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Cultura

La primera Ginzburg regresa a los lectores

Un detalle de la portada del libro, que publica Acantilado.

Es una de las voces más importantes de la literatura italiana del siglo XX. Olvidada durante algún tiempo, a raíz del centenario de su nacimiento hace ya dos años, los lectores volvieron la mirada hacia Natalia Ginzburg, a quien Oriana Falacci describió como una mujer profunda, hecha para llevar cargas y dolores con entereza, algo que resuena con fuerza en sus libros y su biografía. Comenzó a publicar en la década de los cuarenta y estuvo ligada a figuras de la izquierda intelectual italiana como Cesare Pavese, Italo Calvino, Giulio Einaudi y su primer marido, Leone Ginzburg, que fue asesinado en una cárcel de la capital por las fuerzas fascistas.

Entre las novedades literarias para este mes, el sello Acantilado ofrece en su catálogo un volumen que reúne su primera novela, publicada en 1942, El camino que va a la ciudadacompañada de los relatos Una ausencia, la historia de un matrimonio tras años de convivencia; Una casa en la playa y Mi marido, un libro que explora la naturaleza de las relaciones, la noción de identidad y fidelidad. Muchos de estos textos ya fueron publicados por Lumen. Sin embargo, lo que distingue los que publica Acantilado es la traducción, en esta ocasión a cargo del escritor Andrés Barba, quien ya ha traducido para el mismo sello Y eso fue lo que pasó, la segunda novela de Ginzburg publicada en 1947, así como me Me casé por alegría, una obra de teatro hasta entonces inédita en español.

Acantilado publica la primera novela de Ginzburg y una selección de relatos. La traducción pertenece al escritor Andrés Barba

Nacida en Palermo en 1916, pronto se trasladó a Turín, una de sus novelas más importantes es Léxico familiar, la narración autobiográfica de los recuerdos de infancia y juventud de la escritora, capturados en retazos de conversaciones, en frases familiares e íntimas o en las charlas que los intelectuales del Turín de los años treinta, mientras comienza a alzarse el fantasma del fascismo. la novela fue reconocida con el Premio Strega, en 1963. En ese libro, Ginzburg sintetizó sus principales temas: las relaciones ínitmas, la familia y lo próximo como metáfora de un tapiz mayor. 

Los cimientos de la madurez literaria de Ginzburg aparecen en El camino que va a la ciudad. En sus páginas cuenta la historia de Delia, una chica que vive con sus padres y sus cuatro hermanos en una minúscula casa de campo en la Italia de los años cuarenta. Delia tiene 16 años y anhela dejar atrás la monotonía del hogar, que delata incluso la triste letanía del gramófono de la familia, en el que suena siempre la misma canción. Así pues, la muchacha decide seguir los pasos de su hermana mayor y tomar el único camino que le permitirá marchar a la ciudad y cambiar de vida: el matrimonio.

"Quería escribir una novela, no sólo un relato breve. Pero no sabía si me iban a alcanzar las fuerzas"

La Delia de El camino que va a la ciudad comparte espíritu Todos nuestros ayeres, en cuyas páginas la autora recorre un tramo de la historia europea a través de la mirada de Anna, una apocada niña que vive en un pueblo del norte de Italia en los años previos a la Segunda Guerra Mundial. Anna nunca habla, pero observa y escucha todo. Justamente por eso ella se convierte en los ojos y oídos del lector. Sin embargo, el libro más hermoso de todos, el más urgente y luminoso son sus ensayos, publicados por primera vez en español.

"Comencé a escribir El camino que va a la ciudad en septiembre de 1941 -escribe Ginzburg en el prólogo que acompaña este libro. Me rondaba la idea del mes de septiembre, el septiembre nada lluvioso y más bien cálido y tranquilo de la campiña en los Abruzzos, cuando la tierra enrojece; me rondaba la idea de la nostalgia de Turín y tal vez también El camino del tabaco de Caldwell, que había leído, creo, por aquella época y me había gustado un poco, pero no demasiado. Todas esas cosas se confundían y mezclaban
en mi interior. Quería escribir una novela, no sólo un relato breve. Pero no sabía si me iban a alcanzar las fuerzas".Le alcanzaron, por supuesto. Armó la novela con la lógica íntima de lo cercano, lo minúsculo, lo humano. 
Un detalle de la cubierta del libro, publicado por Acantilado.

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