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Marcelo Gullo: "Lo que no se perdona a España es haber llevado el catolicismo a América"

Su libro ‘Madre patria’ propone un despertar geopolítico contra siglos de leyenda negra contra la conquista española

Marcelo Gullo parece ser una de las revelaciones editoriales del momento en España. Nacido en 1963 en Rosario, Argentina, ha dedicado gran parte de su obra a luchar contra las inercias imperialistas. Académico y especialista en Relaciones Internacionales ha decidido salir del despacho de profesor y tomar partido en un combate que pasa totalmente desapercibido para la gran mayoría. Su último libro, Madre patria: Desmontando la leyenda negra desde Bartolomé de las Casas hasta el separatismo catalán, publicado por Espasa, le ha convertido en una voz relevante.

Se trata de la feroz (pero silente) batalla por el relato de la historia. Pues considera que la leyenda negra antiespañola es la mayor y más acabada campaña de propaganda política de la historia. Y no se trata de un episodio aislado de la historia de España, sino de un acontecimiento fundante de la historia universal que prendería la mecha de la Edad Moderna. En esta misma línea, en octubre de este año se estrenaba España, la primera globalización (2021), documental dirigido por José Luis López-Linares, que puso patas para arriba las carteleras con un recibimiento inesperado. Documental en el cual nuestro autor participó con un papel protagónico.

En esta entrevista pone los puntos sobre las íes desplegando el conocimiento que se espera de un intelectual y la destreza propia de un soldado. Quisiera encuadrar la conversación mantenida con Gullo citando a uno de los más grandes e insignes pensadores que dio el pensamiento español, el extremeño Juan Donoso Cortés: “Cuando el pueblo inglés abre la mano, y coge un imperio, como el águila abre la garra de una paloma, por más que busquéis, no hallaréis en su fisonomía la huella que deja el remordimiento en el que usurpa, sino al contrario, la huella que deja el propio contentamiento en el que recobra lo suyo. El pueblo inglés está más seguro de su derecho cuando entra en una ciudad a fuego y sangre, que esa ciudad misma cuando se defiende. El pueblo inglés es el símbolo del egoísmo humano, puesto en adoración de sí propio, y elevado, por el medio del éxtasis, a su última potencia”.

Porque la historia que han pretendido por todos los medios borrarnos es, en realidad, la proeza ética de un imperio que cuando tuvo oportunidad de cerrar las garras sobre la presa de las Américas tuvo la huella del remordimiento y se encomendó a los más ilustres filósofos comprobar si aquella empresa era justa o no a los ojos de Dios y de los hombres.

Pregunta: Hasta qué punto considera que puede ser una anomalía que sea un argentino el que tenga que explicarnos nuestra propia historia…

Respuesta: Porque la leyenda negra fue aceptada por España primero durante el reinado de los Austrias. España no se defiende, no se defiende porque los Austrias no entienden qué es la propaganda política. Hay un hecho insólito en la historia de la humanidad: ese hecho insólito es que por primera vez un reino, una potencia que ha emprendido una conquista la detiene para ver si tiene derechos o no hacia la conquista. Esto fue la primera vez que se produjo en la historia y la última. Lo que habla de que independientemente de los hechos negativos que se puedan haber producido, la intencionalidad queda a las claras que no era una intencionalidad imperialista. Nadie que tenga una intencionalidad puramente imperialista se pregunta si tiene derecho o no a la acción que está llevando a cabo. ¡Esto me parece fundamental! Porque nunca se explica…

En España es donde por vez primera un poder que lleva a cabo una acción de expansión se pregunta si tiene derecho o no. ¿Por qué? Porque España no tiene en su concepción una base imperialista. Genéticamente le es ajeno. Entonces, los Austrias están convencidos de que -independientemente de todos los errores que se puedan haber cometido por parte de sus hombres en América- ellos hicieron una acción correcta. Claro que pudo haber asesinatos, violaciones, pero ellos están seguros de que independientemente de eso, han hecho una acción correcta y, por lo tanto, no consideran necesario defenderse ante la infamia que monta primero Holanda y la Casa de Orange, después Inglaterra y después Francia. Porque no se entiende el significado de la propaganda política como destructora del mismo poder nacional.

