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Cultura

Entrevista

Gay Mercader: "Springsteen y AC/DC no se venden a Live Nation"

El legendario promotor español, con 3.400 conciertos a sus espaldas, se niega a escribir sus memorias porque "no sabe mentir"

Para entrevistar a Gay Mercader hay que cumplir ciertos requisitos de cortesía: ser (muy) puntual y no hacerle una entrevista plagada de preguntas previsibles. A cambio, él contará anécdotas y compartirá pensamientos. Su historia es de sobra conocida: promotor histórico en España (desde 1971) que trajo a los Rolling Stones, Lou Reed, Bob Dylan, Guns N' Roses, David Bowie, Iggy Pop, Kiss, Police, AC/DC… a esta Iberia yerma de conciertos internacionales. Es, por otra parte, sobrino del director Vittorio De Sica; vio a The Beatles en París y vivió el Mayo del 68.

Hoy, Gay Mercader, "el padre de la industria musical española", vive aislado, lejos del ruido, en mitad del bosque. Atiende al teléfono a las siete en punto de la tarde y la conversación se extiende más a allá de los setenta minutos. Para Mercader ya ha pasado la hora de la cena. En lugar de comerse el postre, habla de Sting o de haber estado en la casa de París de Keith Richards. Tantas historias como carteles. El catálogo Tour posters 1971/2017 (Vudumedia / Satélite K, 2017) recoge en un grueso volumen los 562 carteles de los 3.400 conciertos organizados por él y su compañía Gay & Company. No piensa en escribir sus memorias, dice que no sabe mentir.

Pregunta: De media, ¿cuánto tiempo necesitabas para preparar una gira?

Respuesta: No mucho. Yo negocio de un año para otro. Todo depende del tiempo que te impongan, si el otro no se decide y no acaba nunca… También esto ha cambiado mucho. Antes era muy simple, porque había pocos agentes, muy pocos, e incluso muy pocos promotores (habría uno y medio por país), y la industria no era como la de ahora. Antaño, esto iba muy rápido, porque el agente se lo decía al mánager, el mánager al artista y adiós muy buenas. Pero ahora… Tengo un amigo agente que para encontrar al mánager de un artista muy famoso se está volviendo loco, porque a veces tarda un mes y pico o dos en encontrarlo. Algunos mánagers tienen plenos poderes como quien dice, no porque el artista sea un esclavo, sino porque ya se conocen muy bien y no hace falta que le consulte, como Phil Collins con Tony Smith, que ya sabe lo que hay. Saben lo que les va a costar la producción, el mínimo que necesitan ganar, cuánto quieren ganar… En este aspecto, es más sencillo. El tema está en que depende del artista, del agente… Pero, normalmente, hoy en día un concierto se anuncia un año antes como mínimo.

Tenemos entre 900 y mil festivales en España: por eso entre ellos hay matanzas por los artistas, ya que hay los que hay"

Con la pandemia, los conciertos anunciados para 2020 han pasado a 2022. En ese tiempo pueden suceder varias cosas, como que la banda se separe o que el grupo cambie de componentes. ¿No es algo arriesgado hacerlo a dos años vista?

No, porque tienen que hacer sus planes y hoy en día las giras son mundiales. Son muchos continentes y tiene que haber una excelente planificación, y además al artista le gusta saber qué coño va a hacer, porque tampoco tienen que ser máquinas. Antes también pasaba esto. Los Cream, que sacaron cuatro discos y duraron dos años y medio, se quejaban de que no tuvieron una pausa para componer. Robert Stigwood los tenía atados a la carretera, porque daban pasta. El poder estaba antes en manos de todos menos del artista –lo hemos podido ver con los cantantes negros–, pero ahora el poder está en manos del artista, a veces incluso con condiciones abusivas.

¿Y los festivales?

