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'La niña de la cabra': juegos, muerte y miedos infantiles en el Madrid de los 80

La actriz y directora afincada en Nueva York regresa a su infancia con una fábula tierna, luminosa y conmovedora

  • Fotograma de 'La niña de la cabra' -

Se presenta como una película recomendada para la infancia y lo cierto es que propiciará al menos largas conversaciones entre progenitores e hijos, abuelos y nietos o tíos y sobrinos. La niña de la cabra, la segunda película de Ana Asensio, ocho años después de debutar en el largometraje con Most beautiful island (2017), fue una de las grandes sorpresas de la pasada edición del Festival de Málaga y ahora llega a los cines. 

Esta película es una fábula nostálgica de lo que era la vida para los niños en la España de los años 80, en la que asuntos importantes como la muerte eran cosa de mayores, y en la que la imaginación era el salvavidas que permitía entender lo que ocurría a su alrededor. 

En un contexto que aparece representado con guiños a la época -como la transformación de Pirri, icono del cine quinqui, en crítico cinematográfico en televisión-, la directora, afincada a Nueva York, viaja en el tiempo y el espacio al barrio de Madrid en el que creció para reproducir a través de un personaje infantil ficticio las cuestiones existenciales y los miedos que ella misma experimentó. 

"Me preguntaba mucho por la muerte y por la existencia de Dios. La primera comunión me angustiaba, más que entusiasmarme. No entendía nada, tampoco de la catequesis. He ido depurando esos recuerdos y buscando referencias para contar la historia", explica en una entrevista a Vozpópuli

La niña de la cabra está ambientada en Madrid en 1988 y protagonizada por Elena, una niña de ocho años que sufre la pérdida de su abuela. Entre sus dudas y sus miedos sobre el significado de la muerte, se prepara para recibir la primera comunión y empieza una amistad con Serezade, una niña gitana que baila en su barrio. Las cosas han cambiado en la actualidad y, según la propia directora afirma, en su caso, le inquieta hablar sobre un asunto, la muerte, sobre el que sus hijos le hacen preguntas. "Les hablo desde la realidad, porque yo también me hago preguntas con la edad que tengo y su abuela, también. Este misterio que surge en la infancia es el misterio de la vida que llevamos hasta el final", apunta. 

"Los niños incluso ven las cosas feas bonitas si están contentos y si hay algo que les hace ilusión"

Ana Asensio, que actuó a finales de los años 90 en la serie juvenil Nada es para siempre y que desde 2001 vive en Nueva York, conoció a Pedro Hernández Santos, productor del filme, en los premios Spirit Awards, y decidió regresar a su ciudad de origen para contar una historia nostálgica y "luminosa", aunque muchos la ven como "un recuerdo de una España muy triste". 

"No lo veo así. He intentado ser fiel a mis recuerdos porque creo que percibir la realidad desde la infancia era lo que buscaba. No quería contar la historia de un adulto que mira hacia atrás, sino de un niño que está viviendo en ese momento esas situaciones. Los niños incluso ven las cosas feas bonitas si están contentos y si hay algo que les hace ilusión", destaca la directora sobre una película en la que la cámara baja al nivel de los ojos de la pequeña protagonista. 

El objetivo de Ana Asensio es regresar a España y establecerse con su familia, aunque no es una decisión rápida ni fácil. De momento, está escribiendo un futuro proyecto y está también rodando una serie de televisión para Netflix, una experiencia "enriquecedora" después de tantos años sin actuar. "Hay un panorama ahora mismo muy interesante en España", concluye.

 

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