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Cultura

La Feria del Libro aprueba su primer fin de semana con nota sobresaliente

Una imagen del primer fin de semana de la Feria.

Los lectores lo son todo. Constituyen el eslabón que da sentido a una industria en fase de reinvención . El primer fin de semana de la 78º Feria del Libro de Madrid lo ha demostrado: una afluencia masiva y continua de visitantes puso de manifiesto la capacidad de una cita cultural para animar un circuito. No existe una feria tan integrada a una ciudad como la del Retiro. Sant Jordi, quizá, de no ser porque no dura tres semanas ni se despliega en un parque de la envergadura del Retiro.

Largas filas para la firma de ejemplares, bolsas llenas de libros y un río constante de visitantes: ese fue el paisaje de la Feria del Libro de Madrid, que ha vivido un arranque optimista, presidido por el sol y el buen tiempo, a diferencia el catastrófico 2018 cuando una cadena de tormentas y ventiscas  casi impide su inauguración. Dependiendo del editor, hay fanfarria  o prudencia. Los sellos independientes esperaban un mejor arranque. Tratándose del primer fin de semana de junio, y con la nómina  ya en la cuenta, el gasto pudo ser mayor. Aun es pronto para hacer balance, admiten muchos libreros: queda mucha feria por delante.

El Ayuntamiento no le puso las cosas muy fáciles a los editores y libreros que participan. Las autoridades municipales insisten en que la Feria pone en peligro el parque, de ahí un exceso de vigilancia y celo en el número de casetas y la extensión de la feria. Las negociaciones fueron complicadas y hasta poco antes del sorteo de casetas muchos tenían dudas sobre si la Feria de celebraría en el Retiro o no. Se habló de Madrid Río como alternativa. Sin embargo, el asunto no prosperó. En 1967 se trasladó del Paseo Recoletos al Retiro y desde entonces, recibe todos los años a escritores, editores, libreros y lectores. Es la oportunidad de encuentro entre unos y otros.

Por segundo año consecutivo, la muestra posee un nivel literario mucho más alto con respecto a ocasiones anteriores. Aunque todavía se repite el fenómeno Miguel Ángel Revilla -esa cosa del tipo ‘mujer barbuda’ que traviste a políticos y celebridades en reclamo-, en esta edición acudieron no personajes públicos convertidos en autores, sino escritores. Y de los buenos. Desde Arturo Pérez-Reverte, que ofreció su tradicional firma -hace una en toda la feria- y a la que acudieron cientos de personas hasta la irrupción de otros como el periodista David Jiménez, quien con su libro El director (Libros del K.O) ha despertado el interés de los lectores.

Hay que destacar en esta edición la aparición de nuevos actores, por ejemplo la incorporación de un estand de plataformas como Storytel en España, un servicio de audiolibros y libros electrónicos que permite escuchar un catálogo con más 200.000 títulos a escala mundial, de ellos 4.000 en español. Los nuevos formatos de lectura intentan no perder terreno ante el auge de las pantallas y los dispositivos electrónicos, de ahí que el audiolibro busque conquistar, a pie de feria, nuevos usuarios. 

Este año, el Retiro acoge trescientas sesenta y una casetas y 1700 autores que participarán en 5.000 firmas. Así pintan los números de la 78º edición de la Feria del libro de Madrid, que cuenta con República Dominicana como país invitado. Su director, Manuel Gil, estima que este año podrán venderse unos 550.000 ejemplares y alcanzar una facturación de diez millones de euros.  Hasta el 16 de junio tendrán ocasión de conseguirlo los libreros, editores y autores y por supuesto, los lectores, el principal motor.

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