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Cultura

Memoria democrática

Iñaki Arteta: retratos de la anestesia moral vasca (y II)

Segunda parte del reportaje sobre la insensibilidad de gran parte de la sociedad vasca hacia el terrorismo de ETA y sus cómplices

Iñaki Arteta ha explicado con sus películas qué ha sido y es la sociedad vasca, compuesta de ciudadanos grises que resistieron la tentación del silencio y de otros ilustres que se entregaron a ella. Lo que no había hecho hasta ahora era explicarse a sí mismo. Hoy en Bilbao presenta su libro Historia de un vasco. Cartas contra el olvido (Espasa). Hace dos años presentó la que probablemente sea su obra más dura, Bajo el silencio, que centra este análisis.

Estamos en Echarri-Aranaz, Navarra. Habla la que fue su alcaldesa durante cuatro años. Define la convivencia política, con nueve concejales de EH Bildu y dos del Partido Popular, como "normal y natural". Cuando el periodista le pregunta qué significa una pancarta que está colgada en medio de la plaza, aparecen los nervios.

-Sí… Bueno, sobre este tema no te voy a contestar. No te voy a contestar porque, bueno, no…

-Es que no soy de aquí, pero, ¿qué significa...?

-Luego te lo cuento, ¿vale?

-¿Fuera de cámara?

-Sí.

-¿Pero es algo que no se pueda contar?

-Luego te lo comento, fuera de cámara.

La cámara se aleja, y la alcaldesa, ahora sí, se suelta y le explica qué significa.

-Es un tema delicado, y no tengo ganas de exponerme.

-Pero es de los presos de ETA, ¿no?

-Esta pancarta en concreto es sobre un preso de ETA muerto en la cárcel. Es una pancarta donde pone “No te olvidamos”.

-¿Y él estaba en la cárcel por haber pertenecido a ETA?

-Eeeeeh, sí, me parece que sí. No sé exactamente los detalles.

-No sabe los detalles, y al parecer tampoco sabe que en la pancarta no pone “No te olvidamos”, sino “El pueblo no perdona”.

Anestesia moral vasca

Le pregunta por unas imágenes del recibimiento a un etarra: la plaza llena de gente, abrazos, niños, música, bailes, fiesta. “Me parece que entra dentro de lo que es la libertad de expresión, sin más. No voy a entrar en valoraciones morales. Es un espacio común. Faltaría más, ¿no?, que no pudiera ocurrir eso”.

-Actualmente tenemos en Echarri siete presos políticos.

-Habla de “presos políticos”.

-Por supuesto.

-Pero estamos hablando de los presos por formar parte de la organización ETA.

-Sí, sí, sí. Aquí tenemos un historial muy complicado de víctimas políticas, de ambos lados.

Los asesinos de su padre fueron nombrados hijos predilectos del pueblo, cuenta el hijo

-¿Ambos lados a qué se refiere?

-Pues por ejemplo en el 37, en el 36, perdona, en el alzamiento…

-¿Estamos hablando de la Guerra Civil?

-Sí. En la Guerra Civil pues murieron me parece que son dieciséis personas.

“En Echarri ha habido dos alcaldes asesinados”, continúa. “Uno por ETA, en el setentayyy nueve, me parece que fue”.

-¿Ulayar?

-Ulayar.

-Y otro en la época republicana.

Imagino que se referirá a la II, pero podría estar hablando de 1873. Cuanto más lejos, mejor.

-¿Y cómo convive hoy por ejemplo la familia Ulayar?

-Su familia no vive en Echarri-Aranaz actualmente.

-Ya.

Y sí que fue dura esa convivencia con esta familia, y de esta familia con personas del pueblo. El periodista habla ahora con uno de los hijos de Jesús Ulayar, el alcalde asesinado en 1979. Le pregunta por las pancartas.

-¿Qué sientes tú al ver ese tipo de mensajes?

-Continuidad.

Los asesinos de su padre fueron nombrados hijos predilectos del pueblo, cuenta el hijo. Es un pueblo con algunas tradiciones destacables, como la del ‘tiro al fatxa’, que se repite cada año en ambiente festivo. Porque 1936, la época republicana, fue hace cuatro días.

Odio en las aulas

La escena se traslada a la Universidad del País Vasco, campus de Vitoria. Habla con un profesor de Sociología y de Trabajo Social, cerca ya de la jubilación.

-¿Por qué entró en ETA?

-De eso no hablamos.

-¿No quiere hablar?