Un festival es más jodido, porque son muchos grupos. Y ya no es que se disuelvan o no, sino que se trata de tener otros planes, como que al grupo ese año no le vaya bien hacerlo o que uno de los miembros haya tenido un hijo, por ejemplo. Son situaciones que no se pueden prever y las posibilidades de que las cosas varíen son enormes. Al contrario que un festival, la gira de un artista no es tan jodida. Yo tenía a Sting y lo he ido posponiendo del 19 al 20, del 20 al 21 y del 21 al 22. Pero aún así las posibilidades de cambio son escasas. Si nos referimos a la pandemia, para los artistas ya no es una cuestión económica; están como caballos con ganas de salir a la pista. La vida de los artistas es actuar y lo que quieren es actuar, porque están hasta los huevos de quedarse en casa. En un festival, teóricamente, si modificas el cartel, la gente te puede reclamar.

¿Crees que el festival ya no es, sin embargo, algo artístico, sino una parte importante del turismo de la zona donde se vaya a celebrar el evento?

No. No creo.

Respecto al coronavirus, las cifras del Vida, Cruïlla y Canet Rock son de 2.279 infectados, 842 más de los esperados. La dirección de las tres muestras ha pedido que los datos se contextualicen.

Le pregunté el año pasado a un director de un festival por qué hizo un determinado concierto con un aforo mínimo, ya que era una estupidez: "¿Para qué coño haces esto?". Resulta que lo hacía por mantener los patrocinadores. También le dije que en 2021 no íbamos a tener conciertos. Me preguntó por qué y yo le respondí que no habría conciertos porque la pandemia no la controlamos y estaba clarísimo que iba a haber variantes del virus. No tienen pasta y están un poco agónicos y tienen que hacer algo para seguir vivos. Pero aquí el turismo no entra, porque a los turistas los están cazando con cazamariposas –valga la redundancia–, porque los franceses dicen que es mejor no venir a España y menos a Cataluña. Esto de la supervivencia le pasa a muchos festivales y promotoras, porque van a vivir con lo que ganen este año para cubrir el déficit del año pasado.

24/07/2015. El productor musical Gay Mercader durante una entrevista en su casa de Girona. Foto: Alberto Ferreras

Tengo cuentas de algún festival muy importante y son espeluznantes, porque están con pérdidas, por mucho que digan que están ganando. No ha sido específicamente el caso ni del Cruïlla ni del Canet ni del Vida, porque no es su perfil, pero en los grandes hay matanzas entre ellos para tener a los artistas. Yo me he enterado del caché de algunos y son cifras que no son posibles, no puede ser que paguen eso. Debe haber –veremos cuántos quedan a final de año, porque aquí todo el mundo se lo pinta muy feliz– entre 900 y mil y pico festivales por país, y artistas hay los que hay. Antes, el agente se preocupaba, igual que el manager, de la supervivencia del grupo. Era otra política. Hoy en día no hay lealtades prácticamente, porque está todo en función de la pasta. Muchas agencias han sido compradas por otras, por eso los colapsos que ha habido por alguna agencia que se había endeudado hasta las cejas para comprar otra compañía, entonces se han encontrado que no podían pagar todo lo que había comprometido. Los agentes los ficha equis compañía con unos sueldos astronómicos, algunas veces con unas primas de fichaje que lo flipas, y los tíos, claro, tienen que dar rendimiento.

Vendí Gay Merceder & co por motivos estratégicos: si no lo hacía, Live Nation acabaría cogiendo otra empresa, la hincharían y me empezaría a perjudicar", admite.

¿Y cómo lo hacen?

Pues sacando el máximo jugo de los artistas que tienen.

¿Y cómo sacan el máximo jugo?

Exprimiendo los festivales o lo que tengan a mano. Esto ocurre más en festivales que en giras. En las giras, generalmente, hay dos o tres promotores que se pueden pelear, pero en los festivales hay tal demanda que muchos ya van a perder antes de empezar; no pueden parar, porque un festival tiene que ser cada año y hay que encontrar algo, y eso es muy difícil. No hago festivales, me parecen una chaladura en este aspecto; te condicionan mucho, los patrocinadores son los que hay… Pero acabará habiendo menos. Con la crisis se ha visto que los patrocinadores no están tampoco por la labor, porque han tenido también sus problemas. No sé cuántos festivales van a quedar.

