Quantcast

Cultura

Gijón Sound Festival: homenajeando al alma de Los Ilegales

Jorge Ilegal.

Cada festival busca un elemento diferenciador que en este caso será más que sabroso en las dos jornadas centrales. Pero fue durante la segunda, el día 18, cuando sobre el escenario de Laboral-Centro de Arte y Creación Industrial se rindió homenaje a uno de esos personajes anclados en la memoria de todo el que escuchaba rock en los 80: Jorge Martínez, más conocido como Jorge Ilegal.

Quien fuera líder de Los Ilegales estará acompañado para la ocasión por parte de lo más granado de aquella época: Jaime Urrutia (Gabinete Caligari), Johnny (Burning), Josele Santiago (Enemigos), Julián Hernández (Siniestro Total), Los Rebeldes, o propuestas más actuales como Triángulo de Amor Bizarro. Durante el primer día, y bajo el epígrafe De 1990 al presente, el escenario fue  tomado por grupos que hunden sus raíces en el rock and roll más underground, desde los asturianos Dr. Explosion al actual guitarrista de Los Trogloditas de Loquillo, Igor Paskual, presentando su disco en solitario, o los incombustibles norteamericanos The Cynics, abanderados del mejor ‘garage-rock’.

El sopapo de Los Ilegales

En 1982, y tras finiquitar anteriores proyectos como Los Madson, Los Ilegales irrumpen en el panorama del pop español con un disco homónimo que supuso un auténtico sopapo para muchos estómagos que comenzaban a estar muy agradecidos. Con una actitud que brotaba directamente del punk, y un sonido que surcaba entre la nueva ola británica o el rock y el blues más austero, un encarado y malhablado Jorge Ilegal era capaz de deslumbrar, y asustar, con canciones como “Hola mamoncete”, “Tiempos nuevos, tiempos salvajes”, “Problema sexual”, “Heil Hitler” o “Yo soy quien espía los juegos de los niños”.

Tras una carrera con más de una decena larga de discos que les llevó hasta mediados de los años 2000, Jorge Ilegal cambió de aires, de sonoridades, pero nunca de esa voz tan personal, para crear Jorge Ilegal y Los Magníficos, donde fusionan boleros con clásico rock&roll de los 50 o imparables cha-cha-chas, siempre con un envidiable sentido lúdico. Se ha tratado, sin duda, de un homenaje más que merecido.

Ya no se pueden votar ni publicar comentarios en este artículo.