La pregunta fue general durante mucho tiempo del pasado fin de semana: ¿cerrarán o no cerrarán la cuenta de X (antiguo Twitter) al mejor rapero del planeta? La inclinación mayoritaria parecía ser afirmativa, pero al final se mantuvo abierta, seguramente por el fuerte compromiso de su dueño (Elon Musk) con la libertad de expresión. Kanye West había incurrido en todas las provocaciones posibles para ser cancelado: mensajes antisemitas, camisetas con la esvástica, proclamas de "Amo a Hitler"...Finalmente llegó a la siguiente conclusión: "Tuiteé prácticamente todo lo que me apetecía durante unas 12 horas y todavía tengo mi Twitter. Y lo más importante, mis miles de millones”, compartió con sus millones de seguidores.
Contra todo pronóstico, ninguna empresa cortó relaciones con el artista. Tampoco le quedan tantos vínculos estables en la industria. Otras provocaciones similares, incluso más suaves, le habían costado millones. "Gracias a todos por participar en este experimento social”, proclamó, para sorpresa general. Más que un activista de extrema derecha, parecía un borracho tratando de provocar a otros parroquianos del bar declarando sus simpatías nazis o presumiendo de que tenía dominada a su esposa, la modelo Bianca Censori, a la que hace poco exhibió desnuda en la alfombra roja de los premios Grammy. El tono de sus mensajes no eran tanto el de un peligro público sino el de alguien a quien se le ha ido la mano mezclando alcohol con antidepresivos.
Algunos de los tuits más polémicos decían cosas como “Soy un nazi”, “Todas las personas blancas son racistas” o “Algunos e mis mejores amigos son judíos y no confío en ninguno de ellos”. Más madera: "No estoy tratando de ser la voz de los negros, ese era el trabajo de Obama", aclaró. "Estoy ganando dinero y hablando tonterías en Twitter. Estoy expresando lo que he pasado y las cosas que me importan", añadía. En vez de causar rechazó entre los internautas, lo que logró fue disparar los niveles de atención. Para sorpresa de muchos, ganó alrededor de 350.0000 seguidores en unas pocas horas. Una de sus idas de olla más comentada fue un tuit dirigido a Donald Trump donde le solicitaba la liberación de Puff Diddy, superventas amigo de West, que se encuentra encarcelado a la espera de juicio por delitos de tráfico sexual y crimen organizado.
"Fue como un viaje de ayahuasca"
El rapero de 47 años tiene un largo recorrido de polémicas a sus espaldas y también un historial médico de bipolaridad, que hizo público su expareja Kim Kardashian en verano de 2020. En los últimos mensajes de West se hace complicado distinguir cuándo está expresando sus inquietudes artísticas y cuándo ha perdido cualquier tipo de filtro. En una entrevista posterior a los Grammy, West afirmó haber sido diagnosticado de autismo, descubrimiento que desmentía que sufriese un trastorno bipolar. Además aseguró haber dejado de tomar su medicación. Durante la final de la Super Bowl del domingo, celebrada en el Caesars Superdome de Nueva Orleans, West dirigió parte de sus ataques contra Taylor Swift, que asistió al evento para apoyar a su pareja, Travis Kelce, estrella de los Kansas City Chiefs.
En su tienda online solo queda un producto: una camiseta con la cruz gamada
Finalmente, el rapero decidió cerrar su cuenta en la controvertida red social. “Estoy quitándome de Twitter. Doy las gracias a Elon por permitir que me desahogue. Ha sido catártico usar el mundo como una caja de resonancia. Fue como un viaje de ayahuasca. Les amo a todos ustedes porque me brindaron su energía y atención. Buenas tardes y buenas noches”, articuló como mensaje de despedida. ¿La sorpresa tras el adiós? Yeezy, tienda de ropa y complementos de Kanye West, se encuentra prácticamente vacía. Todos los productos han sido eliminados menos una camiseta blanca con una gran esvástica nazi en su pecho. El artículo ha sido bautizado como HH (siglas del famoso saludo nazi Heil Hitler). El precio de venta al público es de 19,95 dólares.