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Cultura

Isabelle Huppert: adictiva, pura y sin límites

La actriz francesa protagononiza 'Mamá María', un thriller-comedia que entra en el terreno de las drogas para contar una historia de liberación

Isabelle Huppert es uno de los rostros más enigmáticos e hipnóticos del cine francés, capaz de sacar oro de cada uno de los personajes que interpreta. Su último trabajo es Mamá María, un largometraje dirigido por Jean-Paul Salomé a medio camino entre el thriller y la comedia que se adentra en el terreno del tráfico de drogas para contar una historia de liberación desde la perspectiva de un personaje recluido y aislado: una mujer de mediana edad que busca la catarsis en el límite de la legalidad.

Mamá María, que se estrena este viernes en los cines después de pasar por el BCN Film Fest que se celebra estos días en la ciudad condal, narra la historia de Patience Portefeux (Huppert), una intérprete judicial francoárabe especializada en la escucha telefónica para el departamento de estupefacientes de la policía de París. Su vida monótona da un giro cuando descubre que uno de los traficantes a los que escucha es el hijo de la enfermera que cuida de su madre. Conmovida por su historia, decide encubrirle, lo que le lleva a encabezar una enorme red en el mundo de la droga.

El espectador descubrirá en esta película una historia trepidante, llena de adrenalina y de riesgo, ágil y dinámica, en la que nada es lo que parece. Más allá de ser una película de intriga del montón, el thriller se convierte en una excusa para conocer lo más profundo de un personaje que lucha por alcanzar su independencia y por liberarse casi a cualquier precio.

Sin duda, Huppert es la actriz que mejor juega al despiste. Ella es experta en mostrar tantas caras como sea necesario sin dejar huellas ni hacer dudar. Por momentos, uno recuerda su fascinante papel en Elle (2016), de Paul Verhoeven, película que presentó en el Festival de San Sebastián al mismo tiempo que El porvenir, de Mia Hansen Love, ambas igual de mayúsculas, aunque, mientras que la primera era un thriller de suspense psicológico, la segunda abordaba el viaje de una mujer madura hacia una nueva vida. Aquella ocasión permitió observar de cerca su dimensión camaleónica como actriz, incapaz de caer en el encasillamiento y en la obviedad.

Creo que le gustó el personaje porque le ofrecía posibilidades interpretativas. Siempre me decía que había cosas que hacer, incluso en la réplica más nimia. Patience miente mucho y a todo el mundo para poder seguir con su doble vida. Isabelle debía inventar reacciones, fingir asombro"

Para el trabajo en Mamá María, basada en la novela La madrina, de Hannelore Cayre, Huppert tuvo que aprenderse los diálogos en árabe de memoria, un trabajo duro que, sin embargo, no asustó a la intérprete, tal y como recuerda Salomé. "En el peor caso, podíamos haberla doblado, pero no fue necesario. Pedimos a marroquíes que escucharan los diálogos y todos fueron unánimes: hablaba muy bien con un pequeño deje francés", relata el director sobre el trabajo de Huppert, según recoge Vozpópuli de las notas de producción del filme.

"Creo que le gustó el personaje porque le ofrecía posibilidades interpretativas. Siempre me decía que había cosas que hacer, incluso en la réplica más nimia. Patience miente mucho y a todo el mundo para poder seguir con su doble vida. Isabelle debía inventar reacciones, fingir asombro", apunta el director.

Isabelle Huppert: frágil y fuerte

"En ti hay algo paradójico. Pareces frágil, menuda como una ramita, pero desprendes una confianza que impresiona. Me recuerdas a algún tío que he detenido", comenta uno de los personajes de Mamá María en un momento de la película para referirse al personaje de Huppert, una descripción que coincide en cierto modo con lo que ella misma irradia como actriz, una fortaleza y una determinación que no encaja con un aspecto tan delicado.

En este caso, su papel es el de una mujer fría y calculadora, aunque lejos de la apatía de Elle. En esta película interpreta un papel más terrenal, más cercano a la duda y más próximo al error. Sin embargo, se mueve como pez en el agua entre matones, policías, traficantes y todo tipo de delincuentes a los que se atreve e tratar incluso con desprecio y altivez. ¿Quién puede ser capaz de hacer eso? ¿Quién se permite llegar al límite y arriesgar?

En esta película, una madre coraje que ha sacado adelante a sus dos hijas sin ayuda y que dedica horas y horas a trabajar para pagar la cara residencia en la que su madre pasa sus últimos días. Una mujer que, como hemos visto en otras películas, como la española La boda de Rosa, de Icíar Bollaín -nominada en la reciente edición de los premios Goya- no tiene miedo a cambiar su vida y es precisamente esa valentía y ese arrojo lo que le permite cruzar líneas rojas con éxito.

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