Cultura

'Ocho apellidos marroquís': la parodia de una familia conservadora sin relación con la célebre saga

Julián López, Michelle Jenner, Elena Irureta y María Ramos protagonizan una comedia que recurre al título de la película más taquillera del cine español

Fotograma de 'Ocho apellidos marroquís'
Universal

Ocho apellidos vascos se estrenó en las salas en 2014 y se convirtió en la película más taquillera del cine español, con más de 10 millones de espectadores y más de 77 millones de euros de recaudación. Cinco años más tarde se estreno Ocho apellidos catalanes, la continuación de la película protagonizada por Dani Rovira y Clara Lago, que también cosechó buenas cifras en taquilla: 9,5 millones de espectadores y 56 millones de euros. Ambas consiguieron, además, reconciliar a una parte del país con el cine español. Ahora se estrena una tercera parte de esta saga, bajo el título de Ocho apellidos marroquís, que se estrena este viernes y lo hace con cierta trampa.

La acción arranca en el pueblo imaginario de Pelayos, una villa marinera ficticia que usa como escenario natural el paraje de San Vicente de la Barquera. Allí, Carmen y Begoña asisten al funeral de su marido y padre, respectivamente. José María, dueño de una importante conservera, ha fallecido y ha encomendado a su familia un último deseo: recuperar el Sardinete, un barco pesquero que vendió hace años y que está en Esauira, en Marruecos. Guillermo (Julián López) profesor de golf, expareja de Begoña y aspirante ejemplar de yerno, decide acompañarlas en un viaje que les aterra a todos.

No hay aquí ni rastro de sus protagonistas, tampoco de los padres vascos, encarnados por Karra Elejalde y Carmen Machi, ni de aquel pretendiente catalán a quien dio vida Berto Romero en la segunda parte. Ni vascos, ni andaluces, ni catalanes, solo una familia acomodada procedente de Cantabria que, haciendo gala de sus posesiones y su posición privilegiada, viaja a su pesar a Marruecos, donde el choque cultural es inevitable. De hecho, el titular fue toda una sorpresa, porque el proyecto llevaba por título Casi familia, así que ahora le ha tocado al equipo de la película explicar por qué se ha metido con calzador en una saga de la que se ha imitado hasta el póster.

El título aquí, pues, es tan solo un reclamo publicitario para arañar quizás el éxito que cosecharon las dos películas dirigidas por Emilio Martínez-Lázaro. En su lugar, el cineasta Álvaro Fernández Armero, que cuenta con una dilatada experiencia en la comedia, asume las labores de dirección, mientras que Daniel Castro es el responsable del guion, que en las anteriores películas firmaron con más tino Borja Cobeaga y Diego San José.

"No hay una intención de continuidad. Lo que sigue es el universo que creó la saga, que consiste en comedia sobre choques culturales, una historia de amor que implica una redención y un trasfondo un poco político. Esta película tiene esos tres ingredientes porque de hecho es heredera de la saga", justifica el director en declaraciones a Vozpópuli con motivo del estreno de Ocho apellidos marroquís.

El cambio o la evolución más importante es, por un lado, "salir de las fronteras" para realizar un viaje a Marruecos, donde hay "otro idioma, otra religión y otra cultura" y, por otro, dar "un cariz de ternura" que imprime el propio director más allá del "humor que roza lo incorrecto". "La historia de amor tiene una evolución y un peso importante y al final con ese aprendizaje de los personajes el espectador se siente apelado", agrega.

Ocho apellidos marroquís y la rojigualda

Apenas unas semanas antes del estreno de Ocho apellidos marroquís, su director recibió un mensaje de Julián López con una imagen en la que se veía a un manifestante de Ferraz portando una bandera de España. "Se nos está quedando una España perfecta para estrenar la película", bromeó el actor en su mensaje. Lo cierto es que los protagonistas de esta película, sus allegados y los amigos con los que parecen codearse son una parodia de un sector conservador, religioso y defensor de la "marca España" a la que aluden, cuya bandera portan incluso en los calcetines.

"Son ese tipo de personajes que todos hemos visto y conocemos pero con los que nadie se está identificando. El aludido igual tampoco se da por aludido", justifica Fernández Armero, quien no obstante afirma que en estos chistes hay "mucho sentido del humor" y que en cualquier caso no están dirigidos a "herir sensibilidades". "Ni se va en contra de ningún colectivo ni se habla de ninguna ideología, pero es verdad que son personajes muy conservadores, pero sobre todo muy ignorantes, y por eso son racistas e intolerantes, por el miedo a lo que no conocen", explica. Sin embargo, reconoce que Ocho apellidos marroquís puede provocar la ofensa de algunas personas.

"Solo te lo pasas bien cuando rozas ciertos límites. Un humor blanco hoy en día no tiene mucho predicamento" Álvaro Fernández Armero, director

"En todo hay límites y por qué no los va a haber para el humor. Otra cosa es dónde se colocan y qué precio tiene haberlo transgredido. En eso me parece que es muy loco el mundo en el que vivimos. Por haber hecho un chiste con el que alguien se siente ofendido es muy desproporcionado mandarlo a la cárcel. Hacer comedia se ha vuelto complicado", reconoce el cineasta, director de la serie Vergüenza, en la que "no se deja títere sin cabeza" y en la que, sin embargo, sí se ha comprado "el marco" en el que se crea el humor.

"Lo que exige es un tino por parte de los guionistas y directores para que se entienda que quieres llegar lejos, y solo te lo pasas bien cuando rozas ciertos límites. Un humor blanco hoy en día no tiene mucho predicamento", defiende.