Entrevista

Cultura

Jaime Rosales: "En el cine hay una colonización de lo político y lo sociológico"

El cineasta estrena 'Morlaix', un melodrama sobre el amor y la muerte rodado en Francia que llega este viernes a los cines españoles

  • Jaime Rosales -

Jaime Rosales siente que está jugando al "gato y al ratón" con la industria cinematográfica y siempre intenta escapar a su control. La suya es una carrera cinematográfica tan independiente como vibrante, y gracias a algunas de sus películas ha tenido el honor de pasearse por certámenes como el Festival de Cannes o el de San Sebastián. Dos años después de competir en el Zinemaldia con Girasoles silvestres, vuelve al cine en un idioma diferente y desde un paisaje alejado de su Barcelona natal:  Francia. Allí, en Morlaix, la localidad bretona que da título a este filme, está ambientada la historia que propone Rosales: un melodrama adolescente que se sumerge en cuestiones como la muerte y el amor a partir de una concepción libérrima del formato cinematográfico. 

Después de la puesta de largo por varias universidades de la geografía española, con la intención de dirigirse al público más joven, y también en varios museos, el director de películas como La soledad (2007), Hermosa juventud (2014) o Petra (2018) ha atendido a la prensa con motivo de la llegada de Morlaix a los cines. El director ha hablado con Vozpópuli sobre la politización del cine, de los recientes premios Oscar a Anora o del interés de la industria cinematográfica española por domar incluso al autor disidente. 

P: ¿Por qué llevas a los cines una película ambientada en Francia, con un elenco francés?

R: Es una mezcla de dos cosas. Por un lado, el deseo de rodar en una cinematografía que no es la propia. En este caso, ese deseo lo tengo tanto de Francia -ahora cumplido- como de Norteamérica. He tenido la oportunidad de rodar allí, pero mi situación familiar no era la que me recomendaba irme. Tengo una familia, en ese momento mis hijas eran pequeñas y no era el momento. Sigo teniendo ese deseo, lo que pasa es que irte a rodar allí requiere un esfuerzo familiar muy grande. Puede ser que algún día se den las condiciones. En cambio, Francia es más asequible porque está más cerca y cuando estuve rodando mi mujer pudo venir a verme y yo pude hacer escapadas. La oportunidad surge de encontrarme en un lugar con el que no tenía ninguna relación familiar ni biográfica como es Morlaix, pero que me genera una enorme epifanía cuando estoy de promoción allí con Petra. Es un lugar que me llama muchísmo la atención. El mar, el estuario, la planicie y ese deseo más esa epifanía se convierten en un momento dado en una oportundidad. Cuatro años después especie de milagro y gran satisfacción de hacer realidad ese deseo. 

P: ¿Qué te atraía de hablar de la muerte y del amor, y por qué hacerlo en este momento de la vida, en la adolescencia, en el que se vive todo con tanta pasión?

R: Morlaix tiene algo de mítico, de trágico y de atemporal. Entre que el lugar ya tiene esas características y que por otro lado creo que actualmente en el cine hay una colonización de lo político y lo sociológico, de tal manera que todas las películas están en una clave muy realista y además con unos temas que vienen desde una agenda política y sociológica, tengo el deseo de apartarme. Quiero tocar temas que no tienen nada que ver con la actualidad sociológica, y que, por tanto, son temas universales y que me resultan bastante interesantes, como el amor, el amor adolescente, adulto, la tensión entre una concepción del amor romántica basada en el sentimiento, frente a una concepción del amor pragmática, basada en la relación. El problema de la muerte, la propia y de los seres queridos, la libertad, también la representación y la ficción son temas que me resultan más interesantes que hablar de la crisis de la vivienda o de la normalización de las relaciones sexuales. Las películas que estamos viendo son casi todas de corte sociológico. 

P: Hay en Morlaix una libertad absoluta, con saltos de rácord y un juego con los formatos y el color. ¿A qué se debe esta experimentación?

R: Francia es una filmografía que da mucha libertad al director para que pruebe. Las películas que más admiro tienen grandes hallazgos y grandes caídas. Eso es muy propio del cine francés, se ve claramente en películas de la nouvelle vague. El cine norteamericano es muy diferente, es muy homogéneo en su calidad, en las interpretaciones, los planos y la iluminación, porque es una industria que está muy consensuada respecto a su lenguaje. Nosotros estamos entre dos aguas. Al irme al cine francés he aprovechado al máximo esa libertad y si algún día hiciera una película en Hollywood la haría desde la máxima ortodoxia.

P: En este caso, comentas que has querido hablar desde un posicionamiento político o sociológico, pero no fue el caso de tu anterior película, Girasoles silvestres.

R: Mi anterior película sí que tenía una dimensión política y sociológica marcada. Sí que hablaba de una mujer con dificultades económicas y de sacar adelante una familia en un entorno difícil. Iual que Tiro a la cabeza era manifiestamente política, en este caso me he querido alejar de lo político, no porque diga que no puede serlo -el cine puede ser todo lo que queramos, es un lenguaje que todo lo admite-. En este caso, tenía la necesidad y la voluntad de tratar temas universales y que, por tanto, no tienen que ver ni con las trincheras ni con la alienación política. El problema del amor, de cómo elegir a la pareja, o la muerte, les ocurre a los de ultraizquierda, a los de izquierda, a los del centro, los de la derecha y a la ultraderecha. Nos vamos a morir todos, todos vivimos esa misma angustia y en la vida todos buscamos respuestas que no son tan fáciles. 

