Su película se iba a llamar Se acabó la fiesta, pero poco después de terminar los títulos de crédito, Alvisse anunció el nombre de su partido político y aquella idea se fue al traste. Fin de fiesta, título definitivo, le ha dado bastantes alegrías a la productora Elena Manrique, que debuta en el largometraje con una tragicomedia de espíritu berlanguiano que busca sacar la sonrisa al espectador para, a continuación, congelarle la cara. Después de participar en el Festival de Toronto y también en la Seminci de Valladolid, llega a los cines españoles.
Sonia Barba, Beatriz Arjona y Edith Martínez Val protagonizan esta historia, que cuenta la historia de un inmigrante africano que se cuela en la casa de una adinerada señora y se esconde tanto de ella como de la asistente que limpia la casa. La directora ha hablado con Vozpópuli sobre su primer largometraje.
Pregunta: ¿Cuáles son las ventajas de escribir y dirigir un primer largometraje a los 50 y sobre todo con una experiencia como la tuya en la industria?
Respuesta: La ventaja fundamental es que he sabido rodearme de la mejor gente posibe. Durante todos estos años, como productora mi trabajo ha sido dar al director el mejor equipo y ahora he sabido tener a gente que ha entendido el proyecto. Estoy agradecida a mis productores en que hayan estado de acuerdo en que este casting de desconocidas era el mejor para la película, porque tenía pocos elementos: tres personajes y una casa increíble. Este guion me ha llegado con una madurez en la que he sido muy buena capitana. Un director tiene por un lado parte creativa, pero por otro capitán de un barco, y si te tienes que remangar y ponerte a remar, lo haces. Este, además, es un trabajo colectivo. Tu visión no es nada si no encuentras a las personas adecuadas en todos los departamentos.
P: Comentas que es importante rodearse y tener los elementos clave, y uno de ellos es la actriz Sonia Barba, que interpreta a un personaje muy icónico.
R. Imagínate lo precioso que es que dos personas en la cincuentena empecemos una carrera, que lo hayamos hecho tan bien, que hayamos conseguido estar en Toronto y Valladolid, en una selección del American Film Institute con las mejores películas europeas del año. Con mucho respeto y sin pudor, con la sensación de que teníamos mucho que decir y que aportar. Eso ha sido un regalo de mis productores, que lo hayan entendido tan bien. Sonia está ahí porque hizo casi 30 castings, y ese pedazo de actriz que es fue pasando prueba tras prueba. Ha hecho mucho teatro, cabaret y performance en museos. Estoy feliz de que haya demostrado que lo puede hacer tan bien.
P: ¿De dónde sale esta historia?
R: Tenía que desarrollarse en Andalucía, porque los emigrantes que llegan en patera no llegan a Bilbao ni a Galicia. Odio cuando se fueran las historias y se hacen cosas que no son orgánicas. La historia surge de algo que pasó a unos amigos hace veinte años. Era el mes de junio y unos amigos, al entrar en su casa, se dieron cuenta de que había dentro un joven que había saltado el muro. Mis amigos estaban asustadísimos, pero el muchacho africano lo estaba más. Le dieron de comer, le llevaron a una estación de autobuses y ahí se quedó esta historia.
P: El personaje que interpreta Sonia Barba, la señora de la casa, tan inocente como perversa, parece caricaturizado, pero al mismo tiempo muy real. ¿Está más próximo al espectador de lo que piensa?
R: Todos tenemos una Carmina o un Carmino en nuestra vida. De hecho, hemos creado un perfil de Instagram que se llama "Carminismos", donde decimos: detecta y neutraliza a la Carmina que llevas dentro. ¿Qué es una Carmina o un carminismo? Es una persona profundamente egoísta, que no ve al otro, que solo se ve a sí misma y que su relación con el otro pasa por lo que ella que a ella le conviene. En realidad, no es mala, sino una inconsciente, una malcriada que ha crecido con todos los privilegios y que no se puede poner en el papel del otro. Carmina representa a la vieja Europa, que no permite leyes justas para quien viene de fuera. Lo único bueno del capitalismo es que todo se regula solo. Si no hubiera trabajo en la recogida de fresa no vendría ningún africano. Solo si todos viven mejor viviremos todos bien. No quería que Carmina fuese una caricatura, no existe el blanco y negro. Es ese espejo deformado de Valle-Inclán del Callejón del Gato, donde tenemos que mirarnos como sociedad.
P: ¿En qué momento llega esa dosis de humor tan ácido por momentos?
R: Cuando trabajas con actrices como Sonia Barba, Beatriz Arjona y Edith Martínez, hay muchas cosas de ellas que están en los personajes, hay una retroalimentación, porque no entiendo el cine de otra manera. Para el guion y la historia soy más inflexible, porque creo que los guiones se terminan de escribir en el montaje. El personaje de Sonia estaba hecho para hacernos reír y que nos divirtiera. Lo interesante es que se nos quede la sonrisa helada dándonos cuenta de que nos estamos riendo de cosas muy tremendas.
P: Fin de fiesta parece deudora de Berlanga.
R: Cuando me pongo a escribir no pienso en eso, pero tengo un bagaje cinematográfico grande, Berlanga me encanta y mi cultura es mediterránea. Creo que los españoles somos capaces de contar un chiste en el funeral de nuestro padre y reírnos con el cadáver de nuestro padre delante. Tenemos este absurdo dentro de nosotros. Inconscientemente todo se queda en el cerebro y lo vas depositando en las historias que escribes.
P: Cuando uno quiere cambiar de posición en la industria, ¿surgen recelos, envidias y desconfianzas?
R: Me ha costado varios comités del ICAA en los que no se puso buena nota, y a la vez estaban admitiendo el guion en un taller de guion de la UE en el que es dificilísimo entrar. Me dicen que no a un festival aquí y de repente voy a Toronto y a la Seminci. Me ha costado mucho el proceso, pero a la vez estoy feliz.
P: La película se iba a llamar Se acabó la fiesta, como el partido de Alvisse. ¿Qué ocurrió?
R: He tenido un rodaje maravilloso pero un post muy difícil. Es muy difícil para esta película encontrar el tono, equilibrar los momentos cómicos y aquellos en los que da miedo. Fue un proceso de postproducción pesado y cuando terminamos la película, incluso los títulos de crédito, un mes más tarde aparece este partido. Estuve dos días llorando debajo de un edredón. Tuve que volver a cambiar los créditos, dar con un título y no pasa nada. Pero se sumó a todo lo demás. Después de cambiar el título ha ido todo rodado, así que nos ha dado buena suerte.