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Cultura

Philippe Jaroussky vuelve al Teatro Real

El contratenor Philippe Jaroussky, en el Teatro Real de Madrid. Javier Martínez

Es mutuo. Philippe Jaroussky ama el Teatro Real y el público de Madrid su voz. Desde su debut en este escenario en el año 2000 con Celos aun del aire matan, de Juan Hidalgo, ha vuelto al coliseo en varias ocasiones, la más reciente con 'Only the sounds remains', un montaje de la ópera que la compositora Kaija Saariaho escribió para él y que dirigió en esa ocasión Peter Sellars.

Debido al estallido de la pandemia, Jaroussky no pudo asistir al concierto del ciclo Grandes voces de la temporada pasada.  Este lunes, el contratenor francés ofrece concierto en sesión doble, a las 19.00 y a las 21.30 horas, para respetar y cumplir con las condiciones de seguridad sanitaria que exige el plan de medidas contra la covid-19. Jaroussky se presentará en esta cita con una selección de arias y extractos de ópera de su compositor fetiche, Antonio Vivaldi, lo hará acompañado por la formación barroca Le Concert de la Loge, dirigida por el violinista Julien Chauvin. Junto a ellos participarán la soprano Emóke Baráth, la contralto Lucile Richardot y el tenor Emiliano González Toro.

Hay algo extraño en Philippe Jaroussky (París, 1978)… y no es sólo su voz. En él se dan cita varias criaturas. Posee la estampa de un adolescente que lleva impreso en la piel el hombre de cuarenta que ya es. Cuando conjuga el verbo cantar, su castellano de acento afrancesado dice contar: un accidente de la pronunciación que acaba en hecatombe poética. Así es el contratenor: un instante de luz. Jaroussky habita el mundo con discreción, sin delatar jamás que parece venir de otro.

Su voz correspondía a la del barítono, aunque sin demasiados oropeles. Primero se aplicó como violinista y pianista. Avanzó convencido de que podía sacar brillo a la más aguda de las voces masculinas: el contratenor, ese registro del canto que alguna vez ocuparon los extintos castrati y capones. Intérpretes que tenían que arrancarse de cuajo la semilla de su senectud y renunciar para siempre a la adultez, a cambio de una voz celestial.

Una voz que canta y cuenta

En esa perpetua infancia vocal que caracterizó a los castrati y que se actualizó en los contratenores, Philippe Jaroussky ha creado verdaderos prodigios. El Orlando Furioso que inspiró a Vivaldi; la Cara Sposa del Rinaldo de Haendel o el Te miro, te poseo, de la Popea de Monteverdi, son distintos cuando él los interpreta. Algo en su voz canta, al mismo tiempo que cuenta, un don que ya parecía existir en su interior desde mucho antes de pisar un escenario. "Cantar transformó mi personalidad. Cuando empecé era muy tímido. Eso fue cambiando, porque al cantar muestras muchas cosas". Las suyas... y las de quienes ocupan su asiento en la oscuridad de un patio de butacas. Algo en él toca a quienes lo escuchan, por algo es uno de los cantantes líricos más mediáticos y con mayor impacto de audiencia. 

Philippe Jaroussky creció en un hogar sin músicos y, sin embargo, sus oídos ya irrigaban el corazón con esos asuntos importantes que encadenan sonidos y silencios. Su recuerdo musical más temprano, o al menos eso dice él, es la voz de María Callas resonando en el salón de la casa donde creció. 

Su voz, esa bisagra entre lo femenino y lo infantil, lo ha convertido en uno de los cantantes de clásica que más vende

A lo largo de sus más de veinte años de carrera, Jaroussky ha hecho de todo. Desde encerrarse a cantar con un delfín beluga en el Oceanográfico de Valencia hasta crear su propia escuela de canto, L’Académie Musicale Philippe Jaroussky, que funciona en el complejo La Seine Musicale de París. En ese edificio, desde hace más de un año, impulsa la vocación, la carrera y la técnica vocal de niños nacidos en hogares con pocos recursos. Aunque la frase sobreactúa, es cierta: en él todo es música, todo comunica. “He sido violinista, pianista y cantante y estoy seguro de que abordaré algo más en la música más adelante”.

Su voz, esa bisagra entre lo femenino y lo infantil, lo ha convertido en uno de los cantantes de clásica que más vende. Jaroussky, como la mezzosoprano Cecilia Bartoli, ha conseguido dar nueva vida al repertorio barroco del que ha dado cuenta con agrupaciones como Les Arts Florissants o Les Musiciens du Louvre-Grenoble. Ha cantado en el Palais Garnier o el Concertgebouw de Ámsterdam. Se formó en el conservatorio de Versalles y en la actualidad suma una larga discografía que recorre Vivaldi, Haendel o Monteverdi hasta experimentos más arriesgados como las adaptaciones literarias a la música.  

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