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Educación

El director de orquesta que explica sinfonías de Mozart con chistes sobre Chuck Norris

Entrevista a Edgar Martín, Director de Camerata Musicalis

El madrileño Edgar Martín, que actualmente dirige la orquesta sinfónica Camerata Musicalis, se muestra optimista a la hora de valorar la acogida de la música clásica en un mundo en el que géneros como el reggeaton y el trap ganan cada vez más adeptos, sobre todo entre los más jóvenes. Su nota para España en lo que a la calidad musical de los profesionales se refiere es muy alta y, sobre el público, considera que cada vez valora más a clásicos como Mozart, Beethoven, Mendelssohn, Vivaldi y Schumann. Al menos, este joven director de orquesta trabaja para ello. 

"Hubo un tiempo en el que todos los teatros de Madrid estaban llenos de orquestas. Desde Camerata Musicalis queremos volver a eso", recuerda el profesional que, además de sostener la batuta, ejerce de pedagogo y educador musical en su espectáculo  en su espectáculo ¿Por qué es especial?, que llega esta temporada al Teatro Nuevo Apolo para acercar la música clásica a todos los públicos.

Con más humor que Leonard Bernstein, cuya labor educativa a la hora de divulgar música clásica ha dejado huella a nivel internacional, Edgar Martín presenta un show transgresor para que padres e hijos aprendan los detalles de las sinfonías más conocidas de la historia. Durante la primera parte del espectáculo se realiza un recorrido por el contexto de la obra, en el que, mediante gags y divertidos ejemplos como ¿Qué tiene que ver Mozart con Chuck Norris o una sinfonía de Mendelssohn con una pizza? los espectadores logran comprender la obra.

Después, en una segunda parte, Camerata Musicalis interpreta de forma completa y sin interrupciones la obra analizada. "No todos tienen la capacidad de pasar de la broma a la seriedad en tan poco tiempo. Estamos entregados 100% al proyecto", celebra Martín, que nos recibe en el Nuevo Apolo de Madrid.

Edgar Martín

Además de colgar el cartel de "entradas agotadas" en prestigiosos auditorios, usted ha formado y dirigido un coro de 600 niños camboyanos para que aprendiesen la Novena de Beethoven, ¿se niega a que disfrutar de la música clásica sea un placer elitista?

No creo que la música clásica sea elitista. Vivaldi hizo muchos teatros para acercar la ópera y el concierto al pueblo y con Mozart se empezaron a hacer muchos conciertos en la calle para que la gente la disfrutara. La música es para disfrutarla y no es para una élite determinada que sepa o entienda mucho, creo que todos tenemos que poder disfrutar de esta maravillosa música. La experiencia de Camboya fue inolvidable, ¡La Novena de Beethoven en camboyano! Fue darles una nueva vida y una nueva visión a través del sonido.

¿Cuándo y por qué decide abarcar también el plano educativo?

Siempre me ha gustado divulgar la música clásica, que es mi especialidad. En los conciertos siempre he intentado dar pequeños matices de explicación de la obra para que puedan disfrutar más de la escucha. Siempre me ha parecido que era una demanda por parte del público, que a veces piensa que la música clásica es un rollo o cree que no la entiende. Dentro de la música clásica hay muchas bromas y por qué no hacerlas llegar y que las entiendan, aunque sea un poco explicar el chiste. La gente lo agradece.

En los conciertos siempre he intentado dar pequeñas explicaciones de la obra para que el público pueda disfrutar más de la escucha. Siempre me ha parecido que rea una demanda"

En países como Noruega, raro es que un niño no sepa tocar uno o dos instrumentos, ¿qué nota le pone a España en educación musical?

Le pongo un notable alto porque estoy muy orgulloso de la música española y de los grandísimos músicos que tenemos en la actualidad como Juanjo Mena, Cristóbal Soler, López Cobos... Son grandes directores que están haciendo una carrera internacional muy potente en Berlín, Los Ángeles, Chicago y también hay muy buenos solistas jóvenes españoles. Creo que en cuanto al profesional de la música está a un nivel cada vez más alto y se le está reconociendo porque hace un trabajo serio, ya no somos el país de la pandereta como nos pensamos, aquí hay unos profesionales que trabajan muy bien y que trabajan muy bien. En cuanto al público creo que está empezando a valorar esta música cada vez más. 

Ha habido un periodo, no solo en España sino a nivel internacional, en el que el público se ha alejado del auditorio de la música clásica, posiblemente debido al boom de toda esta música de experimentación a principios del siglo XX, llamada contemporánea y que hizo bastante daño. Ahora hemos pasado ese periodo y estamos recuperando el público. Es maravilloso sentir desde el escenario cómo vive el público la música, así que pondría un notable muy alto a todos.

¿Cuál es el mejor método para enseñar música? ¿Ayuda el humor?

El humor es una herramienta que siempre nos facilita quitarle hierro a muchos temas que son difíciles de digerir y los acerca. A mí me viene muy bien. Bernstein, por ejemplo, lo hacía quizás con menos humor, pero también lo hacía de una manera muy divulgativa, todo tan mascadito que tanto niños como adultos lo entendían, cada uno encuentra su camino. En 1800, había una romanza que hablaba de cómo la ciencia avanzaba una barbaridad y estamos en 2017 y seguimos diciendo lo mismo cada vez que sale un móvil nuevo, no es que sea un chiste, es una realidad que si la expones haciendo alusión a lo que ocurría en el XIX nos hace esbozar una sonrisa.