-No no no no no.

-No quiere hablar de su pasado.

-No, no, no.

-¿Por qué razón?

El profesor se encoge de hombros y niega con la cabeza, como si fuera algo evidente. No ha dejado de sonreír ni un momento.

Larach sigue intentándolo. ¿No cree que es importante entender las razones que llevaron a una persona como usted a entrar en una organización como ETA? "No". ¿Y no cree que es importante para entender el momento actual? "No quiero hablar del tema".

Era suficiente con asesinar a unos pocos; los otros aprenderían a callarse o a entender que éste no era su sitio

-Pero… no le estoy diciendo que me desvele nada… usted fue condenado por pertenecer a un comando.

-Sí.

-¿Y no le parece que podamos hablar de…

-Sí, pero no quiero.

-En la última parte le puse que aprovechando su militancia me gustaría que me hiciera una valoración de eso.

-No la voy a hacer.

El periodista, finalmente, encuentra una grieta, que es la invitación a la docencia.

-Pues a mí me choca un poco, cómo una persona que estuvo militando en una banda armada venga ahora a hablar sobre que la sociedad vasca es plural, cuando ETA ha hecho todo lo contrario, intentar homogeneizar esta sociedad vasca.

-De ninguna manera ETA ha intentado homogeneizar a la sociedad vasca. Yo creo que estamos hablando de conceptos totalmente diferentes. ¿Qué es ‘homogeneizar’?

-¿Aniquilar al adversario político?

-¿Aniquilar políticamente al adversario? ¿Aniquilar…? ¿Un genocidio, por ejemplo? ¿ETA pretendía matar… a quién?

Coartadas intelectuales

Es muy interesante esta parte de la película, tal vez sea una de las tres escenas más relevantes. Mucho más, por ejemplo, que la del párroco de Lemona. Es interesante porque quien habla no es un sacerdote caído ni un militante fanático, sino un profesor de Sociología. Con su manejo de los conceptos, su arrogancia intelectual y su articulación racional. Y el profesor de Sociología no justifica los crímenes; los matiza. Los contextualiza.

-ETA pretendía matar… ¿a quién?

-¿No pretendía matar a todo aquel que no pensase como ellos?

El profesor niega, ahora sólo una vez, y sonríe. Porque cree que en ese momento, con la última intervención del periodista, ya ha ganado.

-Nunca. Yo creo que eso está muy mal expresado.

-Pues ayúdeme a expresarlo bien.

-Nunca ha intentado ETA, por lo menos en sus teorizaciones, nunca ha dicho que quien no piense como ETA era objetivo de ETA.

-Entonces, ¿por qué todas las víctimas de ETA eran personas vinculadas a partidos que no eran nacionalistas?

-Eso es una cosa, y otra cosa es decir que el objetivo de ETA es aniquilar a quien no piense como ETA. Hay un trecho.

Lo de ser justo o injusto yo creo que son términos muy relativos que no llevan a nada, son muy personales", repsonde un profesor de la Universidad del País Vasco (UPV)

Y efectivamente, hay un trecho. Y habría sido absurdo, por inútil, pretender recorrer todo ese trecho. No hacía falta aniquilar a todo aquel que no pensara como ETA, como la izquierda abertzale. Era suficiente con asesinar a unos pocos; los otros aprenderían a callarse o a entender que éste no era su sitio.

-¿Eso son razones para llegar a matar?

-Eso es todo como se teorice. En los 60 se teoriza que sí, ahora se teoriza que no.

-¿Para qué ha servido ETA?

Cojamos aire.

-Como movimiento social yo creo que ha sido el catalizador de una forma de entender el País Vasco, que ha unido la lucha nacional y la lucha social, pero ETA es mucho más que eso también, es una organización armada que ha dejado víctimas, una organización armada donde se ha implicado buena parte de la población o una parte de la población vasca, son muchas cosas. Y lo de ‘Para qué ha servido’, es una pregunta que… para qué ha servido tal cosa… es justo o injusto… estaríamos en el gran tema de lo que es justo, de lo que es injusto… ¿Es justo matar a una persona? Es injusto, diríamos desde un punto de vista teórico. Ahora, hay mil razones para poder matar a una persona. En defensa propia, en una guerra, porque me están atacando… eh… quiero decir, que lo de ser justo o injusto yo creo que son términos muy relativos que no llevan a nada, son muy personales.