Ahora bien, este dejar hacer a los enemigos se agrava porque cuando se produce el cambio de dinastía y entran los Borbones, el primer borbón que gobierna es un francés que ha sido educado en el odio a España. Es decir, el odio a todo lo que España significa. Por ende, lo que hace él es continuar esa campaña de demolición contra España en la propia España. La continúa. Y, por ejemplo, todos los teatros de Madrid se llenan de obras ‘negrolegendarias’. Empieza en el ser colectivo español a asumirse que esa falsa historia de la conquista española de América es cierta.

P: Por una parte, se ha referido a toda la filosofía ética que nace en el seno de la Escuela de Salamanca acerca de la guerra justa y, por otro, la anomalía que representa que todas las potencias tengan su propia leyenda negra, pero sólo España la haga tan “suya”.

R: Después de aquello pasa algo importante. Sobre este sustrato de aceptación de la leyenda negra que impulsan los borbones viene a montarse una izquierda española (que nunca es una izquierda nacional) que reniega de la propia España, que considera que toda su historia es un error, asumiendo la leyenda negra también. Este cúmulo de acontecimientos, es decir, (i) la no defensa; (ii) la asunción por parte de la monarquía de la leyenda negra; y (iii) una izquierda ascendente que la asume (cosa que se agrava más después del franquismo) hace que el grueso de la población española se olvide de su propia historia y España quede completamente subordinada ideológicamente a aquellas potencias que pugnaban contra España por la hegemonía mundial. Queda subordinada ideológicamente a los enemigos de España y, por tanto, resulta natural que desde afuera se observe esta realidad mejor que desde adentro, porque desde afuera se observa que este país ha sido completamente subordinado ideológicamente. Y esa es la explicación de por qué un argentino puede observar con mayor objetividad lo que se ha producido porque lo mira desde afuera de la península. No desde afuera de la Hispanidad, sino desde afuera de la península, sin contaminaciones.

El imperialismo inglés, aliado con la oligarquía financiera internacional, se propone derribar esa muralla frente la usura internacional que es el catolicismo

P: En la presentación en la librería Tercios Viejos usted afirmaba que “los españoles han perdido la noción de amigo-enemigo (…) No creo que ningún romano haya creído jamás la historia de Roma contada por Cartago; jamás he escuchado que un francés haya creído la historia de Francia en 1914 contada por los alemanes; que los españoles crean la historia de España contada por sus enemigos es realmente asombroso”. ¿Discurren en paralelo una cierta leyenda negra antiespañola y otra contra la Iglesia católica?

R: Vamos a ver, en realidad la crítica a España sobre la que se fundamenta la leyenda negra es un “tiro sobre elevación” -como se dice en el ejército-, un “tiro sobre elevación” al catolicismo porque lo que no se le perdona a España es haber llevado el catolicismo a América. Y esto es fundamental de entender, porque del ecosistema calvinista va a surgir un modo de ver el mundo, una cosmovisión, una forma de concebir el mundo basada en el utilitarismo. Es decir, “es bueno lo que es útil” y ¿qué es útil? Es útil lo que me hace ganar dinero. Ergo, es bueno aquello que me hace ganar dinero, por eso el tiempo es oro en esta concepción utilitarista. Este utilitarismo permite tanto el desarrollo del imperialismo británico como del capitalismo salvaje. Y, claro, esa concepción utilitarista encuentra una muralla en el pensamiento católico que dice: “no es bueno lo que es útil para ganar dinero”, sino que es bueno aquello que manda la moral, los valores. Entonces, esa concepción católica tenía que ser destruida, vencida por Inglaterra para poder instaurar en el mundo el imperialismo británico y el modo de producción que ese imperialismo ha impuesto que es el capitalismo salvaje. El catolicismo tenía que ser derrotado.

