El argentino Nahuel Pérez Biscayart se mueve como pez por el agua por diferentes filmografías. Sin ir más lejos, si hace tres semanas llegó a los cines españoles de la mano de la española Marta Nieto y su debut en el largometraje, La mitad de Ana, el próximo mes de mayo estrenará El jockey, del también argentino Luis Ortega, y este viernes llegó a los cines con No hay amor perdido, escrita y dirigida por el francés Erwan Le Duc.
El actor se sintió atraído por una historia poco convencional que desafía al presente con buenas dosis de ternura, a partir de un padre casi adolescente que, tras ser abandonado por su pareja y verse obligado a criar en solitario a su hija, logra construir una vida feliz a base de cariño y cuidados. Su equilibrio emocional se verá amenazado el día que descubre en la televisión a la mujer que les abandonó.
A grandes rasgos, No hay amor perdido propone "la posibilidad de una paternidad diferente, un padre tierno, vulnerable, que juega al fútbol y también es sensible" y se presenta como una película que, además, "desarma los lugares estereotipados que hombres y mujeres deben habitar", acerca de cómo afrontar la maternidad o la paternidad. "No existe el padre o la madre perfectos", cuenta el actor a Vozpópuli en una entrevista en videoconferencia.
La primera lectura de guion del proyecto de Erwan Le Duc, que mezcla el drama con la comedia y el surrealismo ligero, provocó la emoción en Pérez Biscayart, según él mismo reconoce. "Me abrió a lugares de ternura, me hizo llorar, me conmovió, tocó teclas necesarias hoy en día", reconoce.
Los personajes de esta película, en esencia protagonizada por un padre que no muestra rencor y una hija que siente amor incondicional hacia su padre, "pueden reconciliarse con el dolor de estar vivos de una manera no heroica, no épica, colectiva, tierna, amorosa, afectiva, todas casi malas palabras hoy en día", a juicio del actor. "Es bastante política en ese sentido, porque propone formas de resolución de una tragedia bastante optimistas y colectivsa", ha señalado.
Así, este drama reivindica una postura ante lo que el actor considera "una aceleración hacia la destrucción de toda posibilidad de lo colectivo" que a su juicio es "abrumadora". "Nunca había vivido tanta atomización en los seres humanos, tanta separación, tanta distancia, tanta aversión, la idea de que el otro es automáticamente un enemigo, o alguien con quien uno tiene que competir. Todos esos valores ya dieron la vuelta ocho veces, y ahora ya estamos en un estado de guerra pura, un genocidio en vivo y el mundo sigue girando", lamenta.
Karla Sofía Gascón
Más allá de cuestiones generales, y preguntado acerca de la polémica en torno a la actriz Karla Sofía Gascón, nominada a los Oscar por su papel en Emilia Pérez, uno de los asuntos sobre los que más se ha escrito en la última semana, el actor argentino ha afirmado no estar al corriente de los tuits que encendieron la controversia y no tener especial interés en lo que se mueve en torno a los Oscar, aunque sí se ha pronunciado acerca de parte de los asuntos que se han debatido en los últimos días.
Por un lado, considera que "no por ser parte de una minoría uno es un ser de luz" y que en la "complejidad humana, nadie esta librado de nada". "Puedes ser trans, gay, mujer, marica, negra y no por eso vas a tener una visión del mundo que esté completamente libre de prejuicio, de privilegio o de búsqueda de privilegio. Eso es lo más evidente", afirma en referencia a los tuits que han causado polémica. Del mismo modo, cree que es importante manifestar "disculpas sinceras" y también "operar en consecuencia", algo que cree que se ve "en la práctica humana".
"No por ser parte de una minoría uno es un ser de luz"
Lo que Pérez Biscayart encuentra doloroso es que "alguien que claramente no viene de una situación de privilegio no pueda asociar su lucha a las de las otras minorías", porque siente que hay una suerte de traición y de autoodio". "No entiendo qué proceso individual hay que te asocia a lo más rancio de la visión del mundo. Es lo que más me duele, pero no por eso le voy a condenar a muerte. No por ser minoría tienes la conciencia del otro super trabajada. Siento que también se da más de lo que es porque es una mujer trans", reconoce.
Dicho esto, el actor argentino se opone a la cancelación, un mundo que afirma no entender. "La cancelación es un lugar cobarde de no querer tener contacto con ese lugar, como si fuera un lugar extinguido de uno, como si la cancelación nos librara de un mal que no nos habita, cuando en realidad, si nos afecta es porque muchas de esas cosas también viven en uno. En vez de abrir el debate con ese otro que encarna esas ideas -pero que no necesariamente es esas ideas- se anula toda posibilidad de diálogo", comenta.
"Está buenísimo poner de manifiesto las injusticias, las situaciones de privilegio, la discriminación, la estigmatización, todo, y si hay peligro de vida en relación a abusos o comportamientos muy graves hay por supuesto que cortarlo del camino o aislar a esa persona porque puede causar daños muy grandes, pero después, en el otro sentido, lo más interesante es que el debate se abra incluso más", agrega.