Pluralidad política

El dogmático con determinaciones sociales invisibles es relativista con los valores más universales. El profesor de universidad, pastor del conocimiento, comparte relativismo con el párroco de Lemona, pastor del alma. Insiste de nuevo el periodista con una pregunta sobre su militancia en ETA, si volvería a hacerlo. Niega con la cabeza, no le interesa hablar de eso.

-Una persona que haya estado militando en ETA, que ahora tenga un cargo como docente de la universidad, con un pasado como ese, ¿no le parece relevante discutirlo o matizarlo, al menos?

El profesor vuelve a negar con la cabeza, y esta vez también con la mano.

-¿Cómo se puede entonces llegar a una normalización si no podemos tener una conversación?

-Si seguimos así, lo dejamos.

El estudiante David Chamorro fue apaleado en el campus de Vitoria por impulsar una asociación para denunciar los mensajes de apoyo a ETA

El periodista, y creo que también el espectador, aprieta la mandíbula, cuenta hasta tres y hace un esfuerzo por continuar.

-Me gustaría volver a hacer hincapié en ese aspecto de si la izquierda abertzale entiende lo que es respetar la pluralidad política.

-Por supuesto. Sí, sí. (Pausa de cuatro interminables segundos). ¿Tú lo dudas?

-¿No ha sido ese el motivo del surgimiento y de los cincuenta años de violencia de ETA, el no respetar esa pluralidad política?

-No. No.

-¿La base de ETA no era utilizar ese miedo, el matar a uno y atemorizar a cientos?

-A cientos de qué.

-A cientos de personas.

-No, nunca. Nunca, nunca, yo creo que todas las teorizaciones de ETA nunca han sido para atemorizar a la población civil, sino al Estado.

Una pequeña pausa, ya queda poco.

-¿Se garantiza aquí en la UPV la pluralidad política?

-… ¿De quién?

-¿Cualquiera puede manifestar su posición ideológica?

-Yo creo que sí. Así de simple, sí sí.

El siguiente entrevistado es, lógicamente, David Chamorro. El estudiante apaleado en el campus de Vitoria por impulsar una asociación para denunciar los mensajes de apoyo a ETA y en defensa de España. Del Estado.

-¿Y qué ha pasado con esa asociación, seguisteis con ella?

-No, rompimos el acta. Algunos nos hemos movilizado por otros grupos, pero en la universidad es imposible.

Violencia en la UPV

El periodista intenta hablar con la rectora, Nekane Balluerka, pero desde el rectorado insisten en la negativa: “Ya, bueno, la respuesta estaba dada, ¿eh? O sea, no hay intención de focalizar en la universidad un problema colectivo del País Vasco y menos en un momento en que, joé, todo eso está entrando en otra dimensión”.

Insiste el periodista, insiste el responsable del rectorado. Y se llega a otro momento interesante.

-Me gustaría saber si desde la universidad se está protegiendo la pluralidad ideológica, por ejemplo.

-¿Tú qué crees? (“¿Tú lo dudas?”, preguntaba el profesor de teorizaciones).

-Yo soy receptor de distintos testimonios, y a mí lo que me ha dicho textualmente un alumno es que no va a seguir con la constitución de una asociación que lo que quiere es promover la unidad de España por miedo a nuevas represalias.

-Ya. Ya, ya, ya. Eso es una postura personal, y evidentemente ante un sentimiento subjetivo solo puedo mostrar respeto.

-¿Por qué en el comunicado que se publica no se hace mención explícita a la naturaleza de la agresión, que es de carácter político?

-No lo sé, Felipe, de verdad, es que (risa).

-¿Existe algún tipo de protocolo de actuación para casos de agresiones de carácter político, como los hay para agresiones de carácter de violencia de género, por ejemplo?

-Felipe, Felipe. Ya está, eh. Ya está, ya hemos hablado.

Habla ahora con otro profesor de la UPV, que sí cuenta lo que hay. Van recorriendo el edificio. En cada tramo de escaleras, en cada pared, hay carteles y pintadas en defensa de la lucha obrera, de la unidad de clase, la hoz y el martillo. No hay ninguna sobre la “raza vasca” ni sobre el pasado glorioso.