"Si la alfombra de roja de Cannes y de los Oscar es la misma, es un disparate"

P: Como espectador, ¿te sientes estimulado con el cine que llega a las salas comerciales?

R: Hace poco me pidieron un artículo para los Oscar. Tuve que ver alguna película que me había quedado colgada y las vimos en sala. Eran películas con la densidad y con la concentración que tienen que tener el cine. En las últimas semanas, he empezado a ver en las plataformas diez películas de las que he visto diez o quince minutos. A veces veo realmente tres minutos. Un profesor mío decía que una película es lo que va del plano del inicio al plano final, lo demás todo es relleno. Cuando veo el plano de inicio -a veces lo podría extender a la secuencia-, a partir de ahí ya sé si me va a sorprender y a interesar o no. El cine es esta escritura audiovisual más culta o exigente que se disfruta como el que lee literatura frente al que lee una novela policiaca o romántica que no tiene ninguna fuerza en su escritura ni en sus temas. 

El control de la industria

P: En pocos años, la Palma de Oro de Cannes ha conquistado de nuevo los Oscar, primero con Parásitos y ahora con Anora. ¿A qué crees que se debe eso?

R: Creo que eso no es tan bueno. Prefería cuando en Hollywood se hacían una serie de películas que eran, dentro de la estética y los planteamientos hollywoodienses pero con una cierta gravitas, como podía ser desde Amadeus, Alguien voló sobre el nido del cuco o La lista de Schindler. Eran películas con unos presupuestos importantes, con unos actores y actrices muy conocidos, y con unos directores que precisamente tenían una escritura muy asequible, pero al mismo tiempo muy perfecta. Ese cine ya desapareció. Por otro lado, en Cannes antes había películas que ganaban, como eran Elephant, de Gus Van Sant, o El sabor de las cerezas, de Kiarostami, que ni siquiera estaban nominadas. Esas también han desaparecido. Ahora ocupan una especie de lugar común películas como Parásitos o Anora que no son ni lo radicales de lo que eran las películas de Kiarostami, pero tampoco lo abiertas y con la capacidad de seducir a tanta gente al mismo tiempo. Los festivales buscan esas películas y los Oscar las están votando. En general creo que es malo, porque hemos perdido diversidad y, a decir verdad, esas dos películas no son tan buenas. En Cannes antes había cosas más interesantes, y en los Oscar también. Anora, que podría ser una Pretty Woman con una dosis de cinismo y con unos personajes enormemente oscuros, especialmente el de ella, que no tiene ningún arco y que claramente trafica con su cuerpo y solo por dinero, es mucho menos interesante que la película de Richard Gere y Julia Roberts, cuyos personajes tienen más arco y son más luminosos. No creo que estemos viviendo una mejora. Si la alfombra de roja de Cannes y de los Oscar es la misma, es un disparate. 

P: ¿Te sientes parte de la industria española, alejado y al margen de corrientes? ¿Dónde crees que te sitúas?

R: En mi vida he sido siempre poco de los rebaños, he tenido mucha suerte porque he tenido muchos amigos, pocos muy buenos amigos, pero me gusta el contacto social. Nunca he formado parte de un grupo muy cerrado. Mi vida personal ha sido así y también lo ha sido en la cinematográfica. Me interesa hacer cine, intento llevarme bien con todo el mundo en la industria (productores, compañeros directores, técnicos, actores o periodistas) pero tampoco tengo una necesidad de estar muy metido en la industria, ni de ir a todos los eventos, ni de integrarme en exceso. Me interesa, pero también guardar mi distancia, tener mi independencia y poder plantear las películas que quiero en libertad. 

"Cuando te sales de la industria y muestras excesiva libertad e independencia te hacen pagar un precio"

P: ¿Esa independencia puede pesar en los premios, en los Goya?

R: Pesa mucho. La industria está enormemente regulada, tutelada, de muchas maneras. Al final, la industria es una maquinaria de control. Lo que la industria quiere en realidad es que incluso las voces disidentes acaben en el centro de la página, en una estética. Cuando te sales y muestras excesiva libertad e independencia te hacen pagar un precio. Siempre estoy jugando al gato y al ratón con la industria. Parece que me caza y cuadno me ha cazado me vuelvo a ir por otro lado, me vuelve a cazar. va a ser así mi vida. Morlaix es muy libre y original, tal vez la próxima tenga que hacer una película más ortodoxa. 

P: ¿Has estado tentado o te han ofrecido dirigir alguna serie, alguna producción autoral?

R: No existen las series autorales. No me han tentado porque saben que sería una pérdida de tiempo para ellos, porque saben que no lo voy a hacer. Lo que creo que le interesa de mí no es una serie, sino que domestique mi lenguaje. A veces me dejo domesticar, pero las series no tienen ningún interés. Nunca puedes decir de esta agua no beberé o este cura no es mi padre, pero me extrañaría mucho. 

 

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