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Cultura

François Ozon rememora el verano del descubrimiento

'Verano del 85', de François Ozon

François Ozon ha dejado de lado cualquier atisbo de pudor en su nueva película, 'Verano del 85', para centrarse en la historia más pasional y visceral posible: la de un amor adolescente. Ha afrontado el desafío que eso supone y, aun a riesgo de parecer exagerado y situarse al borde del telefilme, ofrece un relato iniciático digno y en varios momentos brillante en el que ahonda en la importancia de las promesas, en el deseo, en las desilusiones, en la incomprensión de la muerte y en el paso a la vida adulta.

La nueva película de Ozon llega este viernes a los cines españoles después de haber pasado por la Sección Oficial de la reciente edición del Festival de San Sebastián, que heredó este título después de que la pandemia de coronavirus obligase a cancelar el Festival de Cannes, del que formaba parte. Precisamente, el contacto estrecho con una persona con Covid-19 impidió la presencia del cineasta en la ciudad donostiarra, donde ya recogió en 2012 la Concha de Oro por su cinta 'En la casa'.

'Verano del 85' ('Eté 85') cuenta la historia de una muerte e interpela al espectador, a quien le pregunta si está preparado para escuchar lo que le va a contar. En la cinta, el joven Alexis, a quien da vida un encumbrado Félix Lefebvre, está a punto de cumplir 16 años. Un día, y tras la temeridad de no mirar al cielo cuando se navega por alta mar, no puede evitar ver cómo su barco vuelca. David (Benjamin Voisin), un joven dos años mayor, le salva del naufragio. Ambos comienzan la amistad de sus sueños, que se pondrá a prueba en el verano de 1985.

Ozon da en el clavo y empatiza desde el comienzo con parte de los espectadores, gracias a la banda sonora de la película. 'In between days', de The Cure, primer corte del disco 'The head on the door', se publicó ese mismo verano y acompaña a los protagonistas como lo hizo con quienes disfrutaron de un verano de playa y mar a mediados de los 80. Ese inevitable caramelo está acompañado por otra canción, 'Sailing', interpretada por Rod Stewart, que protagoniza quizás el instante llamado a erizar la piel de quienes en ese momento ya se hayan entregado a la propuesta del director de 'Potiche' y 'Frantz': un paréntesis romántico en una discoteca abarrotada que baila a ritmo frenético.

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Si bien para algunos esta historia iniciática es conmovedora en su planteamiento y en su desarrollo, otros encuentran un punto melodramático y en ocasiones un derroche de emoción. Sin embargo, al fin y al cabo, precisamente el amor adolescente es el único que puede permitirse el exceso de pasión, de tristeza, de melancolía. Es el único que permanece, el que sigue doliendo y el que en muchas ocasiones pone los cimientos de las relaciones que llegan en el futuro, el que vuelve al subconsciente y el que se revela sin apelarlo.

En 'Verano del 85' da la sensación de que Ozon es consciente de esto, a pesar de estar cerca de pecar de redundante o de exagerado, como si esta historia de amor, la de dos adolescentes que descubren juntos la vida, fuera la única que merece la pena ser contada, por reveladora, por novedosa, por genuina e inocente, por auténtica y por verdadera, por extrema, por demente, por presente y por idealizadora. Todos aquellos adjetivos que después, en la edad adulta, no tienen cabida y dejan paso a la contemplación, a la nostalgia y a lo pragmático. 

EN BUSCA DEL IDEAL ROMÁNTICO

Lejos de quedarse en lo superficial del amor adolescente, Ozon se sirve de esta historia para preguntarse si, en realidad, inventamos a aquellas personas a las que amamos, si nuestra mente se encarga de rellenar esos huecos y vacíos que la verdad no muestra, o que nuestra mente selectiva aparta y reorganiza, y si, ante la imperfección, la mente trabaja con esmero por construir el ideal romántico.

Además, el cineasta galo convierte la madurez en una huida de la propia historia, tal y como reza la letra de Robert Smith que abre y cierra la película: 'Adelante, adelante, solo vete. Adelante, adelante, tu elección está tomada. Adelante, adelante, y desaparece. Adelante, adelante, lejos de aquí".

Como ya hiciera en otras cintas, en 'Verano del 85' también recuerda cómo la muerte, para todos, es siempre la misma constante incomprensible e injusta, y lo hace a través del protagonista, quien, en un ejercicio de metaficción, y con ayuda de su profesor de literatura (Mevil Poupaud), consigue narrar las dudas y el dolor. Además de las actuaciones de estos actores, destacan los papeles de Valeria Bruni Tedeschi e Isabelle Nanty, dos madres diferentes, con distintas maneras de querer y mostrar el amor, y a quienes sus hijos les abren una ventana para mirar al horizonte con otros ojos.

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