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Cultura

Elena Ramírez: “El editor es un ludópata, siempre busca el número ganador”

Elena Ramírez, directora editorial de Seix Barral.

De ella se dicen muchas cosas, la mayoría inexactas. Que es la editora de moda –comenzó en este negocio en Alfaguara, en los noventa,  y llegó a Seix Barral en el 2000-. Que es la mujer con más poder en el mundo editorial –cierto, pero también una de las que tiene el ojo más fino y curioso-. Que no se separa de su Blackberry y su iPhone –más bien habría que decir que no se separa ni de sus libros ni de sus autores-. Se trata de Elena Ramírez, directora editorial de Seix Barral, un sello literario con más de cien años de tradición y del que algunos lectores conservan, melancólicos, las iniciales de Carlos Barral como referencia dorada. Pero nostalgias las justas. El mundo de Barral ya no existe, y en este –donde la sensibilidad literaria es tan importante como la capacidad de convertirla en números-, esta mujer se mueve a sus anchas.

El despacho de Elena Ramírez se parece a ella: resplandece. Rubia de unos potentes ojos claros y una figura tan fibrosa como su voz –toda ella es electricidad-, la editora ocupa un escritorio rodeado de libros, manuscritos, papeles. Entre una pregunta y otra saca un gotero y deja caer una gota transparente bajo su lengua. “Lo siento, es mi homeopatía”, dice. Alineados, en varias estanterías, es posible ver ediciones míticas –Faulkner, Pavese, Svevo, Musil, Robbe-Grillet, Paz, Sábato, Cabrera Infante, Goytisolo, Gil de Biedma…- de un sello por el que han pasado nombres fundamentales y que ella ha logrado rejuvenecer no sólo con una cantera asombrosa –Isaac Rosa, Jesús Carrasco, Pablo Gutiérrez…- sino con la recuperación de autores señeros que abandonaron la editorial en la época de los noventa –cuando Alfaguara y Anagrama cobraron mayor fuerza-.Aun diciendo eso, no se ha dicho lo más importante. Suyos son los fichajes de verdaderos bombazos literarios, por ejemplo el norteamericano Sam Savage –del que ella consiguió los derechos mundiales para Seix Barral- o más recientemente la biografía definitiva de J. D Sallinger, otro trofeo, ganado a pulso en las oficinas de Simon & Shuster. Ella fue la única editora en lengua hispana que tuvo acceso al manuscrito.

Suyos son los bombazos literarios de Sam Savage o J.D Salinger. Fue la única editoria en habla hispana que accedió al manuscrito de su biografía definitiva.

Estudió filosofía y Letras en la Universidad Autónoma de Madrid y  luego un  Master en Edición, en Stanford University,  California. En 1994 entró en Alfaguara, donde permaneció seis años –llegó a coordinar el departamento internacional de dos divisiones del Grupo Santillana: Ediciones Generales y Punto de Lectura-. En el año 2000, tras ser fichada por Adolfo García Ortega,  se trasladó a Barcelona y comenzó en Seix Barral como editora ejecutiva. En 2007 asumió el cargo de directora editorial –que todavía ocupa-  y ahora pasará a dirigir, también, la línea de Ficción Internacional del Grupo Planeta, un área que surge tras una reorganización interna de la corporación, y que agrupará los nuevos títulos de Planeta, Espasa, Seix Barral, Destino y Esencia. Sin duda, la suya es una mirada que conoce –y muy bien- un sector que se ha visto golpeado por la crisis, pero que sin embargo continúa editando, uno tras otro, títulos que hacen pensar que estamos ante una burbuja editorial. ¿Es cierta tal idea? De esos y otros temas conversamos con Ramírez. 

-Generaciones enteras  descubrimos en Seix Barral autores fundamentales. Desde la camada del boom que editó Carlos Barral, pasando por Octavio Paz hasta Robert Musil. ¿Cómo ha cambiado su percepción de Seix Barral como lectora?

-No ha cambiado tanto a lo largo del tiempo. La mezcla de autores jóvenes desconocidos  y la ficción muy literaria conviviendo con ficción más comercial eran apuestas que hicieron los editores precedentes. Ejemplos de ese tipo están muy presentes en mi educación como lectora. Puede que sí haya visto, más que todo en comparación con el Barral de los setenta, una menor intención de edición de la literatura latinoamericana. Los editores posteriores la mantuvieron, pero en menor escala. Ahora mismo existe, pero mucho menos que en el Carlos Barral original.

-Ahora le hago la misma pregunta pero a la editora, no a la lectora. Cuando llegó, en el año 2000, se encontró una editorial desteñida, esquilmada, desprovista de sus autores señeros … ¿Qué ocurrió?

- Normalmente el ecosistema literario suele ser cíclico y la fuerza que pierde una editorial la va ganando otra. En los años noventa, Alfaguara y Anagrama cobraron un peso extraordinario. Muchos autores que comenzaron su andadura en Seix Barral (Antonio Muñoz Molina, Rosa Montero, incluso mucha ficción extranjera…), se fueron del sello. Fueron robados o se marcharon, pero lo cierto es que migraron hacia otras editoriales y Seix Barral perdió mucha fuerza. El objetivo cuando Adolfo García Ortega llegó a la editorial y cuando yo me vine a trabajar con él, fue recuperar la fuerza, el impulso y el intangible tremendo que tenía el sello antes de ese periodo de caída, que fue del 97 al año 2000.

"Lo literario no tiene por qué ser minoritario. Murakami o Paul Auster no tienen por qué vender dos ejemplares".