Hablan sobre la conferencia que dio en el campus el antiguo etarra José Ramón López de Abetxuko, que pasó varios años en la cárcel por delitos de sangre. El profesor cuenta que cuando se enteró llamó a la rectora para quejarse y para pedir que lo impidiera. La rectora le explicó que no lo iba a prohibir, al contrario, porque por encima de lo que él u otras personas pudieran sentir estaba la libertad de expresión.
El profesor hizo entonces lo que se espera de cualquier persona decente en su posición, y lo que en realidad aquí ya no se espera de casi nadie: escribió varias copias de un cartel y lo colocó a la entrada de la conferencia. Cada vez que lo colocaba lo arrancaban. Cada vez que lo arrancaban lo volvía a colocar.
"Aquí al lado ETA asesinó a Fernando Buesa y a Jorge Díaz".

La escuela católica

Dejamos la universidad, pero seguimos con la educación. Habla con el director de una ikastola de Bilbao.

-Quería hablar también de otro aspecto muy importante de la historia reciente del País Vasco que lo ha marcado mucho, que ha sido la violencia terrorista. ¿Qué se cuenta aquí sobre esas décadas de violencia?

-¿Qué se cuenta? Pues que desde que empezó la Guerra Civil hasta que ETA nos dijo que desaparecía, dolor. Dolor. Porque este país no ha hecho más que sufrir. Pero en Euskadi ha habido un choque de identidades

-Sí, pero yo le estaba preguntando concretamente por la violencia de ETA.

-Sí, sí, sí, ahora voy, ahora voy, ahora voy. Entonces, esa violencia, lo que ha generado es muchísimo dolor. Creo que cada uno tiene en su parte emocional una vivencia diferente. Gente que ha tenido familiares de ETA, gente que ha sufrido la violencia de ETA. Gente que lo ha vivido desde un lado, que lo ha vivido desde otro.

El periodista le dice que ha mezclado parte de las consecuencias de la Guerra Civil, el franquismo, GAL, ETA. “No, no, no he mezclado. Déjame que te explique”.

Y le explica.

-Fueron a la Guerra Civil. Estuvieron prisioneros. Se les prohibió hablar en euskera. Sufrieron humillaciones, fusilamientos. Y eso, eso es algo que se transmite de generación en generación. Ese dolor empieza ahí. Esa humillación, en algunos casos por ser vasco, empieza ahí. Los hijos de aquellos gudaris, los hijos de aquellos que fueron a la Guerra Civil, que perdieron la guerra y fueron humillados, aquellos son los que también crean ETA. Entonces, no es justificar ni mezclar, es… como un continuo.

El director de la ikastola, católica, termina con los brazos cruzados, rostro serio, enfadado. “Son temas muy sensibles. Muy sensibles”.

Profesor de universidad, director de ikastola y, por último, los alumnos. Preguntas en un instituto de Vitoria. Parece que lo único que se recuerda o que se transmite sobre la historia de ETA es el atentado contra Carrero Blanco.

-¿Y qué te parece que hayan existido grupos como ETA que hayan matado?

-Pues… es que yo no sé si es verdad las cosas que dicen sobre ellos, entonces no sé, no puedo juzgarles.

Hernani, otro alumno.

-¿Y tus profesores también te hablan por ejemplo de ETA?

-Eeeh… hemos estado haciendo unos trabajos, y un trabajo era, pues, los cinco fusilados de ETA que fueron por un esto que hicieron.

-Pero sabes por ejemplo que era una banda armada que ha asesinado casi a mil personas.

-Sí, eso ya escuché en la televisión y así, y eso sí sabía.

Guecho, dos alumnos.

-¿Y qué os parece que alguien mate por unos ideales políticos?

-La verdad es que todos están mal, sabes, todo lo que tenga que ver con matar… o sea, al final es una vida, sabes, da igual tu opinión, es libertad de expresión.

“Al final es una vida”. ¿Ves, cura de Lemona? Ésa era la respuesta.

¿Qué os enseñan sobre ETA?

A continuación hablan dos alumnas de 2º de Bachillerato, mismo escenario. Les pregunta por un vídeo en el que aparecen.

-¿Qué decís en ese vídeo?

-Hacemos un llamamiento para una manifestación que hubo en Bilbao.

-¿De qué era la manifestación?

-De los presos vascos. De los presos políticos vascos.

-¿Y esos presos, por qué están presos?

-Pues a ver, hay de todo, pero al final son personas que están en la cárcel tras un conflicto político.

-Y por ejemplo, aquí en el colegio, ¿qué os enseñan sobre ETA?

-No hay una cosa así… es que al final la educación que recibimos está impuesta por el Estado español, entonces se nos inculcan, se nos enseñan cosas que es lo que les… desde ese punto de vista, desde el punto de vista… de Madrid, digamos.

