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Cultura

La Guardia Civil nació en el Teatro Real

Una imagen del Teatro Real

Giusseppe Verdi llegó a saludar hasta once veces en el Teatro Real para recibir los aplausos del público en el estreno madrileño de La forza del destinoGiacomo Puccini lo visitó en marzo de 1892, para estrenar Edgar. Todavía  no había compuesto La bohème, tampoco Tosca ni Madama Butterfly, que llegarían a lo largo de los años siguientes. En el Teatro Real han pasado muchas cosas y al propio edificio una cuantas mas. A punto estuvo de desaparecer. Una en 1925, cuando fue declarado en ruinas. Otra en 1964, en los años del franquismo. Pero si algo ha sido significativo de su historia fue el periodo en que alojó a los legisladores españoles. 

Espejo de su tiempo, el Teatro Real acogió las revoluciones tecnológicas -la luz eléctrica una de ellas- y las sociales. Su salón de baile alojó sesiones del Congreso de los Diputados en 1841,. Con inicio del sistema parlamentario bicameral en España, a partir del Estatuto Real de 1834, se hizonecesaria la creación de un espacio que albergara el trabajo legislativo. Para recordar este periodo, la presidenta del Congreso, Ana Pastor; el presidente del Senado, Pío García-Escudero, y el presidente del Teatro Real, Gregorio Marañón se reunirán en el coliseo madrileño este 28 de febrero.

Legislar en Do 

El Senado encontró su sede definitiva en el Convento de María de Aragón, pero las distintas vicisitudes que sufría el Convento del Espíritu Santo de la carrera de San Jerónimo, obligaron a la creación de un nuevo edificio que se convertirá en la sede del Congreso de los Diputados. Mientras eso ocurría, los legisladores se instalaron en el Salón de Baile del Teatro Real, cuyas obras todavía no habían concluido, pero que ya disponía de un gran espacio habitable.

Desde junio de 1841 y hasta 1850, sus señorías desarrollaros  sus funciones en el teatro lírico. Durante este periodo se tomaron decisiones como la Creación de la Guardia Civil (1844), la aprobación de una nueva Constitución (1845) y de una nueva Ley Electoral (1846) o la promulgación de la Ley que declaraba obligatorio el Sistema Métrico Decimal (1849). El 31 de octubre de 1850 se inauguraba en la carrera de San Jerónimo la nueva sede del Congreso. Apenas dos semanas después, el 19 de noviembre, se alzaba, por primera vez, el telón del Teatro Real.

La ópera y la política 

Situado frente al Palacio Real y la Plaza de Oriente, tiene un aforo de 1.796 butacas, que reproduce  el esquema original de 1850, año exacto de su inauguración. Reinaba Isabel II y podría decirse que el progreso se respiraba en el aire. Para el momento en que abrió sus puertas, el Teatro Real gozaba de lo que entonces se consideraba un sistema de iluminación avanzado: el gas. Desde la tubería principal de suministro, situada en la calle Toledo, se hizo una canalización especial que, al llegar a la plaza de Isabel II, se dividía en seis ramales para dar luz a todo el teatro, incluyendo dieciséis grandes candelabros en el exterior. En 1888, casi 40 años más tarde, se implantó la iluminación eléctrica.

En el capítulo visitantes habría que destacar una galería de ilustres. En el Teatro Real de Madrid, Giusseppe Verdi llegó a saludar hasta once veces para recibir los aplausos del público en el estreno madrileño de La forza del destino. Y eso que hubo no pocos problemas.  Verdi venía de San Petesburgo. Fue recibido el 11 de enero 1863. Todavía hoy, en el número seis de la Plaza de Oriente, se conserva una inscripción en el lugar de Casa Castaldi, fonda frecuentada por músicos y artistas italianos que viajaban a Madrid  a España y en la que se alojaron tanto Verdi como su mujer Giussepina. Al parecer, el compositor se volcó por entero en el estreno y se dedicó, sin pausa, a hacer algunos ajustes en la partitura.

Al estreno, el día 21 de febrero de ese año, acudió la reina Isabel II, que agasajó al compositor italiano al terminar la función. También se encontraban entre los asistentes Rosalía de Castro y Ángel de Saavedra, duque de Rivas, en cuya obra Don Álvaro o la fuerza del sino se basa La forza del destino. Al parecer, el duque no quedó nada contento ni con la versión de su obra que hizo Verdi ni con el pago que recibió por derechos de autor.

El teatro madrileño fue escenario de de las negociaciones más curiosas, como la de Emilio Castelar y el ministro de Hacienda, Francisco Campó, exigiendo la contratación de la diva Maia Barrientos en la temporada 1921-1922 hasta los adulterios borbónicos en el palco real, y del que da cuenta Rubén Amón en su libro Sangre, poesía y pasión al relatar el romance entre Alfonso XII y la contralto Elena Sanz, quien interpretó La Favorita en 1878 junto a Julián Gayarre.

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