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Cultura

La sentencia de los ‘shorts’ como Apocalipsis pop

La condena judicial a la campaña de McFit choca contra la lógica de la cultura popular actual

El juzgado de lo mercantil número 5 de Madrid ha emitido una sentencia que parece modesta, pero tiene consecuencias incalculables. Condena a una empresa de gimnasios estadounidenses (la mayor de Europa por número de socios) por una publicidad donde se enfocan los glúteos de una modelo en pantalones cortos. También se condena a McFit por una segunda campaña donde se muestra “una prenda que deja al descubierto más de la mitad de las nalgas de la mujer y que se ciñe a la línea interglútea de forma parecida a un tanga”. El veredicto admite apelación y la empresa ha anunciado que piensa recurrir. ¿Qué nos jugamos en el plano cultural?

El problema parece claro: estamos ante argumentos por los que se podría condenar también a todas las cadenas de videoclips tipo MTV, a cualquier gira mundial de Madonna y también a las ocho temporadas de Juego de tronos. Recordemos que todas ellas son casos de productos comerciales que se promocionan objetificando a las de mujeres. “La chica baja su cuerpo para coger otro libro, en un movimiento descendente y doblándose por la cintura, de forma que termina destacando el trasero", destaca el juez. ¿Cuantos vídeoclips pop encajan en esta descripción?

La denuncia fue interpuesta del Instituto de la Mujer, concretamente en la época del PP, pero llega en un momento en que está en manos de la izquierda, que acarrea una intensa polémica sobre feminismo puritano. No se trata de un debate puramente académico: Irene Montero anuncia una ley sobre libertades sexuales que regulará aspectos de la intimidad de los españoles, por ejemplo imponer la doctrina “solo el sí es sí” (contra el sentido común de que la inmensa mayoría de relaciones sexuales no vienen precedidas por un consentimiento verbal explícito). Además, Unidas Podemos ha colocado al frente del Instituto de la Mujer a Beatriz Gimeno, que ha realizado chocantes declaraciones sobre relaciones sexuales, por ejemplo que "la heterosexualidad es una herramienta política” que tiene como fin “subordinar a las mujeres a los hombres”. O que “para que se produzca un verdadero cambio cultural tienen que cambiar también las prácticas sexuales hegemónicas y heteronormativas”.

Cancelado, prohibido, censurado...

Estamos ante una batalla cultural que se libra hace décadas, pero que se ha intensificado en los últimos años: desde la desaparición de las azafatas de Fórmula 1 hasta la prohibición de seminarios sobre pornografía en la Complutense, pasando por el cancelado concierto de C. Tangana el pasado verano en Bilbao. De un lado, tenemos una concepción puritana de la igualdad, que opina que el estado debe regular los mensajes y protocolos sexuales. Frente a esta postura, también hay intelectuales de izquierda que defienden que el sexo debe formar parte de la esfera de la libertad humana, sin más limites que los que marque el Código Penal. ¿Se puede apoyar la sentencia contra los gimnasios y rechazar la demanda por 800.000 millones de euros a Jennifer López por envolverse semidesnuda en la bandera estadounidense durante el descanso musical de la Super Bowl?

"La izquierda ha pasado de cuestionar la autoridad a erigirse en guardianes de la moralidad. El movimiento de las libertades civiles ha sido secuestrado por los burócratas de las universidades y los gobiernos”, opina la profesora de arte Camille Paglia

Repasemos alguna de las voces disidentes en la izquierda, empezando por la profesora italoamericana Camille Paglia, autora del clásico Sexual Personase: arte y decadencia desde Nefertiti a Emily Dickinson, recientemente reeditado en nuestro país. La autora opina que la izquierda ha pasado “de cuestionar la autoridad a erigirse en guardianes de la moralidad. En Estados Unidos, el movimiento de las libertades civiles ha sido secuestrado por los burócratas de las universidades y los gobiernos”. Su observación encaja perfectamente con la trayectoria de la izquierda española, que pasó de celebrar la apertura de la Ley Fraga (1966), que permitía mostrar cuerpos semidesnudos en los medios de comunicación, a perseguir la aparición de imágenes sexuales en la publicidad, caso de la sentencia contra McFit.

paglia

Algo parecido apunta la filósofa Wendy Brown, autora del clásico Estados de agravio. Poder y libertad en la modernidad tardía, que lo sitúa en el contexto de la batalla política: “Lo más importante en los últimos veinte años ha sido que la derecha ha aprendido cómo usar las políticas de libertad —la libertad de expresión, la libertad religiosa, social y económica, los derechos de la propiedad— para atacar las políticas de igualdad, inclusión y protección del planeta de la izquierda. Lo que nos está dañando a la izquierda ahora es que esta cedió a la derecha el lenguaje de la libertad”, resume.

Derecho a cosificarse

Otro 'pope' de la izquierda marxista, el filósofo esloveno de fama internacional Slavoj Zizek, analizó estos conflictos en una entrevista reciente con la revista Minerva: “¿Acaso una mujer no puede tener deseo sexual y querer seducir a un hombre vistiéndose o presentándose de una forma que, en cierto sentido, equivale a cosificarse a sí misma? ¿Qué hay de malo si se cosifica a sí misma y en sus propios términos, decidiendo lo que quiere o no quiere? Esa debe ser la lucha: la mujer tiene que tener el derecho. Para mí, la verdadera feminista es aquella que cuando va arreglada y le preguntas ‘¿por qué vas así?’, contesta: ‘Porque quiero que me folle un chico guapo’”, explicaba. Este mismo mes una firma de coches replicó el anuncio clásico de Coca-Cola Light donde un grupo de mujeres oficinistas se reunían para mirar por la ventana el torso desnudo de un trabajador de la construcción. ¿Debe también actuar un juez contra este tipo de espots?

Una representante crucial de la corriente antipuritana en España es Clara Serra, profesora de Filosofía y ex integrante de Podemos y Más País. Levantó enorme revuelo al defender que la fantasía de violación era legítima entre las mujeres. También ha criticado las decisiones universitarias de prohibir debates sobre prostitución o pornografía, cediendo a presiones de grupos feministas. “Ahora prohíben estudiar teoría del porno. No se por qué apelar al feminismo para imitar niveles de censura y puritanismo como los del franquismo, ya teníamos a la Conferencia Episcopal”, tuiteaba hace unos días, en su línea habitual.

Además Serra defiende que el campo de batalla no es principalmente simbólico, sino material: “Para que el feminismo no caiga en el paternalismo (y a veces se desliza hacia ahí) tenemos siempre que preguntarnos cuáles son las condiciones que tenemos que poner en una sociedad para que las mujeres elijan libremente. Esto quiere decir: que el acceso de las mujeres a la educación, que se nos ha negado mucho tiempo, es una condición para nuestra libertad, como el acceso al empleo, a la independencia económica y a la independencia civil. Son condiciones para nuestra libertad”, destacaba. Pregunta final: ¿tiene una mujer española menos acceso que un hombre a la educación, el empleo y la independencia civil en 2020?

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