Cultura

¿Qué hacer con la población cuando termina una guerra? El mal ejemplo de 1945

Unos 6 millones de sirios abandonaron su hogar en 2015; 70 años antes, más de 11 millones de alemanes fueron expulsados de Polonia, Checoslovaquia o Hungría

  • Alemanes esperando a ser expulsados de la Rep. Checa.

Miles de sirios regresan estos días a sus casas después de estar casi una década fuera de su hogar. El final de una guerra siempre es el inicio de miles de desplazamientos, y en este caso vuelve a ser en ambas direcciones por los que huyen del régimen islamista naciente. La caída del gobierno de Al Asad en Siria representa el retorno de millones de sirios que huyeron del conflicto en 2015. Según los datos de ACNUR, más de 7 millones de sirios están desplazados dentro del país y más de 6 millones viven como refugiados, principalmente en países vecinos como Turquía, Líbano y Jordania, pero también en Europa y otros países del mundo. A Alemania llegaron más de un millón de personas tras el conflicto de 2015; 70 años años antes, habían sido los alemanes la población refugiada más numerosa del continente.

Revisando los mapas de Europa de antes y después de la Gran Guerra vemos cómo la derrota de los grandes imperios centrales favoreció la proliferación de nuevos estados. Unas décadas después, la Segunda Guerra Mundial, mucho más destructiva y moral que su predecesora, apenas trastocó las fronteras. Con unos odios y rencores cruzados más intensos, se optó por crear una Europa más homogénea que nunca. En lugar de mover las fronteras se optó por mover a millones de personas. Los rencores se ‘solucionaron’ con la expulsión de millones de personas de lo que siempre había sido su hogar. Aunque no era un término que se empleara en la época se llevó a cabo una generalizada limpieza étnica en el continente.

Los escombros, las ciudades demolidas hasta las cenizas y las cunetas cubiertas de cadáveres eran el escenario por el que vagaban millones de personas que regresaban o eran expulsados de sus hogares. Solo en Alemania fueron desplazadas al menos 17 millones de personas entre desplazados internos, prisioneros de guerra y refugiados.

La venganza se adueñó de los vencedores que durante meses maltrataron, violaron y asesinaron a los 'vencedores' o sus colaboradores. Los nuevos gobiernos frenaron los actos de violencia extrajudicial pero establecieron nuevas leyes que terminaron con la convivencia multicultural de siglos de historia. 


Alemanes expulsados del norte de Bohemia en la zona de los Sudetes, julio de 1946.

Las grandes potencias vencedoras decidieron correr hacia el oeste el territorio polaco, con la URSS adueñándose de las fronteras orientales de Polonia mientras que la línea polaca se adentraba en lo que había sido territorio del Reich, siendo los alemanes la única potencia que perdió una gran cantidad de territorio. Todas estas zonas al este de los ríos Óder y Neisse habían sido consideradas alemanas durante cientos de años y estaban habitadas casi exclusivamente por alemanes, unos 11 millones. En la conferencia de Yalta, la socarronería de Churchill había expresado sin ambages el destino que correrían los alemanes: "sería una lástima cebar a la oca polaca con demasiada comida alemana y provocarle así una indigestión". 

Para evitar esa indigestión se vomitó a esos 11 millones de personas. El grueso de los alemanes del territorio polaco habían huido ante el avance del Ejército Rojo antes de que arrancaran las expulsiones oficiales, por las posibles represalias que tomarían contra ellos, pero en los últimos meses de guerra seguían habiendo 4,4 millones de alemanes. Los polacos no esperaron y comenzaron a expulsar a dicha población, del mismo modo que en la vecina Checoslovaquia se hizo lo propio en la zona de los Sudetes. Estas deportaciones tuvieron un fuerte componente popular provocadas por odios raciales, de forma similar al sufrido por los judíos que cuando regresaban a sus casas de los campos de concentración y exterminio se encontraban con el odio de sus vecinos.

Los millones de alemanes de territorio polaco o checo estaban condenados a perder su hogar, más aún cuando Hitler los había utilizado como pretexto para iniciar invasiones, de un modo parecido con el que Putin decía proteger a los rusos del este de Ucrania cuando comenzó la guerra. Sumando los tres millones que fueron evacuados de Checoslovaquia y los más de 1,8 millones de otros lugares como Rumanía y Hungría, sumaron un total de 11.730.000 refugiados que se encaminaban a una Alemania completamente arruinada y ocupada por los aliados. 

La desaparición casi completa de los judíos por el asesinato en masa y las migraciones posteriores también ayudó a configurar unos estados europeos más 'puros'. Pero las deportaciones germanas no fueron las únicas, los eslovacos expulsaron al mayor número de húngaros que pudieron y les obligaron a renunciar a su identidad húngara para poder recuperar sus derechos civiles. Los húngaros fueron expulsados de Rumanía y los rumanos de Hungría. Los chams albaneses de Grecia, los rumanos de Ucrania y los italianos de Yugoslavia. Un cuarto de millón de finlandeses fueron expulsados de Karelia occidental cuando fue cedida a la URSS. Y en 1950 Bulgaria inició la expulsión de unos 140.000 turcos y gitanos a través de su frontera con Turquía, según recopila Keith Lowe en Continente salvaje. Las grandes excepciones fueron la Unión Soviética, multinacional por definición; y la complejidad étnica y religiosa que mantuvo Yugoslavia hasta que medio siglo después saltó por los aires con una nueva cuenta guerra en la que el nacionalismo volvió a ser la pólvora del odio.

 

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