Cultura

ANÁLISIS

La gran resaca del indie… 30 años después, un zombie que se mantiene con la inercia de éxitos pasados

El género más prescindible de la historia de la música popular española nunca tuvo mucho que celebrar

Portada de la revista 'Rockdelux', biblia del 'indie'

Seguramente habrá unos cuantos lectores de este texto que no tengan claro qué es el indie. Se trata de una abreviatura de “independiente” y alude a una corriente cultural anglosajona de los años ochenta y noventa, por la que jóvenes músicos incómodos con la industria musical -o no muy aptos para ella- encontraron refugio en un archipiélago de sellos discográficos independientes. A España llegó tarde, pero fue una subcultura reconocible a finales de siglo XX, la época en que los grupos de La Movida vivían su decadencia artística y comercial.

¿Definición sonora? Es complicado darla, ya que en ninguna academia se enseña el indie como pueden enseñarse la salsa, el heavy metal o los valses (tiene más que ver con la estrategia comercial o la actitud que con usar determinados patrones rítmicos). Solo para orientar, podemos decir que mandan las canciones apocadas, con distorsión guitarrera y sin especial limpieza del envoltorio sonoro (el ruido es un factor de atracción y el desaliño de los arreglos indicio de autenticidad). Basta escuchar cualquier canción del grupo granadino Los Planetas, que estos días giran recordando su álbum clásico Super 8 (1994). Y eso que han sacado todos sus discos en una multinacional.

El pasado sábado, el suplemento cultural de ABC publicó una portada celebrando el cumpleaños del género. En el texto se intentaba demostrar que su pulso seguía latiendo pero para cualquier lector no militante todo debía sonar a acta de defunción. ¿Alguien escucha estos días a bandas como La Plata, Depresión Sonora, VVV (Trippin’ You), El Último Vecino y Alcalá Norte? Son café para los muy cafeteros, irrelevantes si se comparan al tsunami de sabor y talento de las músicas urbanas que nos llegan de América Latina desde 2004 (el pasado abril se cumplieron veinte años de “Gasolina”).
Esta delirante sobrevaloración del ‘indie’ no es solo cosa de un medio: hace pocas semanas, El País Semanal presentó una portada del grupo Supersubmarina, del que pocos españoles podrían mencionar una sola canción. La excusa era contar con detalle un accidente de tráfico sufrido por el grupo, enfoque más propio de un programa de sucesos que de las páginas de Cultura.

Resacón en Radio 3

El mayor factor de difusión del indie fue Radio 3, emisora que vive una decadencia sonrojante, en opinión incluso de medios de izquierda que comparten su línea editorial. Locutores históricos de La Movida como Jesús Ordovás y Julio Ruiz intentaron convertir el indie en una fenómeno de dimensiones parecidas a lo ocurrido en Madrid en los años ochenta pero las bandas carecían del carisma, repertorio o capacidad de cohesión de sus predecesores. Es verdad que tampoco se esforzaban demasiado: muchos cantaban en inglés, con voces más que discretas y con una concepto de la ‘autenticidad’ poco compatible con llegar al gran público. Hace nada la edad media de la plantilla de Radio 3 llegó a superar el medio siglo y los locutores de los noventa prefieren poner música de aquella época que ‘rendirse’ al nuevo talento que emerge desde el otro lado del Atlántico.

Aunque suene extraño, este estilo en decadencia sigue siendo el preferido de nuestras élites ‘boomer’-progresistas.

La legendaria falta de profesionalidad de la escena indie sigue viva hoy, como podemos comprobar echando un vistazo en redes. “Llevo todo el día escuchando a buena parte de la nueva escena musical nacional actuando en directo en Radio 3 y quiero hacer una petición expresa a casi todos… ¡hay que ensayar más, chavales! Lo del rollo fresco, descarado y punk siempre mola, pero tocar bien o, simplemente saber tocar y hasta entonar, debería ser una exigencia… ¡desde el cariño, eh!”, escribía en redes Fernando Fuentes Panadero, veterano periodista, promotor y responsable de la plataforma cultural Jaguay. La verdad es que el indie, un estilo que nunca fue realmente popular, ha sido mantenido con respiración asistida porque era el favorito de periodistas musicales universitarios, concejales de cultura de la Generación X y marcas patrocinadoras de festivales en busca de clientes de clase media con ganas de parecer ‘cool’.

Hoy el indie vive una especie de etapa zombi: todo el mundo sabe que su muerte es inminente pero se mantiene con vida debido a la inercia de éxitos pasados. Una cita emblemática como el Festival Internacional de Benicàssim vive de glorias pasadas y comienza a crear malestar en el pueblo, mientras que el Primavera Sound intentó dar el salto a Madrid y sufrió un sonoro fiasco, cancelando su continuidad en 2024 (y fundiendo los 850.000 euros de subvención pública de la Comunidad de Madrid). Si Radio Primavera Sound sobrevive no es por el apoyo del público sino por la generosa esponsorización de una marca de coches. Rockdelux, la publicación emblemática de la edad dorada del indie, ya no es capaz de sostenerse por sus medios en los quioscos ni en la web, así que ha tenido que salvarla el Primavera, reconvertida en su boletín promocional oficial.

Aunque suene extraño, este estilo en decadencia sigue siendo el preferido de nuestras élites ‘boomer’-progresistas. Se ha visto a la Reina Letizia en conciertos de Los Planetas y de los estadounidenses The Eels, mientras Pedro Sánchez acude en Falcon al Festival de Benicàssim o se va de cena con músicos grandinos como Antonio Arias (Lagartija Nick), Erick Jiménez (legendario batería de varios grupos) y Jota, el cantante de los Planetas (a quien ha recibido en Moncloa). El entrenador más exitosos de esta temporada en Europa, Xavi Alonso, es un ‘indie’ irreductible que comparte su pasión por grupos como M83, Wilco y Belle & Sebastian. Este cariño de las élites, patrocinadores y medios de comunicación es lo que hace que todavía respire un género musical con el que los oyentes populares siempre han guardado una prudente distancia.

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