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Ciencia

Cuando una especie cruza 30 fronteras

Cuando una especie cruza 30 fronteras

Las ballenas, tiburones y tortugas no entienden de fronteras. Cada año, millones de animales migran de un extremo al otro del océano sin que quede claro bajo qué jurisdicción están y quién las debe proteger. Por eso la ONU comienza este mes de septiembre la primera conferencia intergubernamental para alcanzar un acuerdo que permita proteger a estas especies más allá de las aguas jurisdiccionales de cada país. Algunos de los datos que se mandarán esta conferencia son que presenta este lunes en la revista Nature Ecology & Evolution por el equipo de Autumn-Lynn Harrison a quien ya han solicitado ayuda.

Los autores han seguido los movimientos de 14 especies, desde las tortugas laúd a los tiburones blancos

El trabajo se basa en los datos recopilados desde el año 2000 por Daniel Costa y Barbara Block para el Programa de Seguimiento de Predadores del Pacífico (TOPP, por sus siglas en inglés). La intención, desde el principio, ha sido conocer mejor cuántos animales se desplazan y cuáles son sus recorridos, para informar a los países de qué medidas de conservación pueden adoptar. En el trabajo presentado ahora, los autores han seguido mediante satélite los movimientos de 14 especies de depredadores marinos, desde las tortugas laúd (en inminente peligro de desaparición) a las ballenas azules y los tiburones blancos. El resultado, aseguran, aporta informaciones decisivas para diseñar acuerdos de cooperación internacional que ayuden a su protección.

“Si una especie pasa la mayor parte de su tiempo en la jurisdicción de uno o dos países, la gestión y conservación es un asunto mucho más sencillo que si esa especie migra a través de un montón de países”, explica Costa. “Para estas especies altamente migratorias queríamos saber cuántas regiones jurisdiccionales atravesaban y cuánto tiempo pasaban en el océano abierto, fuera de la jurisdicción de cualquier país [el área que incluye 200 millas náuticas desde la costa]”.

La tortuga laúd, al borde de la desaparición, es una de las especies que cruza hasta 30 fronteras

Lo que han descubierto en su trabajo es que algunos animales atraviesan más de 30 fronteras geopolíticas en su viaje. Algunas especies, como el albatros de Laysan (Phoebastria immutabilis) y el de patas negras (Phoebastria nigripes) pasan la mayor parte del tiempo en alta mar, con el riesgo de que nadie se preocupe si son capturados accidentalmente en las redes de pescadores. Otras, como los tiburones blancos, están protegidas en aguas estadounidenses y mexicanas, pero pasan un 60 por ciento de su tiempo en mar abierto, según los nuevos datos, algo parecido a lo que pasa con atunes, pardelas y tortugas. “El atún de aleta azul [Thunnus orientalis] cría en el Pacifico Norte y después cruza el mar para alimentarse en la corriente de california, frente a EE.UU. y México”, explica Costa. pardela sombría [Ardenna grisea] no solo cruzan el mar abierto, sino que usan el Pacifico entero de norte a sur y pasan por las jurisdicciones de más de 30 países”.

“Los datos pueden ayudarnos a entender quiénes deberían cooperar para conservar estas especies”

“Algunos de estos animales pasan la mayor parte del tiempo ocultos bajo el mar, así que ser capaces de mostrar datos de seguimiento sobre los países por los que pasan puede ayudarnos a entender quiénes deberían cooperar para gestionar estas especies”, asegura Harrison, primera autora del artículo. “Descubrir cuánto tiempo pasan estos animales en océano abierto fue algo directamente motivado por las preguntas que me hacían los encargados de diseñar políticas que estaban interesados en la conservación”, añade. “Estas especies migratorias son patrimonio compartido y este estudio muestra sus viajes internacionales mejor que nunca antes. El primer paso para protegerlos es conocer donde están durante su ciclo anual y promover acuerdos internacionales para gestionar las amenazas a las que se enfrentan cuando cruzan muchos países”.

Referencia: The political biogeography of migratory marine predator (Nature Ecology & Evolution) DOI 10.1038/s41559-018-0646-8

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