P: Esto mismo lo explica muy bien Max Weber en su obra ‘La ética protestante y el espíritu del capitalismo’. No por casualidad desde el pensamiento católico se habla de la “usura” mientras la banca germina en el resto de los países protestantes, desde Inglaterra a Países Bajos.

R: Usted ha dado ahora mismo la clave. El imperialismo inglés lleva su lucha contra España y el catolicismo, aliado de la oligarquía financiera internacional. Y aliado con la oligarquía financiera internacional se propone derribar esa muralla a la usura internacional que es el catolicismo. Esta oligarquía necesitó siempre de un Estado como punta de lanza para poder llevar a cabo su arquetipo. Primero se alió con Inglaterra y después, sobre todo, a partir de 1911 cuando Wilson crea la Reserva Federal se alió con los Estados Unidos. Ahora, después de la revolución científico-tecnológica y de la caída del Muro de Berlín esta oligarquía financiera internacional adquiere tal autonomía política que ya puede prescindir de los Estados. Entonces, ya ahora incluso el Estado británico y el Estado norteamericano que eran sus aliados naturales le molestan y emprende también una campaña de demolición contra aquellos Estados que fueron aliados. Es decir, esto comprueba que nadie puede acostarse con Drácula y querer amanecer a salvo. Roma no paga traidores. ¿Se entiende?

Hemos pasado de la destrucción de España a la demolición de Occidente que es el objetivo hoy de la oligarquía financiera mundial. Si el primer objetivo era la destrucción de España bajo la alianza con Inglaterra y Estados Unidos, ahora el objetivo es la demolición de Occidente todo. Por eso vemos continuamente paradojas como el intento de prohibir a Beethoven al cual se le acusa de racista, por ignorantes, sin saber que a Beethoven le llamaban ‘el español’, no sólo porque su abuela fuera española, sino porque era más oscuro que el resto de los alemanes. Le llamaban el español de forma peyorativa porque era oscuro para los alemanes y lo acusan justamente a él de racista que era el menos ‘alemán’ de todos físicamente. Pero bueno, así son los ignorantes.

El pobre Aznar, de escasa formación geopolítica, confunde táctica y estrategia: una cosa es que tácticamente no haya alternativa y otra es que yo estratégicamente no construya una alternativa

P: Parece que los españoles estemos dispuestos a comprar a toda costa el movimiento Black Lives Matter sin apenas negros y el indigenismo sin noticias de indígena alguno… ¿qué alternativa ve a corto o medio plazo para dejar de importar productos culturales anglosajonizantes?

R-. La alternativa es sencilla: ir siempre a la raíz del problema. La raíz del problema es la leyenda negra de la conquista española de América, porque ese es el huevo de la serpiente. Lo que ha hecho que España esté subordinada ideológicamente y perder su autoestima. Por lo tanto, el primer paso es rechazar, destruir acabar con la leyenda negra de la conquista española de América, para que España vuelva a reconstruir su ser nacional. Porque de lo que se trata acá es del ser nacional propio de España, de la Hispanidad. Porque, en realidad, ¿qué es España? España no es nada más que un pedacito de un conjunto mayor que se quedó con el nombre. España iba desde los Pirineos a Filipinas y desde Alaska a la Tierra del fuego. Todo eso era España. También podemos decir que Hispanoamérica iba desde los Pirineos a Filipinas y desde Alaska a la Tierra del fuego, porque era una sola unidad. Es decir, en el seno del imperio se estaba engendrando una nación, estaba creciendo como en la panza de una mujer, pero fue abortada por obra de la diplomacia británica y sus intrigas. Esa nación no pudo ser. Al no poder ser, un pedacito de esa comunidad se queda con el nombre de España. Y de ahí viene un gran trauma. ¿Por qué? ¿qué es lo que no entiende ese pedacito que se quedó con el nombre de España? ¿Qué es lo que no entienden México, Honduras, Argentina, el Perú? que todos estábamos en un mismo barco. Un transatlántico gigante. Que ese transatlántico chocó contra un iceberg se hundió y cada uno agarró un bote salvavidas. Uno agarra un bote más grande, otro más chico. Pero en realidad, el origen de nuestros problemas es que ¡nosotros perdimos el transatlántico! ¡Ahí está el origen de nuestra debilidad! No hay que estar buscando en otro lugar, sino en la pérdida de la unidad. Entonces, claro. Ahora todos navegamos en pequeños barcos en lugar de navegar en el gran transatlántico que teníamos antes…

