta en pastor, pero sí por respetar la labor que hace cada uno. A todos nos gusta el queso", dice el director.

Su pastor es un hombre de mediana edad que vive en una casa algo retirada del pueblo con su perro Pillo y rodeado de ovejas, una compañía suficiente para poder ignorar las ofertas de la compañía que, además de edificar una urbanización, quiere poner un centro comercial. Con lo que no contaba Anselmo es con la codicia de los dueños de los terrenos colindantes, sus vecinos, que sólo responden a sus propios intereses.

Estrenada en 2016 en Reino Unido con el título de The sheperd, la película llega a las salas de cine españolas este viernes para contar, en palabras de su autor, "la triste realidad de la avaricia". "Es una película contada lentamente, donde los silencios dicen más que lo hablado, donde las inertes ciudades dormitorio y sus inquilinos ven trascender este drama desde detrás de las cortinas", adelanta. En El pastor, Cenzual Burley es capaz de envolver la inmensa meseta castellana en una atmósfera claustrofóbica.

Anselmo es un pastor salmantino que vive feliz con su perro y rebaño

Cuando uno escucha la palabra desahucio suele pensar en un entorno urbano y con la decisión de un juez de por medio, ¿por qué tu historia la protagoniza un pastor en un ambiente rural?

Cuando hablamos de desahucio muchas veces destacamos que le han quitado una casa a alguien, pero lo que le han quitado es un hogar, que es un crimen mayor. En todo caso, una casa son cuatro paredes, pero a él le quieren hacer algo mucho peor, le quieren quitar su vida porque esa tierra, además de ser la manera en la que se sustenta, es su vida y la quieren canjear por dinero. Eso no tiene precio. El problema es que al resto de personajes no les interesa entender a Anselmo.

¿Están en peligro de extinción los pastores?

Creo que está en peligro de extinción cualquier cosa que necesite de un apoyo desde arriba. Es muy bonita la fiesta de la trashumancia en la Puerta del Sol una vez al año, pero la realidad es completamente opuesta. Las cañadas reales están cerradas y es una vida muy dura. La gente no se da cuenta del respeto hacia el animal que supone querer hacer la trashumancia y tardar tres meses en llegar al destino en lugar de meter al rebaño en un camión y solucionarlo en un día.

Es curioso, son labores que han quedado relegadas a una segunda categoría. A todos nos gusta el queso, pero no el pastoreo; a todos nos gustan las verduras, pero el campo nos importa menos. No es que esté abogando por que todo el mundo se vaya a vivir al campo y se convierta en pastor, pero sí por respetar la labor que hace cada uno.

Mientras que la falta de mano de obra se agrava en el campo, hay casi 4 millones de españoles parados, ¿ocupar esos puestos es utópico o inviable?

No soy quien para juzgar este tipo de situaciones. El problema es si quieres trabajar en el campo porque estás en paro y no tienes tierras. España se está despoblando a pasos agigantados, en las llanuras de Castilla no hay nadie y eso no es porque la gente no quiera trabajar esa tierra, es porque no hay facilidades para hacerlo. Si no tienes olivos, difícilmente puedes levantarte un día y dedicarte a ellos. No hay ningún tipo de facilidades desde arriba. No es utopía, pero es difícil si no tienes la suerte de tener el terreno.

El director de cine Jonathan Cenzual Burley nació en Salamanca en 1980

A principios de los 90 tuvo lugar la masacre de Puerto Hurraco, uno de los crímenes más atroces de la España negra, ¿es su película una versión de aquellas crónicas en el siglo XXI?

Yo no conocía el suceso, me lo contó mi padre después de hacer la película. Me hace mucha gracia porque la gente siempre habla de estos crímenes en pasado, cuando están ocurriendo ahora mismo. A veces los ignoramos, cuando la gente comete atrocidades todos los días. A mí lo que me interesaba de esta película es cómo pueden llegar tus propios vecinos a comportarse de esa manera. En ningún momento quería crear una película de suspense, desde el principio se sabe que va a terminar mal, pero sí me interesaba cómo se puede acabar así.

Esta cinta refleja ese poder corrosivo que tiene la avaricia. Esta provoca tanta presión que, un pueblo que parece funcionar normal, deriva en un caos total. Me he guiado más por la lógica y la física que por crímenes puntuales. Cualquier persona que tenga un mínimo de inquietudes literarias habrá leído sobre conflictos entre clases. Si ejerces una presión desmesurada en una botella de plástico con agua dentro, tarde o temprano, revienta. Eso es lo que le ocurre a Anselmo.