Incluí en el espectáculo temas relacionados con personajes de películas para que la gente pudiese visualizar un melodía musical"

¿No hay riesgo de que las explicaciones pierdan rigurosidad al aliñarlas con humor? ¿Qué tiene que ver Chuck Norris con Mozart?

Puede que se entienda mal. Ha habido gente que me ha criticado por esta analogía, sin embargo, cuando se viene al concierto, se entiende perfectamente: incluí en el espectáculo temas relacionados con personajes de películas para que la gente pudiese visualizar un melodía musical, en contraste. Por ejemplo, el Tema A de la sinfonía Júpiter era muy robusto, muy masculino y el Tema B era mucho más melódico, mucho más femenino.

Entonces, si yo hablo en estos términos la gente puede desconectar muy rápido, pero si presentas, por un lado, una música de Chuck Norris y, por otro, la de Meg Ryan y, después, explicas que el desarrollo de una sinfonía es la interrelación de ambas se comprende de una forma más sencilla. Puede que haya quienes vengan al concierto y se queden solo con la analogía entre Chuck Norris y Mozart, pero lo normal es que vayan más allá del chascarrillo. Hay una segunda parte del concierto en la que la sinfonía se escucha perfecta y con esas herramientas seguramente vas a entender mejor esa forma musical.

Aparte de personajes de películas, ¿ha añadido elementos políticos a su espectáculo o es el único show que ha conseguido escapar de la actualidad política?

No meto política en mis discursos. Intento no hablar de política ni de sexo. Se pueden poner ejemplos para entender la música sin llegar al ataque o a la crítica, creo que hay diferentes posturas en España y que no se puede criticar ni a unos ni a otros. Yo de política no entiendo ni me gusta, pero sí defiendo lo que me gusta que es la música clásica y la cultura. 

Estos días se habla mucho de adoctrinamiento político en los centros de enseñanza. Aunque su música no está dirigida exclusivamente a niños, sí que pueden disfrutar de sus explicaciones y asimilarla mejor que con otros métodos tradicionales. ¿Cree que es bueno mezclar política y educación?

No es interesante mezclarlas. Al final tenemos que crear personas pensadoras. ¿Cómo lo hacemos? Hay muchos autores a los que leer y deberíamos destetar a los niños para que puedan abrir su mente. Adoctrinar no me parece adecuado.

¿Se puede vivir del arte? Pues está muy complicado por muchos motivos, pero hay que trabajar, hay que luchar y, poco a poco, iremos consiguiendo que cada vez sea más fácil"

¿Qué tiene de especial Camerata Musicalis? ¿Qué es lo que más le satisface cuando llega a casa después de una obra?

La familia que hemos conseguido crear todos los que formamos la orquesta. Tengo la suerte de contar con un equipo humano, artístico y profesional de un altísimo nivel, que pasan de la broma a tocar a la perfección de una manera que no consiguen todos los músicos. Todos estamos entregados 100% al proyecto, yo soy el que más piensa en las explicaciones del show, pero el toque más gracioso lo ponen ellos, ya que cuando yo entrego el texto para ensayarlo, al final cada músico aporta su broma. Cuando llego a casa pienso que tengo mucha suerte de poder hacer esto y de llenar teatros como el Teatro Nuevo Apolo, uno de los más importantes de la capital.

¿Se puede vivir de la música clásica?

No nos lo ponen fácil. ¿Se puede vivir del arte? Pues está muy complicado por muchos motivos, pero hay que trabajar, hay que luchar y, poco a poco, iremos consiguiendo que cada vez sea más fácil. Hace tiempo todos los teatros de Madrid tenían una orquesta y la zarzuela, el género chico de una hora de duración, se inventó para que pudiese haber más funciones, estas fueran más baratas y pudiese venir más público. ¿Qué ha pasado con ese Madrid? A través de ¿Por qué es especial? yo quiero que las orquestas vuelvan a los teatros con conciertos más cortitos y baratos y puedan vivir de tener una programación estable. Ahora estamos en un momento en el que se necesitan subvenciones y sponsors privados.

Este espectáculo está pensado para padres de entre 25 a 50 años. Ellos son los responsables de este cambio, creo que podemos dar a nuestros hijos un futuro muchísimo mejor. Esto es una rueda, debe transmitirse de de padres a hijos y así, cuando el niño cumpla 14 años, quizá le apetezca ir a ver Tchaikovsky. Es un trabajo a largo plazo.

Ahora, eres director de orquesta y divulgas la música clásica, pero hubo un día en el que fuiste aprendiz. ¿Con cuál de tus reputados maestros te quedas y por qué?

Me quedo con mi maestro Jordi Mora, aunque he tenido muy buenos maestros, él fue el maestro de orquesta que más me enseñó de música. Ser director de orquesta no es coger la batuta y ya está, es pararte, pensar, descubrir la obra y ver la profundidad de esta... Al final que alguien te haga ver eso es fundamental. Ahora, años más tarde, tengo la suerte de poder invitarle a mi orquesta y eso es algo muy bonito. Para mí ha sido todo.

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