Quantcast

Cultura

Museos

Tormenta política en el Macba

El museo catalán hizo cambios buscando calma pero provocó la polémica

Hace menos de una semana, el Macba (Museo de Arte Contemporáneo de Barcelona) nombraba a una nueva directora: Elvira Dyangani Ose. Los medios recibieron la noticia con alegría, ya que todo parecía perfecto: una profesional formada en Barcelona, que ha encontrado reconocimiento en Londres y a la que acompaña el simbolismo de ser una mujer negra, lo que pone el nombramiento en sintonía con la oleada feminista, el movimiento Black Lives Matter y los enfoques decoloniales. En todo caso, el MACBA es un centro más cuestionado de lo que parece, que no se ha recuperado de la censura de la obra La bestia y el soberano en 2017, que terminó con el despido de los prestigiosos comisarios Valentín Roma y Paul B. Preciado. Aquel golpe hizo ver a las claras que no todo en la institución era tan bonito como lo pintaban.

La primera rueda de prensa de la nueva directora, celebrada ayer en el centro, venía tensa porque acaba de publicarse un manifiesto de 700 profesionales titulado Macba por venir, donde se cuestionaban los recientes despidos de la conservadora jefe, Tanya Barson, y del responsable de programas públicos, Pablo Martínez, además de un cambio de organigrama en el que la nueva directora quedaba jerárquicamente por debajo del gerente, Josep Maria Carreté. Dyanyagi desmintió esto último ante la prensa, aunque habrá que comprobar el nuevo funcionamiento en los próximos meses. Lo que no pudo contrarrestar es el revés de que dos figuras de enorme alcance profesional y simbólico hayan abandonado estos días en el patronato del museo: la filósofa Marina Garcés y la referente ecologista Yayo Herrero, que explicaron su decisión en un texto rotundo. Ambas encarnan, de manera impecable, los valores que dice defender el museo (y que ellas ven muy lejos de cumplirse).

Los últimos despidos en el centro se consideran incoherentes con el estilo de apertura y escucha del que presume la instiución

Algunos párrafos eran tan elocuentes como este: “Ni el enfoque en la nueva organización del Macba ni el desmantelamiento del equipo de dirección del PEI (Programa de Estudios Independientes), ni por descontado las formas en que se han producido los ceses de Pablo Martínez y Tanya Barson nos hacen sentir cómodos ni nos permiten desarrollar las tareas que nos corresponden. Son, además, incoherentes con el fondo y el estilo de apertura y escucha con el que hemos tratado de elaborar los contenidos y metodología del programa”, explicaban en su carta conjunta. Por supuesto, es realmente inusual realizar cambios de este calado antes de que tome posesión una nueva directora. Si se intentaba transmitir una imagen de proteger los afectos, los cuidados y las relaciones, se ha conseguido justamente lo contrario, según pudo comprobar Vozpópuli hablando con agentes del sector.

Dyangani hizo lo que pudo en la rueda de prensa, reconociendo errores en las decisiones recientes y pidiendo mirar hacia el futuro, pero el discurso del museo sigue en entredicho tras los acontecimientos de los últimos años. Prometer que "vamos a volar" o que el Macba quiere convertirse en un "museo de los afectos" suena más a retórica motivacional que a compromiso cultural. Habrá que esperar a los cien días de cortesía para comprobar la evolución de enfoques, decisiones y contenidos.

El manifiesto Macba por venir también contiene párrafos muy crudos, que ponen en entredicho la credibilidad del museo: “Nos preguntamos cuál es la garantía de una convocatoria de un concurso público, y la evaluación de un proyecto por parte de un jurado profesional e independiente, si las administraciones no pueden garantizar las herramientas organizativas y de decisión para llevar a cabo este proyecto, a la vez que posibilitan que la gerencia pueda implantar una nueva organización de manera unilateral. Del mismo modo, es deber de estas administraciones velar por los derechos de los trabajadores culturales y por la misión del museo, que aparece en su propia web, que entre otras cosas promueve ‘la construcción de una sociedad más libre y con espíritu crítico’. Esto supone una apuesta por modelos en donde lo gerencial, la administración de las cuentas y la burocracia, se supedite a una dirección de un museo ‘público, habitado, diverso, integrador, cercano, accesible, transformador y trascendente’, como se afirmaba tras el nombramiento de la nueva dirección pero se ocultaba a los medios y opinión pública estos cambios sustanciales para el funcionamiento de la institución y que, por otra parte, compromete seriamente el desarrollo del proyecto de Dyangani o de cualquier otra dirección”, denunciaban.

Resumiendo: el Macba quería darse un baño de 'buen rollito' y ha terminado cabreando a su propio ecosistema cultural. Habrá que ver cómo evoluciona el conflicto.

Ya no se pueden votar ni publicar comentarios en este artículo.