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Cultura

El final de los templarios, los soldados de Dios condenados a la hoguera

La editorial Desperta Ferro ha publicado ‘Templarios, soldados de Dios’, del ilustrador e investigador Zvonimir Grbašić, que repasa la historia de la Orden del Temple

templarios
Templarios en la llamada torre maldita durante la caída de Acre (1291). Zvonimir Grbašić (Desperta Ferro)

Cuenta la leyenda que el último gran maestre de la Orden del Temple, Jacques de Molay, mientras ardía en la hoguera, maldijo al rey de Francia Felipe IV y al Papa Clemente V. El caballero templario se calcinaba en París, asegurando la inminente venganza divina a los dos principales responsables del desmantelamiento de su orden. Con maldición o no, el monarca francés y el Papa murieron antes de que terminara ese mismo año 1314.

En menos de dos siglos de existencia, una humilde orden creada por nueve caballeros atesoró un inmenso poder que activó las alertas del propio rey de Francia. Su oscuro final ha hecho que el manto blanco con la cruz roja siga envuelto en un halo de misterio que sigue fascinando a los amantes de la historia. La editorial Desperta Ferro, acaba de publicar ‘Templarios, soldados de Dios’, del ilustrador e investigador Zvonimir Grbašić, un libro de 220 páginas con la seña de identidad de la revista especializada en historia militar. Dividido en capítulos cortos, centrados en aspectos concretos de la Orden, y perfectamente ilustrado, el lector quedará fascinado con las ultradetalladas ilustraciones de Grbašić que hacen sentir el polvo levantado por un jinete en una carga o la serenidad del caballero ensangrentado durante el rezo posterior a la batalla. 

Fundación de la Orden del Temple

La Orden del Temple fue fundada en la iglesia del Santo Sepulcro en la Navidad de 1119, donde el patriarca de Jerusalén aceptó los votos de pobreza, castidad y obediencia de nueve caballeros. Los que se denominaron “Pobres Caballeros de Cristo” incluyeron en su nombre la mención al Templo de Salomón, donde se instaló la orden.

Su misión fundacional era la de proteger a los cristianos que peregrinaban a Jerusalén y el río Jordán para visitar los emplazamientos de la muerte y bautismo de Cristo. El Temple comenzó a incrementar su fuerza militar y se convirtió en un valioso elemento en el contexto de las cruzadas, y muy pronto vio agradecida su labor a través de generosas donaciones de nobles franceses que habían visitado Jerusalén.

En su momento de mayor expansión, el Temple contaba con unos 7.000 miembros, de los cuales 1.500 eran caballeros, una cifra que podría multiplicarse por siete incluyendo a los miembros no ordenados y los auxiliares. En el mayor momento de esplendor, tenían miles de propiedades, solo en Tierra Santa acumularon 53 fortalezas, y el mapa de posesiones en las islas británicas, Francia y la Península Ibérica se encontraba repleto de enclaves de la Orden.

Además de los réditos de estas posesiones, el Temple multiplico sus beneficios cuando entró en el negocio de la banca. Desde el Concilio de Letrán de 1179, la Iglesia había condenado los préstamos de dinero como usura, pero se hizo una excepción con los templarios, que se convirtieron en importantes banqueros en Europa.

Disolución de la Orden

Esta fuente de riqueza sería también su condena. El músculo militar del temple y sus negocios generaban el recelo de monarcas como el francés. En 1299 la Orden había prestado 50.000 libras al rey de Francia para sufragar la guerra en Flandes y la dote de su hija, que se sumaban a deudas pasadas de la Corona francesa. 

Templarios quemados en la hoguera. Ilustración s. XIV

El viernes 13 de octubre de 1307, se ordenó el arresto de todos los templarios de Francia, acusados de herejía, idolatría y conducta homosexual. Fuertemente presionado por el rey francés, el papa Clemente V aceptó el proceso y el 22 de noviembre extendió la persecución al resto de reinos cristianos ordenando la detención y la confiscación de sus bienes.

A pesar de que la comisión papal no encontró evidencias confirmadas de herejía, el papa emitió un edicto que disolvió la orden e hizo entrega de los bienes de los templarios a los hospitalarios. 

La mayoría de los reinos cristianos no tomaron medidas drásticas contra los caballeros del Temple, y los bienes y miembros de la orden acabaron integrándose en otras órdenes de caballería. Pero el gran Maestre del Temple, Jacques de Molay, y el preceptor de Normandía, Godofredo de Charney fueron declarados culpables de herejía y quemados en la hoguera en marzo de 1314.

Templarios. Soldados de Dios

Autor: Zvonimir Grbasic

Editorial: Desperta Ferro

224 páginas

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