Lo dijo Unamuno, el deporte nacional de España es la envidia, así que nunca aprenderemos a vivir bajo nuestras posibilidades mientras el vecino viva por encima

España aún está convaleciente de una crisis que puso de manifiesto la tendencia a vivir por encima de nuestras posibilidades, ¿cree que hemos aprendido alguna lección?

¡No, no, no, para nada! Ya lo dijo Unamuno, el deporte nacional de España es la envidia, así que nunca aprenderemos a vivir bajo nuestras posibilidades mientras el vecino viva por encima. Queremos tener más que él. Yo estoy convencido de que la crisis empezó porque una persona se compró una segunda casa... El ser humano va a fallar en ciertas cosas siempre, forma parte de la naturaleza humana, pero simplemente tenemos que darnos un poco de cuenta de que la crisis fue hace nada... ¡Y lo estamos volviendo a hacer!

Si lo hacemos menos mal es porque no podemos, porque nadie nos da tarjetas de crédito. Pero tampoco se puede decir que la gente vivía así conscientemente, en cierto modo sí, pero es que te lo daban. Hay que ver los dos lados de la moneda, a lo mejor me debería haber leído la letra pequeña, sí, pero a lo mejor no se debería permitir dar una hipoteca a alguien que sabes que no la va a poder pagar. En ningún caso lo hacen para facilitarle la vida al prójimo, lo hacen porque sabían que si no se pagaba, al mes siguiente se cobraba un interés. Vivimos por encima de nuestras posibilidades porque nos lo hacen muy fácil.

La película 'El pastor' fue rodada en 2015 en la dehesa salmantina

El pastor trata la corrupción, en este caso urbanística, en Salamanca. Se ha hablado hasta la saciedad de otras comunidades, pero ¿se escapa alguna comunidad a esta lacra?

No lo quise basar en hechos específicos ni criticar a la política de Castilla y León. Era más una crítica al ser humano en sí que a las instituciones o, en este caso, a una constructora. Unamuno se equivocó (ríe), el deporte nacional no era la envidia, sino la corrupción. Ese es el deporte nacional. El problema es que nos cabreamos, pero no lo suficiente. En Islandia, el primer ministro dimitió por el escándalo de los 'papeles de Panamá' y no porque quisiera, sino porque los islandeses salieron a la calle y dijeron que no se movían hasta que no dejara su cargo.

En España estamos muy cabreados, sí, pero ese cabreo lo usamos casi como defensa de los que lo han cometido utilizando frases como 'si es que lo hacen todos'. No, perdone, el que roba debe ser metido en la cárcel. Estamos hablando de un crimen y se está utilizando como herramienta política. Si alguien ha robado algo, le tienen que meter en la cárcel y no usarlo para otros fines. Lo que no puedes hacer es meter entre rejas a alguien que se ha llevado una bici y no a uno que ha robado 80 millones. ¡Es una falta de respeto al ciudadano!

Lo malo es cuando la gente utiliza la palabra 'progreso' para disfrazar la avaricia o un proyecto que simplemente se hace para obtener una ganancia propia

El pastor invita a reflexionar sobre el progreso, ¿cómo lo define usted? ¿Es sinónimo o antónimo de materialismo?

El progreso es lo mejor que ha pasado a la sociedad en el sentido de que no nos morimos ya a los 30 años. Me entrevistas con una cámara, el agua está limpia y no me entra cólera porque alguien inventó una depuradora... Lo malo es cuando la gente utiliza la palabra 'progreso' para disfrazar la avaricia o un proyecto que simplemente se hace para obtener una ganancia propia. Te dicen que va a traer mucho progreso, mucho trabajo, pero no va a traer nada de ello. Te trae una gracia a ti, el problema es no llamar a las cosas por su nombre.

El actor salmantino Miguel Martín (Celda 211) interpreta a Anselmo

Anselmo, el protagonista de su historia, es un pastor que lee y va a la biblioteca a por libros, ¿querías transmitir algún mensaje sobre las personas que viven en entornos rurales?

Había una idea de romper el estereotipo sobre la gente que vive en el campo y no lee. Mi abuelo, antes de mudarse en Salamanca, era carnicero en un pueblo y mandaba a mi padre a cuidar de las ovejas. Así que mi padre se llevaba el libro de turno para no estar aburrido. No es algo desorbitado que un pastor lea, de hecho los malos de esta película son gente que se ha hecho una idea de que el pastor es inculto, pobre y basto y tiene menos derecho a cualquier cosa que ellos.