P: Usted también ha señalado al independentismo como ese modo de balcanización… Siempre, desde Ortega y Gasset la consigna parece ser el ir a caballo de la Europa protestante. Si nos fijamos en cuáles son, por ejemplo, las alianzas de la Cataluña procesista vemos que siempre están ahí los británicos, los alemanes, etcétera. Nunca miran hacia los países católicos.

R: Hay que ser claros. Acá lo que nadie dice es que una cosa es el discurso y otra cosa es la política. La política real es que Alemania lleva a cabo sobre Europa una sutil política de subordinación. Y esa es la verdad que ningún político español por falta de cojones se atreve a decir… Esa política de subordinación se complementa con una política de fragmentación territorial, porque fue Alemania la que fragmentó Yugoslavia, fue Alemania la que está detrás del independentismo que dio como resultado la separación de Ucrania de Rusia, esa es la verdad. Por supuesto, los políticos alemanes lo negarán en 48 idiomas. Esa es la política real, lo otro son discursos y los discursos se los lleva el viento de la Historia.

P: A nivel geopolítico, ya desde los inicios de la Guerra Fría, pasando por la entrada de España en la Unión Europea en el 86 y, sobre todo a partir de la alianza de José María Aznar con Tony Blair y George Bush, se nos ha vendido que no existe una alternativa al atlantismo. ¿Cree que hay una salida viable a esta estrategia?

R: Ahí el pobre Aznar -de escasa formación geopolítica- confunde entre táctica y estrategia. Una cosa es que tácticamente no haya alternativa y otra es que yo estratégicamente no construya una alternativa. ¿Por qué? Porque en términos estratégicos para los pueblos, para la vida de los pueblos una década es un día. Entonces, yo puedo tácticamente aceptar algo, pero trabajar estratégicamente para dentro de 30 o 40 años cambiar y revertir esa situación. Pero él no entiende la diferencia entre táctica y estrategia. Él no entiende lo que significa (como sí entiende la dirigencia china) trabajar para 40 o 50 años, él es como todos los políticos españoles: trabaja para el día a día. Y al no tener nociones básicas de geopolítica por eso acaba haciendo esa barbaridad. Puede no haber alternativa hoy lo que no implica que siga sin haberla dentro de 30 años porque yo tengo que trabajarla, prepararla.

P: Y ¿cree usted que se podría preparar esa futurible plataforma hispánica?

R: ¡Por supuesto!, se trata de un proceso de construcción. Si no, explíqueme esto. ¿Qué era China en 1949? la nada; ¿qué era China en 1980? la nada. Sin embargo, los chinos dijeron: vamos a trabajar para ser una gran potencia y finalmente fueron una gran potencia. Eso les llevó X cantidad de años. Se trabaja así en la Historia. Los estadistas trabajan así. Esa es la diferencia entre un estadista y un político: el político trabaja en el día a día y el estadista trabaja a 30 o 40 años vista. ¿Qué era Estados Unidos con Washington? Una pequeña franja entre el Océano atlántico y los Apalaches. ¿Qué hubiese hecho Washington si hubiera sido igual que Aznar? Hubiera dicho, “bueno, no tenemos otra alternativa, tenemos este pedacito”. Pero se sobrepuso y dijo: “no, vamos a construir un Estadocontinente, aunque esto nos lleve 50 años”. Esa es la gran diferencia.

A mí no me interesa ir a un museo a ver cuadros; yo lo que quiero es cambiar la historia.

P: ¿Es posible construir algo con EE.UU., una potencia que subordina sistemáticamente a sus aliados?

