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Franco Battiato, a la luz de su peor amigo

El escritor Eduardo Laporte publica una biografía espiritual del músico italiano, fallecido en 2021

El libro En presencia de Batiatto, publicado por Sílex ediciones, analiza los conflictos artísticos y existenciales del músico italiano. Uno de los capítulos más intensos es el dedicado a Manlio Sgalambro, filósofo y colaborador tardío del singular superventas siciliano. “A una edad a la que un empleado de banca, pongamos, llevaría varios años jubilado, Sgalambro conoce a una persona que cambiará su vida, su obituario, que es también una manera de sintetizar una vida”, explica Eduardo Laporte. Su ensayo, breve y enjundioso, encargado con urgencia para cubrir la escasez de biografías en castellano, cumple con creces el papel de introducción a una figura fascinante.

La amistad que se analiza no pudo comenzar peor: Sgalamabro regala a Batiatto su libro Contra la música, un gesto que hacía presagiar que el vínculo estaba condenado de inicio. El texto despliega “una violencia inaudita contra la disciplina”, según Batiatto. ¿La buena noticia? Lejos de asustarle, aumentó su curiosidad. ¿Qué ofrecía el filósofo que pudiera enganchar al músico? “Mas schopenhauerista que Schopenhauer, Sgalambro llevará su pesimismo, la idea del pesimismo, casi al extremo, casi dispuesto a ser, valga la paradoja, el mejor pesimista”. Para ello, acuña el concepto de “peorismo”, ya que el pesimismo clásico “se le queda corto”.

La gran premisa 'peorista' de Sgalambro dice ‘sé contemporáneo del fin del mundo’, que presenta de manera explícita en su ensayo Diálogo sobre el comunismo. El papel redentor de la música ha sido destacado por el pesimismo desde antiguo -por Schopenhauer y Cioran-, pero la reivindicación de la música ligera contemporánea que hace Sgalambro es más excepcional, como han señalado algunos de sus estudiosos: sostiene -por ejemplo- que las discotecas y conciertos son “pequeños nirvanas”, donde el rock induce al éxtasis a los jóvenes, que son los “nuevos platónicos”, inmersos en sus cavernas artificiales. Sgalambro afirma que la música actual ha llegado a ser “música ligera” por desesperación, porque testimonia, a la vez, la muerte del espíritu y ofrece una pequeña dosis de felicidad para superarla.

Batiatto contra el cliché

Más influencias de Sgalambro: “Se apoya notablemente en Philipp Mainländer, filósofo decimonónico muy del gusto también de Nietzsche y del propio Cioran, amigo también de regodearse en ese lamento cósmico que puede acabar resultando entre infantil y cómico”, destaca el autor. “Su peorismo no deja de ser un divertimento, una fina provocación all italiano pacato medio”, añade. Esta giro favorece la conexión con Battiato, siempre abierto a los placeres del mundo, aunque consciente de sus injusticias. “Franco Battiato se define por estar siempre en búsqueda y Sgalambro, con la rotura de clichés y su peorismo tragicómico, le estimula, le rejuvenece, le divierte y le acompaña. Porque si algo les une a ambos es su condición de solitarios irredentos que, en el mundo de contradicciones de Merton, necesitan su compañía como agua de mayo”, apunta.

Nos creemos libres/pero somos esclavos", canta Battiato

Laporte señala que la máxima influencia de Sgalambro en los discos de Batiatto puede encontrarse en el disco Ábrete Sésamo (2012), de manera muy explícita en la canción “El polvo del rebaño”. Cita en concreto este puñado de versos: “Nos creemos libres/pero somos esclavos./ Millones de millones de sombras/perdidas./Ruidosos, andamos por las calles/ alzando solo polvo”. Seguramente el álbum que mejor representa la fusión de ambos creadores es La emboscada. "En una de las canciones, la que incluye frases en alemán, Sgalambro extrajo una idea de Los Buddenbrook, de Thomas Mann. En ella se alude a la condición del hijo que demuestra cierta sensibilidad para la música y su padre que se opone porque le parece algo afeminado", explicó a la periodista Fietta Jarque. Viveron el éxito de La cura, una intensa canción sobre amor y cuidados, que fue considerada en Italia como la mejor de 1996.

Ambos amigos se distinguieron también por su idea de la muerte, como explica Laporte en su libro: “Mientras uno (Batiatto) cree en la inmortalidad de las almas, reencarnación mediante (‘We never died, we never born’, canta en “Testamento”), otro (Sgalambro) considera que hay que ‘el nacer y el morir son los dos momentos únicamente reales’, tanto es así que dirá que quiere “morir eternamente, sin dejar ningún resto que no se funda en el profundo abismo de la Nada’”. La música pop encuentra su combustibles en los lugares más insospechados.

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