Según los datos del 2019, en España se realizan más de 850 eventos de este tipo cada año, lo que supone un impacto económico de más de 400 millones de euros. ¿Hay una burbuja de festivales?

Yo creo que sí, pero se verá a final de año. La gente tendrá que devolver algún día que otro los ICOs, entonces veremos qué pasa aquí. El sistema tradicional que me enseñaron años ha es lo que hice con mi empresa Gay & Company. No la quería vender, pero al final lo hice más por motivos estratégicos que económicos. Cuando la vendimos, te diría que teníamos en caja cuatro o cinco millones. No era un problema de dinero, sino de crecimiento, porque si no vendía la compañía, Live Nation acabaría cogiendo otra empresa, la hincharían y me empezaría a perjudicar. No tuve un metro cuadrado en propiedad hasta los 40 años largos, porque todo lo que ganaba lo invertía. Pero nunca pedimos ayuda a un banco, jamás en la vida.

Pero es verdad que te has arruinado varias veces…

Sí. Pero vuelves a empezar de cero. Ya está. Me he arruinado varias veces, pero no saldrá nadie diciendo que me he arruinado y nunca le he pagado lo que le debía. Nuestro capital es nuestra credibilidad. Y en aquella época tampoco había tantos y tantos promotores y las bandas querían trabajar conmigo. Una de las veces, arruinado, me enamoré y me fui a vivir a Dallas. Entonces me contactó Bill Graham para presentar a Bob Dylan por primera vez en España (con Carlos Santana en el 84). Volví con él, con Stevie Wonder y con Elton John.

Creo recordar que Sting te ayudó o devolvió el dinero de un concierto…

Me devolvió medio kilo (hoy en día serían dos millones de euros). Teníamos que ir al Vicente Calderón, pero hubo un problema. De allí nos fuimos al Estadio de Vallecas, entonces llegó [José María] Ruiz–Mateos, que se pasaba todo por el forro, y lo mandó a tomar por culo. Recuerdo hablar de esto con Ruiz–Mateos a las dos de la mañana –yo era noctámbulo y él también– y con aquella voz clerical me decía: "Tú eres un buen chico, fíate de mí". ¿Qué querría ese pavo de mí y de Sting, que somos unos matados al lado de él? Siempre he pensado que el tío quería dar un golpe publicitario a costa nuestra. La noche anterior al bolo, nos movimos a Las Ventas, que ya la teníamos reservada. Como en aquella época no se vendía por anticipado todo, lo pudimos hacer. Fue un éxito apoteósico. Me encontraba en el backstage lamiéndome las heridas y apareció el mánager preguntándome por qué había hecho esto y lo otro. Se lo expliqué y me dijo: 'Tranquilo. Sting te devuelve medio millón'. Por eso para nosotros Sting es sagrado.

Intenta que AC/DC que hagan una zona VIP o una zona gold. Te van a mandar a la mierda", advierte

Pero no todo el mundo era como Sting. ¿Qué sucedió con Guns N' Roses?

Axl Rose se volvió loco y no me quiso devolver el dinero (suspendieron por aluminosis del Vicente Calderón). Y lo que me quedó en caja me lo gasté todo en coger a los abogados de George Michael en Inglaterra. Demandé a Axl por la ley americana, española e inglesa, porque era un artista americano contratado a través de Inglaterra para actuar en España. Me gasté unas 250.000 libras en el 92–93, acabamos yendo a los tribunales de Londres y ganamos.

Me habías dicho que antes no había tantos promotores, pero actualmente nos encontramos que prácticamente todo lo controla Live Nation. ¿El nombre corporativo de una empresa ha sustituido al personal?

Sí, puede ser. Live Nation tiene mucho poderío y los promotores clásicos ya somos viejos dinosaurios que, generalmente, hemos vendido nuestras empresas a Live Nation. Ahora bien, hay un número determinado de artistas, pocos, que no quieren vender sus giras. Uno sería Bruce Springsteen, otro sería AC/DC, The Cure… y alguno más. Suelen tener sus promotores de toda la vida desde hace décadas, y mientras estos no les fallen ellos les serán leales. Pero la mayor parte de los grupos, si aparece Live Nation con un cheque enorme lo van a coger.

