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Cultura

La novela de la muerte de Franco

Francisco Franco, en primer plano. Al fondo, el entonces Príncipe Juan Carlos.

La muerte de Francisco Franco fue un ejercicio narrativo en sí mismo: a juzgar por las muchas versiones distintas que de ella se tienen. Y aunque la realidad se encargó de hacer su propia ficción al respecto, la literatura convirtió la agonía y muerte del dictador en un terreno fértil para la novela y el cuento. Algunos de estos libros fueron escritos cuando Franco se encontraba aún muy lejos de la tumba, por lo que la recreación de su agonía y muerte tenía tanto de sublimación como de crítica. Otros, en cambio han hecho el ejercicio inverso, procurando su resurrección en las páginas de algunas novelas. 

Uno de los libros que recrea la agonía de Franco es La caída de Madrid (Anagrama), de Rafael Chirbes. En sus páginas, el autor de Crematorio sitúa la acción el 19 de noviembre de 1975. Alrededor del tiempo que transcurre hacia la muerte, Chirbes confecciona una novela coral en la que adquieren voz distintos personajes: el empresario enriquecido durante el régimen, don José Ricart, que recuerda melancólico su infancia; el comisario Maximino Arroyo, quien siente miedo de su futuro; el profesor Chacón, que da vueltas alrededor de una España que ya no le pertenece a su vuelta del exilio; Quini, un universitario que se debate entre su pertenencia a una clase social y su progresismo ideológico; Taboada, el oportunista, o Lucio, el obrero a punto de ser apresado.

Rafael Chirbes recreó el fallecimiento del dictador en 'La caída de Madrid', publicada por el sello Anagrama 

Construida a la manera de un retablo político, la novela de Chirbes se sirve de la muerte del dictador para extraer las claves de la España contemporánea. Hubo en cambio otros experimentos bastantes más literales –y viscerales-. En los años en los que el caudillo todavía gozaba de magnífica salud, hubo quienes fantasearon con su muerte en más de una ocasión. Eso le ocurrió a Nacho Jurado Martínez, el camarero que protagoniza La verdadera historia de la muerte de Francisco Franco, un amargo y sarcástico relato de Max Aub, publicado en 1960, en México. En la historia, Nacho Jurado Martínez, mesero del Café Español de la Ciudad de México, harto ya de los españoles que invaden su café y le amargan la existencia, llega a la conclusión de que la única manera de librarse de ellos es acabando con la fuente del problema y el motivo que los lleva a vivir en el exilio, es decir, Franco. Convencido de que dará resultado, planea un viaje a España para acabar él mismo con la vida del dictador.

"¡Qué duro es morir!, le dije a Pozuelo cuando me bajaban a esa especie de quirófano de campaña montado de urgencia en el cuerpo de guardia", escribió Juan Luis Cebrián en las páginas de Francomoribundia, la segunda novela de la trilogía El miedo y la fuerza y que continúa al primer volumen, La agonía del dragón. Como parte de la saga histórica que recrea la desaparición del Franquismo y Ta transición, Cebrián aprovecha Francomoribundia y apela a la ficción para conseguir que alguien sea capaz de narrar su propia muerte, en este caso Francisco Franco, quien sumido en la bruma del moribundo, parece asediado más por el temor que por el remordimiento. "¡Señor, señor! Tú sabes mejor que nadie lo que es morir. Es mucho más difícil que matar”, pone Juan Luis Cebrián en la boca de un Franco agonizante.

Manuel Vázquez Montalbán ensayó una autobiografía de Franco y Juan Luis Cebrián lo hizo narrar su muerte en primera persona

Transmutado en el dictador por obra y gracia de la ficción literaria, Marcial Pombo, el narrador del Manuel Vázquez Montalbán en La autobiografía de Franco, podría formar parte de una biblioteca funeraria, pues la historia se desarrolla justo después del fallecimiento del caudillo. El libro, publicado por Planeta en 1992, el año en que se celebraba el centenario del nacimiento del dictador, comienza con la propuesta que recibe Pombo, un escritor menor al borde de una jubilación: un editor le pide escribir una autobiografía en primera persona del general Franco. El encargo le parece un sarcasmo, pero acepta. Para acometer semejante empresa, Pombo echa mano de la falsa objetividad y autocomplacencia que usaría Franco para hablar de sí mismo, a la vez que sazona con su propia visión.

Manuel Vázquez Sallés resucita al generalísimo en Si levantara la cabeza (Destino), quien acude a unas elecciones en la España democrática. Para conseguir la victoria, la Fundación Franco y Cía recurren a Paquito, un hombre a quien los socialistas no le dejaron entrar en la legión por ser estrecho de pecho, y que ha rumiado durante años su odio y resentimiento. Tras darle formación política (subvencionada por un banquero), clases de liderazgo y una necesaria puesta al día, esta versión de Franco se convierte en el máximo líder del partido CAP, Cuarenta Años de Paz, cuyo emblema no es otro que dos jamones cruzados.

Romanticismo, de Manuel Longares, también está ambientada en los años siguientes a la muerte de Franco. En sus páginas, Longares convierte la transición democrática española en materia novelable y, al hacerlo, muestra esa tensión entre la clase que ocupa el poder político y los aspirantes a sustituirla en ese espacio de la hegemonía y el privilegio.A la manera de una novela coral, Longares narra la vida de tres generaciones de una misma familia. Hace un retrato minucioso de la burguesía franquista: sus contradicciones y paradojas.

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