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Cultura

La revolución del Real Madrid

Di Stefano con las cinco Copas de Europa consecutivas que ganó con el Real Madrid

La derrota ante el Shaktar en el primer partido de Champions League de esta temporada ha sido como un shock eléctrico para el Real Madrid. La Copa de Europa es el ADN de este club; no sólo es su máximo campeón con 13 copas, es su creador. Fue Santiago Bernabéu quien impulsó una competición continental entre los campeones de Liga de Europa, con la idea de darle proyección internacional al Real Madrid. Lo consiguió hasta el punto que, gracias a su incomparable triunfo en Europa, la FIFA lo nombró el mejor club del siglo XX.

Sin embargo, en la primera mitad de ese siglo XX, el Real Madrid no era el mejor equipo de España. Solamente llevaba ganadas dos ligas, frente a las cinco del Athletic de Bilbao o el Barcelona, o las cuatro del Atlético de Madrid. Mejor se la había dado la Copa, que había ganado 9 veces en medio siglo, pero eso palidecía frente a las 17 del Athletic de Bilbao.

Los años de la posguerra fueron especialmente descorazonadores. El Real Madrid lo había pasado muy mal en la Guerra Civil, los miembros de la directiva fueron perseguidos en la zona republicana y dos de ellos asesinados, junto al jugador Monchín. El equipo no jugó durante la contienda y prácticamente desapareció. Cuando volvió a jugar en 1939, tardó 15 temporadas en ganar una Liga, la de 1953-54.

Gran parte de ese tiempo de sequía le tocó sufrirlo a Santiago Bernabéu, el que sería mítico presidente durante 35 años, y de quien el Libro de Oro del club decía “Bernabéu es para el Real Madrid lo que Felipe II para España”. Bernabéu, nacido en un pueblecito de Albacete, fue elegido presidente en 1943, y desde el primer momento tenía un plan para poner al Real Madrid en la elite futbolística, no sólo española, sino mundial.

No existían entonces las urgencias de ahora, donde se cesa a los entrenadores a media temporada cuando las cosas van mal

No existían entonces las urgencias de ahora, donde se cesa a los entrenadores a media temporada cuando las cosas van mal. Bernabéu jugaba con perspectiva de años, pues la primera cuestión que había que resolver era construir un nuevo estadio. En el estadio viejo de Chamartín sólo cabían 22.000 espectadores –aunque muchos podían ver el partido desde fuera del campo, subiendo a un montículo vecino-. Los campos del Atlético de Madrid y el Barcelona tenían el doble de capacidad, y eso era lo primero que había que remediar.

La forma en que lo hizo Bernabéu probaba qué fuerte venía pisando. ¡Construyó un estadio para 120.000 espectadores! Cierto que 90.000 de ellos tenían que estar de pie, pero eso era algo normal en la época. Con el tiempo se iría sacrificando la cantidad a la calidad, reduciendo el aforo para sentar a todo el público.

Di Stefano

Ya tenía el escenario, pero ahora necesitaba dar el espectáculo, construir un equipo altamente competitivo, en el núcleo duro del cual pondría al mejor jugador del mundo, que entonces era Alfredo Di Stefano. La peripecia del fichaje de Di Stefano merece una historia propia, pues fue una película de intriga. El Barcelona había comprado ya a Di Stefano al River Plate de Buenos Aires, al que pertenecía legalmente, pero Bernabéu mandó a su mano derecha, Saporta, a Colombia, donde de hecho jugaba Di Stefano, en un club profesional llamado, sin complejos, Millonarios. Millonarios , que no se atenía las normas de la FIFA, le vendió su estrella al Madrid por 23.000 dólares. Nadie sabe de dónde los sacó Bernabéu, pues aparte de ser una cifra fabulosa en 1953, resultaba imposible de conseguir para un empresario español, pues las divisas estaban férreamente controladas por el Ministerio de Comercio para adquirir importaciones de carácter estratégico.

El tercer paso de la “revolución de Bernabéu”, fue proyectar mundialmente su club, su estadio y sus estrellas. Un periodista inglés había proclamado que el Wolverhampton, campeón de la Liga inglesa en 1954, era el mejor equipo del mundo, porque había derrotado en sendos amistosos al Spartak de Moscú y el Honved de Hungría. A los franceses les escoció la baladronada inglesa, y el famoso periódico L’Équipe lanzó la idea de crear un campeonato internacional con los campeones de Liga. ¡A ver entonces quien era el mejor! En Francia había entonces muy buen fútbol, y de hecho en la primera final de la Copa de Campeones de Europa habría un equipo francés… que sería batido por el Real Madrid.

Santiago Bernabéu y su alter ego, Raimundo Saporta, se convirtieron en los máximos promotores del proyecto europeo, logrando primero el apoyo oficial español, pese que el Barcelona se mostraba contrario, y luego moviéndose con eficacia en los medios internacionales. Francia, que consideraba la Copa de Europa como una idea propia, reconocería a Bernabéu como el auténtico conseguidor de la Copa de Campeones de Europa otorgándole la Legión de Honor. Y el equipo encabezado por Di Stefano respondió a su presidente, venciendo en las cinco primeras ediciones del campeonato europeo.

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