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Cultura

Karra Elejalde: u0022Hemos perdido nuestro instinto animal y hasta la intuiciónu0022

El actor protagoniza junto a Enric Auer 'La vida padre', una comedia culinaria que se estrena este viernes

Karra Elejalde y Enric Auer en 'La vida padre'
Paramount Pictures

Karra Elejalde regresa a los recuerdos de su infancia con la película La vida padre, una comedia en la que comparte protagonismo con el actor Enric Auer y en la que da vida a un chef con una mente anclada en el pasado que reaparece tras más de dos décadas desaparecido para ponerlo todo patas arriba y, de paso, arrancar la risa del público en los cines a partir de este viernes.

Cuando uno ve a una pareja cómica es fácil preguntarse lo difícil que debe ser conseguir esa química, en un género en el que existe una fina línea entre el éxito y el fracaso. Karra Elejalde, tan curtido en el terreno del humor en el cine con ejemplos como Ocho apellidos vascos (2014), Ocho apellidos catalanes (2015) o Poliamor para principiantes (2021), no cree que existan diferencias con una pareja romántica, "como Olivia y Travolta", según ha señalado en una entrevista a Vozpópuli.

"A veces los profesionales damos un beso a la chica y a la chica le apesta el aliento; o tú eres un alcohólico y apestas a alcoholazo y, sin embargo, sabemos conseguir la mentira. ¿Por qué en comedia no lo vamos a conseguir? Si tratáramos la comedia con el mismo rigor que el drama entenderíamos que la química puede ser necesaria y, si no, se imposta", cuenta el actor.

Si tratáramos la comedia con el mismo rigor que el drama entenderíamos que la química puede ser necesaria y, si no, se imposta", señala Karra Elejalde

En este caso particular, con Auer ha habido "muy buena química", pero reconoce que "la ilusión de trabajar juntos puede irse a la porra" en cuanto te conoces. "La gente se piensa que solo nos vemos cuando estamos rodando, pero cortas el rodaje, te vas al bocadillo y si estás con él hablas de fútbol, de lo que te gusta y lo que no. Somos endogámicos. La química se acaba dando. Si sabes que vas a estar dándote besos con esa chica desnudo en la cama más te vale que haya buen rollo", cuenta.

Enric Auer y Karra Elejalde en 'La vida padre' / Paramount Pictures

El personaje al que interpreta Karra Elejalde está anclado en el año 1990, lo que da pie a hablar de la nostalgia, de la parte positiva de echar de menos y de aquello que ambos actores envidian de otra época. Elejalde confiesa que, como amante de la música, solo aguante hasta los años 80. "A partir de entonces lo que se ha hecho no me interesa", admite. El actor también extraña la proximidad de la gente, las conversaciones en el ascensor. "Ahora, en un vagón de cercanías hay 30 personas y cada una haciendo sus chorradas con el móvil. Hemos perdido muchas cosas. Las ciudades nos han vuelto frívolos e impersonales", señala.

Enric Auer, sin embargo, reconoce que se siente nostálgico de un momento que no ha conocido. "Me habría gustado vivir el Ampurdán de los años 50, el Cadaqués de los pescadores y no el de cara a la galería, el de los oficios, el campo de verdad, cuando todo tenía esencia", señala.

Choque de generaciones

El personaje de Enric Auer es Mikel, un chef de prestigio que vive solo y al que acompaña en su casa la única voz de una máquina, un símbolo del individualismo y de la soledad que reinan hoy en día, que sirve al guionista, el veterano Joaquín Oristrell, para propiciar varios momentos divertidos. "La gente cada vez está más sola, cada vez tenemos la pantalla más cerca", lamenta Auer, mientras que Karra Elejalde cree que el cambio tiene mayor calado.

"Hemos perdido hasta nuestro instinto animal y hasta la intuición cada vez que hemos sentido una incomodidad. Si no tengo luz enciendo la lámpara, si tengo frío enciendo la calefacción y al final hemos dejado de sentir la naturaleza y hasta el grado de agredirla. No hay animal, ni mineral ni vegetal más nocivo que el ser humano", señala.

Rodar La vida padre es para Karra Elejalde de alguna manera como volver a su infancia, en la que sus padres regentaban un negocio de hostelería. Fue su madre quien le enseñó a cocinar y hoy reconoce la suerte de "haber nacido y vivido muchos años en la milla de oro de las Estrellas Michelín". "Los vascos no comemos para vivir, vivimos para comer, y por eso tenemos sociedades gastronómicas y dedicamos mucho tiempo a comer", ha concluido.

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  • S
    Sin_Perdon

    Básicamente, nos han domesticado.