Tratar a un pastor despectivamente es algo que está en el ideario colectivo. En Inglaterra, un pastor llamado James Rebanks ha escrito un libro contando su vida y ha sido un éxito de ventas. ¿Puede un pastor británico leer y escribir, pero uno español no?

Aselmo tiene la suerte de ser feliz con lo que tiene, eso es algo que la mayoría de la gente no lo tiene. No estoy poniéndole como si hubiera llegado a un nirvana del consumismo, pero está menos afectado por ello

Además, vive tranquilo en medio de la nada, con su perro Pillo y rodeado de ovejas, ¿es difícil ser feliz así cuando todos los demás te incitan a consumir?

Es muy difícil, tienes que saber firmemente lo que quieres. Yo no podría hacerlo. Aselmo tiene la suerte de ser feliz con lo que tiene, eso es algo que la mayoría de la gente no lo tiene, yo entre ellos, aunque soy muy poco materialista. No estoy santificándole y poniéndole como si hubiera llegado a un nirvana del consumismo, pero está menos afectado por ello. Creo que se puede vivir así e, incluso, cada vez más gente quiere empezar a vivir así.

La vuelta al campo se está dando como escapatoria al consumismo que implica vivir en las ciudades. Está muy bien que te guste una buena camisa y que la compres, pero eso no implica que la tengan que hacer niños en Bangladesh. Hay saber lo que estás consumiendo. Por ejemplo, cuando lanzaron el Fairphone, un móvil sustentable, la gente no lo compraba porque le parecía caro. ¡Pero si vale la mitad que un iPhone! Claro, luego terminamos hartos, viviendo en Minnesota, criando nabos y comiendo jabalí... ¡Tampoco es eso! Puedes hacer lo que quieras siempre que no pises al prójimo.

Jonathan Cenzual Burley es autor de otras películas como 'El alma de las moscas'

Pero tampoco basta con ser feliz, ahora hay que mostrarlo en las redes sociales, ¿qué opinas de estas?

Como todo, con moderación. En esta película ni siquiera me he molestado en tener página web propia de promoción, lo he hecho a través de Facebook. Pueden ser herramientas muy útiles, pero es como un martillo, es útil para clavar clavos, pero si te das en la cabeza con él… Con las redes sociales es igual, es la obsesión, el voyeurismo... La gente saca fotos a la comida mientras se le está enfriando, ¡disfrutadla! O ven la Mona Lisa a través del móvil para luego colgarla en Instagram junto a un emoji, no sé, ¡contempladla!

Estamos viendo el mundo a través de una pantalla, pero luego nos compramos gafas de realidad virtual para verlo todo más grande

Estamos viendo el mundo a través de una pantalla, pero luego nos compramos gafas de realidad virtual para verlo todo más grande. Hay un afán de reconocimiento de lo que hayas hecho, una obsesión con los 'Me gusta', no se aprecia lo que hay. ¿Qué hacemos si se acaba Facebook mañana? Además, las redes sociales son un arma de doble filo, porque son útiles para mantener el contacto con cientos de personas; dar a conocer proyectos o difundir información, pero también sirven para fomentar el odio.

De hecho, a ti te han servido también para encontrar financiación. ¿Cómo fue la campaña en Indiegogo? ¿Es el crowdfunding un modelo de financiación para el cine?

Es dificilísimo. Gracias a un montón de gente que me apoyó, recursos privados, al Ayuntamiento y Diputación de Salamanca pude hacer la película. Pero el modelo de financiación en España es un chiste. Las subvenciones tienen ese estigma de que los artistas vivimos de ellas, pero es que también los agricultores cuando hacen un mal año viven con ellas, para eso pagamos impuestos. Lo que no se dice es que si tú me das a mí una subvención de un millón de euros, yo luego busco otro millón y esos dos millones van a volver a la economía española.

No estamos hablando del Real Madrid y los paraísos fiscales, es una película de bajo presupuesto y ese dinero va a volver, es decir, estás creando dinero y empleo. No es una industria respetada como debería.
Si no quieren que haya subvenciones, que las quiten, pero que no las tengan ahí como la zanahoria con el burro. A  mí el ICAA no solo no me ha dado nada, sino que me ha hecho perder dinero.

Lo que no se puede tener es una industria que se está desvaneciendo con un IVA cultural ruinoso, piratería y subvenciones mal repartidas. ¿Quién va a invertir en una industria que falla por todos lados? Además, no nos tenemos que arriesgar con algo que no conocemos. Francia lo tiene y es un sector que deja millones a su economía. El cine español no tiene nada que envidiar al francés, aunque sí al apoyo que recibe.

Anselmo no contaba con la codicia de los vecinos propietarios de las tierras colindantes

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