-¿Y qué os parece por ejemplo que hayan matado también a vascos, a niños… guardias civiles, jubilados…?

-A ver, bueno, o sea, nosotros sabemos que está la violencia de ETA, ¿no?, que es lo que utiliza mucha gente aquí para condenar otro tipo de cosas, pero también es verdad que hay otras muchas violencias.

No sé, no sé. Me incomoda la entrevista”, dice Kirmen Uribe, en al escena más tensa del documental

Da muchísima pena esta parte. Dos crías repitiendo lo que les dicen en casa, en las fiestas, en la asamblea de estudiantes, los viajes a la cárcel en coche en días lluviosos, el contexto en el que surge… el mismo discurso reseco que repiten los líderes de la izquierda abertzale, las contextualizaciones del profesor de la UPV, la renuncia ética del cura.

Habla en Bilbao con la hija de dos presos de ETA, actualmente el padre en la cárcel. Una infancia dura, tenía nueve meses y su madre ingresó en prisión, miles de kilómetros para estar con ellos.

-Para ti, ¿qué es ETA?

-Bueno, es una organización… armada, que en su día fue… espera, una cosa, ¿esto es necesario?

-Perdóname que te lo pregunte, porque obviamente yo vengo de otro entorno, pero a tu padre le han condenado por matar a más de diez personas.

Hay un corte. La chica que ha tenido una infancia muy dura, el padre mató a más de diez personas, se explica. “La sociedad lo que necesita no es esto, la sociedad lo que necesita es empezar a dar pasos para avanzar, para avanzar. Y creo que así no avanzamos”. “¿Por qué sólo me preguntas qué es ETA, no me preguntas qué es la violencia del Estado?” “Porque tus dos padres han pertenecido a ETA”, responde el periodista. La chica se levanta, terminan las preguntas.

"No sé, me incomoda la entrevista"

Aparece ahora Kirmen Uribe, conexión desde Nueva York. La distancia le permite escribir sobre el País Vasco de manera más pausada, más libre, cuenta. El periodista le pregunta cómo vivió el terrorismo en Ondarroa, cuando vivía allí. Respuesta: “La historia de la violencia en el País Vasco es muy larga, y viene por lo menos desde la Guerra Civil”. Pero la violencia que sí tuvo respaldo social en el País Vasco fue la de ETA, dice Larach. Respuesta: “Yo creo que la propia sociedad vasca ha sido la que le ha dicho ‘No’ a ETA también”. “Matar no es el camino”, reconoce al menos. También ha habido represión, miles de torturados, añade. Miles, sí. “No quiero contar la misma historia, yo creo que tenemos que dar un paso adelante. No sé, yo creo que hay que ir hacia adelante y tratar de ver lo que nos une”. El gran poema. Le pregunta por una expresión que usó en el documental Polifonías vascas: genocidio cultural. Le parece extraño ahora, pero acaba diciendo que hubo un tiempo en el que sí hubo un genocidio cultural. Había empezado bien, relajado, pero se va tensando. Le pregunta por el relato.

Hay mil maneras de no decir nada, de decir que estuvo bien, de quedarse atrapado

-Yo creo que lo que algunos tratan es de imponer el relato, ¿no? Además, imponerlo desde fuera.

-Imponerlo, a qué te refieres.

-No sé.

“¿Cómo le contarías a tus hijos lo que pasó, que tendrían que saber los jóvenes para que no se repita?” Más de diez segundos de silencio sobre un fondo negro. “No lo sé”, al final. “¿Crees que hay una idea clara de lo que se tiene que contar? Porque tu silencio…” “Sí, hay una idea clara, pero no la quiero contar”. “¿El miedo ha sido un factor determinante para no poder hablar?” Más silencio. “No sé, no sé. Me incomoda la entrevista”. Ah, la incomodidad repentina. Ah, la comodidad garantizada cuando se habla sólo de marinos, de océanos, de grandes viajes, de generalidades. Para terminar, le lee una cita de Dante: “Los lugares más calientes del infierno están reservados para quienes callan ante la injusticia”. “Muy bien, me parece muy bien… (silencio) Pero hay muchas injusticias”.

Es probablemente la escena más dura de toda la cinta. Se hace muy difícil terminarla. Y de alguna manera se llega incluso a sentir compasión por Uribe. Es un hombre dedicado a las palabras a quien le faltan las palabras. No es la indiferencia del cura de Lemona, tampoco la racionalización del profesor de Sociología. Es algo distinto, más profundo y más triste.