De un tiempo a esta parte, en los conciertos tenemos zonas acotadas para estar en las primeras filas, 'meets & greets' (encuentros de pago con los artistas) y demás. ¿No es esto una forma de discriminación?

Yo no tengo problema con esto. Pero sí es cierto que hay 'meets & greets' que cuestan una fortuna. Cuando me hablaron por primera vez de una súper zona de estas pensé que nos habíamos vuelto locos. Es algo que viene de América; nos hemos americanizado completamente. Hay unos cuantos grupos que se niegan rotundamente a esto, pero en general todo acaba igual, porque esto factura e ingresa.

Un concierto, después de todo, es una fiesta donde se reúnen las clases altas, las bajas y las medias por una razón: la música. Es verdad que en el fútbol también pasa, pues si tienes más poder adquisitivo puedes comprar una buena localidad…

Hay diferentes precios en general, y también está bien que los haya, porque es un problema de seguridad del local; no puedes poner a todo el mundo en la misma zona, porque se pierde el control y se puede producir algo chungo. Hay gente como AC/DC a los que les preocupa el precio de la entrada. Intenta decirles a los AC/DC que hagan una zona VIP o una zona gold. Te van a mandar a la mierda. Si lo hago, desaparezco para ellos. Pero esto es una industria, como cuando te compras un coche al que le añades tres o cuatro mierdas que valen más.

Te leí decir que ahora no te harías promotor ni loco. ¿Por qué?

Es cierto. Ni loco. Yo me hice promotor porque mi pasión es y ha sido la música. Un día le dije a Diego Manrique (periodista musical de refrencia) que desde que trabajo menos leo más cosas de música y veo muchos documentales de música. Es mi pasión. Mis padres eran muy ricos y eso fue un problema, porque yo era el hijo díscolo que desaparecía. Llevaba melena y las madres no querían que saliese con sus hijas. Esto lo hice por vocación, igual que todos los músicos de antes de mi generación. Los Stones no pensaban durar cinco años. Y Ringo Starr, con los Beatles, decía que si duraban cinco años montaba una cadena de peluquerías.

Si empezase ahora no me haría promotor: el pastel está repartido hace siglos", confiesa

Hay un documental sobre Ginger Baker (Beware of Mr. Baker) en el que Eric Clapton habla y explica que él no pensaba ni en la fama ni en la carrera, solo en "aquella hora y media de gloria", decía. Hay que pensar que en aquella época los equipos de música eran caros, que algunos músicos entraban a las tiendas y robaban las guitarras. No había acceso a los equipos así como así, era impensable. Y no te digo ya en España, donde los equipos fueron un gran problema durante mucho tiempo. El que quería ser músico en España lo hacía porque quería ser músico; tener un equipo de sonido decente era imposible y lo que había les costaba una fortuna. Luego, esto se convirtió en una industria. Yo ahora podría retirarme, pero esto que he hecho, desde que tengo 21 años, es mi vida y lo que yo conozco. Y encima era algo subversivo en España, porque tocábamos los cojones. Me costó muchos disgustos, pero ahora que finalmente se ha reconocido lo que hice estoy satisfecho. ¿Para qué me voy a hacer hoy promotor, si ya hay muchos? ¿Para qué? ¿Para ser un promotor más?

¿Significa esto que no hay hueco para más promotores?

Hueco siempre habrá en plan independiente, pero el pastel está repartido hace siglos.

¿Puede revertirse la situación?

No. Esto es como las compañías de discos: siempre puedes sacar un sello indie que crezca para que cuando tengas un artista potente la compre una multinacional. ¿Cuántas multinacionales quedan?

Sony, Warner y Universal.