R: Uno puede estar tácticamente aliado con Estados Unidos, no estratégicamente: son dos cosas distintas. ¿Verdad? Yo, tácticamente puedo aliarme con el diablo y no hay ningún inconveniente. Estratégicamente no. Estratégicamente debo construir mi propio proyecto. Un proyecto siempre es un proyecto mío de autonomía y ningún gran poder admite la autonomía del otro, sino que lo quiere a uno subordinado. Tanto Estados Unidos como China quieren a una España subordinada. ¿Es que Estados Unidos y China son malvados? No. Los poderes en el mundo actúan así. Entonces, yo puedo tener una alianza táctica, pero no estratégica porque el proyecto estratégico siempre es el proyecto de construcción de poder propio y los otros no lo quieren. Y esto no tiene nada que ver con la ideología, lo que pasa es que hay políticos en España que todo lo quieren ver a la luz de la ideología y no, deberían verlo a la luz de cómo opera el poder, de los juegos de la política internacional. No importa si son comunistas o si son capitalistas: el que tiene poder trata de que el otro no lo tenga.

P: Por tanto, ¿quiere decir que la única opción viable para España, en este sentido, sería una plataforma de la Hispanidad con una cierta centralidad española?

R:La centralidad de España ya está perdida. Si va a haber una centralidad será una centralidad ubicada en algún lugar de Hispanoamérica (entendida Hispanoamérica incluyendo al Brasil porque la Hispania romana incluía a Portugal). Hay dos países que podrían protagonizar una centralidad. Uno es México y el otro es Brasil. Por su propio peso demográfico, por su propio peso industrial, político y territorial son los únicos dos países que podrían, si tuvieran conciencia de esto, protagonizar una centralización. México o Brasil, no hay otra alternativa.

P: ¿Hay algún proyecto que apunte en esa línea?

R: No, desgraciadamente hoy no hay ninguno.

P: Antes de finalizar, me gustaría saber qué es lo que le llevó a investigar la leyenda negra antiespañola.

R: Soy un amante de la verdad. Porque la verdad nos hace libres, la mentira nos hace esclavos y lo que hay acá es una auténtica falsificación de la historia. Una gran mentira que nos hace esclavos y nos subordina al poder mundial con sus consecuencias políticas y sociales. En el caso hispanoamericano la consecuencia es el subdesarrollo, el hambre y la miseria del pueblo. Y yo siempre me he revelado contra la injusticia social. Eso fue lo que me llevó al estudio de la Ciencia Política y también a la actividad política. Es decir, sublevarme contra una clara situación de injusticia social que hace que en una región que lo tiene todo el pueblo no tenga nada…

Todo empieza en mi adolescencia cuando comienzo a estudiar el tema de las invasiones inglesas en el Río de la Plata de 1806-1807 en donde aparece un grupo de personas en Buenos Aires -que nosotros denominamos la oligarquía porteña- que va a pactar con Gran Bretaña aceptar esa subordinación y que va a maldecir a España, poniéndonos de rodillas ante Inglaterra. Ver esa oligarquía plegada a los intereses del imperio británico, la misma oligarquía que después explotaría duramente al pueblo argentino fue lo que motivó mi deseo de estudiar la historia y mi deseo de cambiar la realidad.

P: ¿Cómo ha sido recibida su última obra, Madre patria, en España?

R: Bueno, pienso que se ha recibido de forma positiva, mucho más allá de lo que yo esperaba. Bastante positiva. Evidentemente, se ha despertado una inquietud a partir de la publicación de mi obra que se palpó sobre sacar definitivamente este velo que cubre los ojos de los españoles que es la leyenda negra.

P: Sin embargo, ya hay una ristra de autores que llevan un tiempo tratando de desmontarla. Pienso en Iván Vélez, Pedro Insúa, Javier Santamarta o, por supuesto, María Elvira Roca Barea. ¿Qué aporta su propuesta que no aporten otros libros?

R: Una lectura geopolítica. El libro no es un libro de historia. Es un libro que se basa en la historia para explicar el presente y cambiar el futuro. Porque si no es como ir a un museo y a mí no me interesa ir a un museo a ver cuadros. Yo lo que quiero es cambiar la historia.

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