Pactos PSE-Bildu

Vuelta a Hernani. Le pregunta a una concejal de Bildu cómo vivió los años de conflicto armado. Dice que vivió los últimos años, que había mucha tensión. Pone un ejemplo de esa tensión: había partidos políticos ilegalizados. “Yo he vivido pocos asesinatos, pero sí he vivido muchas redadas policiales, por ejemplo”. A ti se te muere el padre, a mí se me pierde el boli.

Le pregunta cómo se lo explicaba a sus amigos de fuera. “Un conflicto político que…” Se hace más lío, pero llega al origen: “En el momento en que Castilla conquista el Reino de Navarra ya desde entonces la resistencia existe”. Casi nada.

Hablan de los pactos del PSE con quienes apoyaron a ETA. "Los asuntos locales se ven de otra manera, hay que hacer que una ciudad avance, son temas sociales". Siguen hablando, el periodista le recuerda que no solo ha habido pactos a nivel local, sino también en Navarra, también en España. “Claro, pero es que… así son las cosas”.

"Estoy medio zumbao"

Sorpresa hacia la mitad de la película. Aún falta casi una hora. Habla en Amaiur, Navarra, con Silveira, el bertsolari de la segunda escena. ¿Cómo te han afectado a ti todos estos años de violencia? “Como todos, estoy medio zumbao”.

Es impresionante la honestidad extraña de Silveira. Habla sin filtro. O con el filtro de las drogas, y de los efectos de las drogas


No sé si es profundamente honesto y describe a la perfección a todas esas personas que viven en un mundo ético en el que ETA no hizo nada malo, hizo lo que tenía que hacer, o si sencillamente él está realmente enfermo y no está diciendo nada real sobre el resto del entorno abertzale.

“¿Cómo se puede empatizar con alguien que le ha pegado cinco tiros en la nuca a una persona?” Silveira intenta decir algo, algo sobre por qué a alguien que pega cinco tiros se le considera asesino y al que los recibe una persona, simplemente. Queda más claro con lo que dice a continuación: “Yo no creo que se hubiera dado el caso nunca de que saliera un militante de ETA con una pistola a la calle y empezara a matar a cualquiera”. No mataban a cualquiera, y por lo tanto el asesinado no era simplemente una persona, es lo que viene a decir. Le dice el periodista que también han matado a niños. “Supongo que en algún accidente habría en algún atentado con coche bomba grande y así, alguna vez habría pasado. Pero nunca nadie ha salido a matar a un niño o a matar a gente que no tuviera implicación directa con el conflicto. O sea, al principio eran militares y policías, luego…”.

Le pregunta si todos los asesinados estaban implicados en el conflicto, dice que al principio todos los asesinatos eran con pistola, todos los asesinados tenían un nombre, evocando la mística del soldado que mira a los ojos a aquel a quien va a dar muerte. Le recuerda el periodista que tenían nombre, y que además también tenían familia. La respuesta de Silveira es interesante porque sale la otra pata de ETA y la izquierda abertzale. No es sólo nacionalismo, es también izquierda. Se pregunta si todos los que vivieron una reconversión no tienen también familia, todos los que trabajan por 800 euros con tres hijos y alquiler de 500. No es sólo la “liberación del pueblo vasco”, siempre fue también la liberación del trabajador vasco lo que justificó los asesinatos.

Es impresionante la honestidad extraña de Silveira. Habla sin filtro. O con el filtro de las drogas, y de los efectos de las drogas. Sea lo primero o lo segundo, dice esto: “Si España no se hubiera pasado 40 años gastando esa fuente de energía en ETA, la habría gastado en hacerle frente al euskera y hacerle frente a la forma de vivir que hay aquí. Entonces, como parapeto, para enfocar los ataques es para lo que ha servido ETA, y para que mucha gente haya gastado el 33% de su vida en nada”.

Le pregunta el periodista si engrandece con sus letras de entonces a ETA. “Engrandecía cuando las hacían, es que ETA no existe ya. Ni yo existo. El ‘yo’ aquel que en aquella situación de vida era, ya no soy, entonces, yo era ése, ahora soy éste”. Silveira, que era bertsolari, ahora es Heráclito.

El bertsolari accede a improvisar unas estrofas. Las últimas palabras son para Primo Levi, sobre un fondo negro.

Nos ha quedado una facultad y debemos defenderla con todo nuestro vigor, porque es la última: la facultad de negar nuestro consentimiento.

Así termina esto.

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