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Ciencia

¿Hemos subestimado el impacto del coronavirus?

Rueda de prensa de Salvador Illa y Fernando Simón sobre las novedades del coronavirus

Hace exactamente una semana, el director del Centro de Coordinación de Alertas y Emergencias Sanitarias, Fernando Simón, informaba de la existencia de 14 casos de contagio por coronavirus en España. Siete días después, los casos se han multiplicado por 16 y el portavoz, acompañado del ministro de Sanidad, Salvador Illa, ha anunciado que tenemos 234 personas infectadas, diez de los cuales están en la UCI, y tres personas fallecidas. Además de dar el pésame a los familiares de los fallecidos, el ministro ha insistido en varias ocasiones en que “estamos a tiempo” y en que “seguimos estando en la fase de contención” de la enfermedad y que no hay motivos para la alerta.

Fernando Simón ha insistido en que la incidencia en España sigue siendo pequeña, con “un caso por cada 250000 habitantes”, y en que “hasta ahora está basada principalmente en casos importados”. Como ha explicado en varias comparecencias, solo en caso de producirse una "transmisión comunitaria descontrolada" o una “entrada masiva de casos importados” pasaríamos a la fase de mitigación de la enfermedad, lo que significaría la adopción de medidas de restricción del movimiento más estrictas. Sin embargo, el paso a este nuevo escenario parece cada vez más inminente. En Italia, al aislamiento de algunas poblaciones se ha añadido la suspensión de las clases en colegios y universidades, mientras que en la vecina Francia, con un número de casos equivalente al de España, se plantean ya pasar al escenario dos de la epidemia. ¿Es el momento de dar un paso más allá en el nivel de alerta? Un momento clave será la reunión de los ministros de Salud de la Unión Europea que se celebra este viernes en Bruselas para evaluar la medidas de respuesta del bloque a la propagación del coronavirus. "Si hay que tomar medidas adicionales”, ha apuntado el ministro Illa en la rueda de prensa, “nosotros propondremos que sean compartidas y que sean las mismas en todos los países”.

Con la llegada del pico de contagios, en España y otros países se han multiplicado los signos de nerviosismo. En Reino Unido, las autoridades han rectificado tras haber anunciado que dejarían de hacer informes de la situación cada 24 horas, en Estados Unidos se sospecha que el virus lleva más de un mes por el estado de Washington sin que nadie lo detectara y en España el primer fallecimiento por coronavirus se produjo el 13 de febrero en Valencia sin que nadie sospechara que tenía la enfermedad. Desde hace semanas algunos especialistas como Adolfo García Sastre, director del Instituto de Salud Global y Patógenos Emergentes del Hospital Monte Sinaí, en Nueva York, aseguran que el contagio a nivel global es prácticamente inevitable. “En el momento en que aparecen casos autóctonos y que además no están interconectados entre sí es que hay múltiples cadenas de transmisión y que estamos viendo solo la punta del iceberg”, advertía el especialista Oriol Mitjá recientemente en La Sexta.

¿Puede que el virus esté circulando sin que lo sepamos desde hace semanas? Amparo Larrauri, coordinadora Epidemiológica del Sistema de Vigilancia de Gripe del Centro Nacional de Epidemiología del Instituto de Salud Carlos III, insiste en que “parece que estamos ya en una fase más avanzada, pero todavía estamos en una fase de contención” y recuerda que en otras ocasiones, como en el caso del SARS del año 2003, “estas medidas lograron la contención lograron eliminar la transmisión y desapareció entre los seres humanos”. En opinión de la experta, autoridades de salud pública están actuando en España “de una manera brillante” y la situación “no es para alarmarse”, incluso si el virus se transmite en fase asintomática, algo para lo que hay pocas pruebas. “Solo hace falta saber cómo funcionan los virus respiratorios”, explica a Vozpópuli. “El virus de la gripe se transmite desde 48 horas antes del inicio de síntomas hasta aproximadamente cinco días después, es algo que sucede en muchos virus”.

Larrauri también resta importancia al hecho de que el caso del primer fallecido en Valencia adelante la fecha de entrada del virus en España. De haber contagiado a más personas, estas tendrían que haber aparecido ya en los sistemas de alerta y eso no ha sucedido. “Es evidente que si no han llegado es porque tenían sintomatología muy leve y ni siquiera sospecharon nada”. Es posible también que haya algunos pacientes asintomáticos que hayan podido transmitir el virus, admite. “A lo mejor tenemos una circulación más grande de los que creíamos al principio, pero son solo términos que están por confirmar”, explica. “Lo importante es que, sabiendo que eso es posible, sigamos con la contención del virus”.

Otro de los asuntos más polémicos es la diferencia que hay en el número de pruebas diagnósticas realizadas en cada país. Mientras en lugares como Corea del Sur se han realizado miles de ellas, en otros como en España - donde el recuento corre a cargo de las comunidades autónomas - solo se han practicado algunos centenares, lo que podría distorsionar la tasa de mortalidad. Este parámetro, advierte Larrauri, no depende tanto del número de muestras que se hagan, sino del número de casos que cada país es capaz de identificar con sus medios y protocolos. “Lo que sucede habitualmente es que al principio de una epidemia de este tipo los casos que son más fáciles de identificar son los casos más graves, con lo que la letalidad siempre va ser al principio mayor”. Este hecho le parece uno de los datos esperanzadores sobre la evolución de la epidemia, pues a medida que se identifiquen casos menos graves la tasa de mortalidad se hará menor.

Sobre la posibilidad de que entremos en un nuevo escenario, Larrauri cree que es arriesgado hacer suposiciones, pero que, “si es como el de otros virus respiratorios como la gripe, es de suponer que su transmisibilidad disminuya cuando aumente la temperatura y cuando vengan épocas de periodo estival”. El catedrático de Microbiología de la Universidad de Navarra Ignacio López Goñi también recuerda que este tipo de virus están mutando constantemente y lo esperable, comenta a Next, “es que a medida que pase el tiempo se haga menos letal y no al revés”.

Respecto al contraste entre las medidas tomadas contra el virus en occidente y las adoptadas por China, Larrauri y López Goñi coinciden en que “no se podría hacer lo que ha hecho China en ningún sitio” y en que los chinos actuaron así debido a su enorme tamaño poblacional y la posibilidad de que avanzara hasta un punto en que fuera imposible contenerlo. Eso no significa que el resto de países hayamos subestimado el impacto del virus, opinan, sino que cada país ha intentado poner todas las medidas de control proporcionales para contenerlo. Suspender todos los eventos públicos cuando los sistemas estaban rastreando los primeros casos habría sido peor y habría causado más alarma en la población. “En China hay muchísimas personas y estamos hablando de una enfermedad que se transite dos veces más deprisa que la gripe” explica Larrauri, "luego es lógico que aparecieran muchísimos casos enseguida y como empezaron a diagnosticar todos sus casos más graves, eso hizo que la letalidad fuera más alta”.

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