Cultura

¿Quién es Paul Claudel? El escritor que Macron mencionó en el discurso de Notre Dame

El presidente francés subrayó metas comunes de la religión católica y el estado

  • Paul Claudel, escritor y diplomático francés

Muchos católicos españoles sintieron un fuerte rechazo a la ceremonia de reapertura de Notre Dame. Primero, por ausencias tan clamorosas como la del Papa Francisco, el ministro de Cultura Ernest Urtasun y cualquier otro representante de nuestro país. Tampoco sentó bien el número musical gospel del superventas Pharrell Williams, ya que se trata de un homenaje a un ritual protestante. Dicho esto, el presidente de Francia se redimió con un vibrante discurso sobre las relaciones entre religión y Estado.

Un fragmento para orientarnos: "En esta Francia que no sabe manejar bien su desconfianza respecto de las religiones, no he oído una sola voz que se haya levantado para protestar contra esta evidencia grabada en el corazón de nuestro imaginario colectivo y que es la siguiente: cuando llega la hora de la verdad, cuando la prueba nos conmina a reunir todos los recursos que uno tiene al servicio de Francia, la parte del ciudadano y la parte del católico arden, en el creyente convencido, en una sola llama", compartió.

No fue una mención aislada. "Estoy convencido de que los vínculos más indestructibles entre la nación francesa y el catolicismo se forjaron en aquellos momentos en los que se demostró el valor real de hombres y mujeres. No es necesario remontarse a los constructores de catedrales y a Juana de Arco: la historia reciente nos ofrece mil ejemplos, desde la Unión Sagrada de 1914 hasta la resistencia de los años 40, desde los Justos a los refundadores de la República, desde los Padres de Europa hasta los inventores del sindicalismo moderno, desde la gravedad muy decorosa que siguió al asesinato del padre Hamel a la muerte del coronel Beltrame; sí, Francia se vio fortalecida por el compromiso de los católicos", defendió ante líderes de todo el planeta. 

La parte cultural llegó con una mención a diversos escritores católicos franceses : "Hay que ser libre para atreverse a ser paradójico y hay que ser paradójico para ser verdaderamente libre. Nos lo recuerdan los mejores escritores católicos, desde Maurice Clavel a Alexis Jenni, desde Georges Bernanos a Sylvie Germain, desde Paul Claudel a François Sureau, desde François Mauriac a Florence Delay, desde Julien Green a Christiane Rance. Encontramos en esta libertad de expresión y visión de estos escritores católicos una parte de lo que puede iluminar a nuestra sociedad", declamó con su estilo reconocible. 

Conversión en la catedral

La mención a Claudel tiene una relevancia especial, ya que a los dieciocho años, estando en Notre Dame, sintió una fuerte llamada y se convirtió al cstolicismo, la noche de Navidad de 1886. En ese momento estaba sonando el Magnificat de Bach. Educado en un fuerte racionalismo, Claudel cambió su enfoque de manera radical y puso a Dios en el centro de su vida. "La liturgia y la asiduidad a las ceremonias de la Iglesia enseñan mucho más que los libros. Hay que sumergirse en este inmenso caudal de gloria, de certeza y de poesía", proclamaba. A modo de homenaje, una placa en el suelo de Notre Dame recuerda la conversión.

Así explicaba el momento el propio autor: "Yo estaba de pie entre la muchedumbre, cerca del segundo pilar a la entrada del coro, a la derecha del lado de la sacristía. Entonces fue cuando se produjo el acontecimiento que ha dominado toda mi vida. En un instante mi corazón fue tocado y creí. Creí, con tal fuerza de adhesión, con tal agitación de todo mi ser, con una convicción tan fuerte, con tal certidumbre que no dejaba lugar a ninguna clase de duda, que después, todos los libros, todos los razonamientos, todos los avatares de mi agitada vida, no han podido sacudir mi fe, ni, a decir verdad, tocarla. De repente tuve el sentimiento desgarrador de la inocencia, de la eterna infancia de Dios, de una verdadera revelación inefable", escribe en su clásico Mi conversión.

Claudel llegó a ser bien conocido por su literatura en todo el mundo, además de ser nombrado para cargos diplomáticos de alto rango

Casi todo en su biografía le conducía al ateísmo. Su madre era insensible a la práctica religiosa y su padre directamente anticlerical. Sólo por convención social y oportunidad, recibió los dos primeros sacramentos. La primera comunión era “al mismo tiempo el culmen y el final” de la práctica religiosa para muchos jóvenes de su época. A partir de su conversion, poseído por uns tremenda energía, Claudel tuvo éxito en todas las actividades que se proponía. Llegó a ser bien conocido por su literatura en todo el mundo, además de ser nombrado para cargos diplomáticos de alto rango. Todo un ejemplo de la comunion entre servicio a Dios y servicio civil que mencionaba Macron.

Cuando llegó a los Estados Unidos en calidad de embajador de Francia en 1926 (donde permaneció hasta 1933), sus obras fueron representadas con enorme éxito. En 1927, apareció en la portada de la revista Time (que se refería a él como “el grande, el inexplicable Paul Claudel”). Su gran aportación como crítico cultural fue defender que el aliento divino alimentaba toda la obra de Rimbaud. Incluso defendía que el precoz poeta se había convertido en los últimos momentos de su vida. No era una tesis intelectual, sino apoyada en la autoridad que da el hecho de que su hermana había estado presente en las últimas horas del autor de Una temporada en el infierno y las Iluminaciones.

En la recta final de su discurso, el presidente Macron hizo un llamamiento al entendimiento de la iglesia católica y el estado francés, que muchos conciben como entes antagónicos: "De una vez por todas tenemos que admitir la incomodidad de un diálogo que descansa sobre la disparidad de nuestras naturalezas, pero admitir también la necesidad de este diálogo porque cada cual en su ámbito aspira a fines comunes, que son la dignidad y el sentido". Una reflexión tan breve como profunda.

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