Y Universal dobla la facturación de la siguiente. No creo que esto vaya a revertirse. Me influyó mucho 1984 de George Orwell, entonces ya estaban hablando de lo que iba a pasar ahora. Es más: las tecnologías han superado a Orwell. Ahí tenemos al Gran Hermano que lo sabe todo. Los estados hoy en día son irrelevantes, lo que manda es la tecnología. Este es un mundo que acabará con equis industrias. Y siempre habrá un tío que invente algo, pero lo acabarán absorbiendo.

Basta que me digan que no para que tenga que ser que sí. Me animaba el rechazo social al rock en la época de Franco

Se ha publicado el libro Tour posters 1971/2017. ¿Pero por qué no un libro de memorias de Gay Mercader?

Porque no sería ni ético ni elegante. Si mis padres estuvieran vivos y yo hiciera el libro de memorias, me retiran la palabra. Muchas de las cosas las he vivido por amigos, no por promotor. Si fuese un rollo puramente profesional, bueno, ya sería un problema de pereza, pero es que yo tengo la confianza de mucha gente. He estado en el piso de París de Keith [Richards], en muchos sitios y con muchos artistas que me han dado su confianza. Una cosa es que en una entrevista cuente unas anécdotas, porque tampoco está prohibido, y otra es que explique todo lo que sé.

¿Cómo alguien tan puntual como tú se ha podido dedicar a un negocio tan informal?

Por pasión. Y luego tengo la suerte o la desgracia de que basta que me digan que no para que tenga que ser que sí. Cada vez que me encontraba con mucha oposición, socialmente y con los estamentos políticos de la época –empecé cuando estaba Franco–, lo que me tiraba era la pasión. Comencé porque yo no podía ver aquí a los que yo quería ver. Estuve viviendo en Francia y había visto a los Beatles en París, a los Stones dos veces con Brian Jones y una tercera vez con Mick Taylor en el 70… Y en las fiestas de ricos de mi círculo social vi tocar a los Moody Blues, a los Kinks… Vi a muchas bandas que me interesaban y lo tenía en la vena, pero me vine a vivir a España y ya no podía escuchar todo aquello. Entonces, como hablo inglés fluidamente y mi padre tenía negocios con los ingleses y los entendía, pensé que lo podía hacer yo.

Luego, para mí era muy importante que la gente viese a tal y cual banda, como Traffic, que es un grupo que tienen olvidado pero que en su época era monumental y los traje, como a Elton John. Con Dylan tardé muchísimo, no había manera de convencerlo, porque estaba en sus plenos poderes y cobraba unas bestialidades en aquella época y en España no se podía asumir el precio de esas entradas. Cuando los Stones en el 76, el ticket se desorbitó básicamente porque pasé de un local previsto de 30.000 a uno de 15.000. También tuve la suerte de presentar a Bob Marley antes de que se muriera. Y con Iggy Pop perdíamos dinero sistemáticamente. Con los Ramones nos arrastrábamos por media España y en el quinto coño, pero eran los Ramones y había que verlos. Lo mismo me pasó cuando escuché "Roxanne" de The Police: me dio un flash y tenía que traerlos. Con AC/DC empezamos en el Pabellón del Real Madrid y con Tina Turner, en el Palacio de los Deportes, perdí dinero, porque era antes de que se volviese blanca y hacía un rhythm and blues fantástico. De 7.000, metí 5.000. Pero yo los traía porque había que verlos. Punto. Después tuve que irme profesionalizando, porque ya tenía gente que trabajaba para mí y habían formado una familia con hijos. Iba moldeando mi gusto personal para traer lo mejor de cada género.

¿A quién te hubiera gustado traer y no has podido?

Perseguí a J.J. Cale. Tengo todos sus discos, pero nunca lo conseguí; el tío tenía claro que prefería girar en autobús por Oklahoma que venir a Europa. A Marvin Gaye me hubiese gustado traerlo, pero no pude. Es que era vocacional, por eso tengo esta relación con los músicos, porque a algunos los traje cuando no eran leyendas. Ellos tenían pasión y también veían la mía. Era otra cosa. No había una barrera.

¿Algo más personal que un negocio?

Sí. Completamente.

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