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Cultura

Viaje a la Venecia caribeña: crónica de un naufragio nacional

El documental 'Érase una vez en Venezuela' aborda la polarización, el populismo y el abuso de poder desde el microcosmos de un pueblo

El Congo Mirador es un pueblo palafito situado en el Lago Maracaibo, en Venezuela, donde se encuentra el mayor yacimiento de petróleo del país en la actualidad. La construcción de sus casas sobre pilares en el agua recuerda a una pequeña Venecia y durante años fue un atractivo turístico importante para observar los relámpagos del Catatumbo, un espectáculo lumínico que, sin embargo, es mudo. La decadencia aquí es mayor y más rápida que en la ciudad italiana y su inevitable ruina le ha servido a la cineasta Anabel Rodríguez Ríos como metáfora de todo un país al borde del naufragio en su documental 'Érase una vez en Venezuela'.

La cinta, estrenada en el Festival de Sundance, muestra la resistencia de este pueblo flotante ante su inevitable desaparición. Lo que un día fue un lugar atractivo y bohemio, en la actualidad sufre la corrupción, el abandono y el cambio climático, lo que provoca la constante huida de la población en busca de un futuro más próspero.

Como reflejo de un país dividido, este documental tiene dos protagonistas: Tamara, la representante del partido en el pueblo y enamorada de la figura de Hugo Chávez, y Natalie, una profesora contraria a las dinámicas del poder y que vive ahogada por el acoso político.

El número de habitantes de este enclave del Lago Maracaibo ha descendido en los últimos tiempos, hasta prácticamente desaparecer, al igual que lo ha hecho el número de habitantes venezolanos que se han visto obligados a abandonar su país. Según apuntó el cineasta Miguel Ferrari durante la presentación de este documental en Madrid, la cifra alcanzará los ocho millones de emigrantes a finales de este año.

Algo hay que aprender para reaccionar y cuidar los puentes dentro de nuestras sociedades, cuidar las democracias, que no son cualquier cosa y que realmente se pueden perder y devastar

Sin embargo, más allá del éxodo, lo que movió a Rodríguez Ríos a sacar hacia adelante este proyecto fue mostrar la polarización, el abuso de poder, el acoso político y las prácticas populistas de su país a través de "una suerte de grito" para llamar la atención sobre una "sociedad devastada". "Algo hay que aprender para reaccionar y cuidar los puentes dentro de nuestras sociedades, cuidar las democracias, que no son cualquier cosa y que realmente se pueden perder y devastar", sostiene en conversación telefónica con Vozpópuli con motivo del estreno en España de este documental, seleccionado para representar a Venezuela en los Oscar y que finalmente no ha sido preseleccionado.

La sedimentación de Congo Mirador, que hace imposible vivir en condiciones dignas y erosiona a gran velocidad las pocas posibilidades de supervivencia, sirve como metáfora a la directora. "El concepto poético es que esa condición ambiental avasallante, una sedimentación acelerada posiblemente provocada por el cambio climático, es el tema de fondo, así como es el ambiente es en las relaciones humanas, y así como se sedimenta ese pueblo se sedimentan, metafóricamente hablando, y se contaminan las relaciones entre la gente y en particular el ejercicio del poder se hace cada vez más profundo", explica.

El abuso del poder, la polarización y las prácticas populistas está en nuestros tiempos. Valdría la pena preguntarse qué está pasando en la humanidad como para que las sociedades se vayan en esta dirección"

Para la directora, la "radicalización de las posiciones políticas a nivel ciudadano" lleva a un "punto de absurdo en el que se olvidan los asuntos humanos básicos", como es, por ejemplo, la desaparición de este pueblo. A un nivel más global, Rodríguez Ríos lamenta que en Venezuela se han intensificado estas características y con "prácticas populistas" sobre una sociedad "cada vez más vulnerable", aunque señala que a medida que este documental se ha proyectado en más países, ha comprobado que la división y la polarización es un fenómeno que ha llegado a todo el mundo.

"El abuso de poder, la polarización y las prácticas populistas están muy en nuestros tiempos. Valdría la pena preguntarse qué está pasando en la humanidad como para que las sociedades se vayan en esta dirección", sostiene la cineasta.

Congo Mirador: Venecia en ruinas

La directora de 'Érase una vez en Venezuela' quedó prendada de Congo Mirador, un "pueblo particular", no solo porque es palafítico -sus viviendas están construidas con pilares en el agua- sino porque tiene una "forma de vida particular" y "evoca otro mundo" a pesar de situarse dentro del país. De esta forma, Rodríguez Ríos consigue que el espectador rompa con muchas referencias y entre en el código que propone, algo "muy atractivo" para cualquier "contador de historias".

Fotograma de 'Érase una vez en Venezuela' / John Márquez

Además, durante el rodaje de su cortometraje 'Galón', rodado en este curioso lugar, la cineasta comprobó que allí había "similitudes con las mismas dinámicas de abuso de poder" que había visto en el país durante años. Ese marco de "universo muy único", que además tiene características de "pueblo arquetípico latinoamericano", aunque reconoce que "suena a cliché", destaca que "tiene un valor emocional y sentimental muy profundo".

La abrumadora belleza de este paraje natural contrasta con el olvido y las ruinas de un lugar que se ha convertido en "monte y culebra", como lamenta una de sus protagonistas. Al mismo tiempo, la fragilidad de este lugar tan singular y con un final cada vez más cercano suma valor a cada uno de los fotogramas de esta cinta, que ha tardado más de siete años en ver la luz.

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