-Seix Barral remontó, sin duda. Me habla de la mezcla ficción comercial con ficción literaria. Pero tiene que existir algo más…

-No son propuestas diferentes. Es verdad que de vez en cuando se publican títulos un poco más comerciales, tanto ahora como ya se hacía entonces. Pero por otra parte, el punto diferencial, que ocurrió con la llegada de Adolfo y cuyo impulso yo seguí, es algo que parece que tenemos todos muy interiorizado pero que entonces no lo estaba y que tiene que ver con el hecho de que lo literario no tiene porqué ser minoritario. Murakami no tiene porqué vender dos o Paul Auster no tiene porqué vender dos, o Alice Munro.

-¿Aparato editorial o maquinaria comercial? Todavía no me cuadra.

-Se trata de incorporar las técnicas de marketing, de comunicación… La estética en las portadas, contraportadas con un guiño hacia el lector, jugar con los precios, es decir, establecer una serie de estrategias que antiguamente se utilizaban para la ficción comercial pero no para la literaria. Eso fue lo que comenzamos a aplicar. Quisimos demostrar que la ficción literaria también puede vender.

-Esas son decisiones que acompañan a otra mayor. Tanto la cantera de nuevos autores como los consolidados guardan coherencia; como si en el catálogo los autores se acompañaran entre sí.

-La única coherencia que hay es la calidad. Y no con respecto a determinada novela sino en las posibilidades de proyección a largo plazo de un autor. Jesús Carrasco –hay que agregar: días después de esta entrevista Intemperie, la primera novela de Carrasco ganó el Libro del Año de 2013, en Madrid- cuenta la anécdota de que, para él, lo más bonito que le ha pasado con este libro tuvo que ver con el hecho de que cuando decidimos trabajar, le hice saber que no quería contratar una novela , quería que se sintiera en casa, que pudiese hacer su trayectoria como escritor en el sello.

A los pocos días de la entrevista con Vozpópuli, Intemperie, el libro de Jesús Carrasco que Ramírez descubrió, ganó el Libro del Año en Madrid.

- Acaba de mencionar a Carrasco, uno de sus descubrimientos. Pero tiene muchos otros que le acreditan: Savage, por ejemplo. ¿Qué hace realmente un buen editor: olfatea, descubre, negocia, apuesta?

-Ahí detrás –señala una estantería repleta de libros- hay un cartel que dice: ‘Si editar fuera sólo publicar libros…’ En una época en la que se habla de que la autoedición cobra peso más que nunca y de que se puede uno saltar al editor, es falso. Hay mucho de por medio: el enfoque de un título, el pulido de un manuscrito, la optimización de un texto de contracubierta, la ubicación del precio en el mercado, apoyar y respaldar ese título dando tu credibilidad a los libreros…

-El mundo en el que Carlos Barral publicaba libros ya no existe. ¿Usted, o los editores de su generación, qué hacen: sobrellevar un mundo que se está inventando o salvar otro que se extingue?

-La esencia de ese mundo sigue existiendo. ¿De qué se trata todo esto? De encontrar una buena historia y hacerla llegar a la máxima cantidad posible de lectores. ¿Han cambiado las formas de conseguirlo? Sí, pero esa sigue siendo la magia de este negocio. Dar con algo no previsible a priori pero creer en ello a ciegas. Cuando se contrató Firmin,  de Savage, era un libro publicado hace años, con el que no había pasado nada. No había mayores posibilidades de pensar que sería un éxito editorial. Pero el solo hecho de que alguien dijera  ‘yo lo veo, yo lo veo, yo lo veo, yo lo veo’ y transmitirlo lo hizo posible.

"En un momento en que la autoedición ha cobrado tanto peso y se habla de que se puede uno saltar al editor... eso es es falso"

-Así que de mirar atrás, nada.

-Quizás en los tiempos de Carlos Barral bastaba con poner un libro en la calle sabiendo que era de él, para que se le abrieran las puertas. Pasa con los grandes sellos: Anagrama, Seix Barral, Tusquets… pero para que finalmente un libro llegue con todo el eco a las librerías, primero tenemos que creérnoslo todos aquí. También la red comercial, los cientos de visitantes que hay para las librerías. Hay un eco que transmitir.

-Hay decisiones editoriales que pueden estropear una voz. Pienso en el Bolaño de Herralde,  o lo que podría ocurrir con los próximos inéditos de Salinger. ¿Es esto correcto?

-Lo que va a suceder con Salinger, ojo, es lo que él dejó escrito. Dijo qué libros quería que se publicaran post mortem, cuándo quería que se publicaran y cómo. No es un caso, por ejemplo, como el de Nabokov. En el caso de Bolaño, es distinto. Hay que diferenciar entre aquellas obras  que el autor ha dejado preparadas y listas para ser publicadas y aquellas que uno desempolva y saca de los cajones. Bajo mi punto de vista aquello que se publica a posteriori sin autorización del autor y sobre todo en una fecha muy inmediata a su desaparición, es no respetar su voluntad. Eso sí, me parecen un crimen… ¡pero igual me los compro todos!

"Aquello que se publica, a posteriori, sin autorización del autor y en una fecha muy inmediata a su desaparición, es no respetar su voluntad".

-Se dice que la industria editorial española no están tan desarrollada como la anglosajona. Que aquí no existe, en verdad, la figura del editor como en EE UU. ¿Qué tanto tiene esto de verdad?

-Hay de todo. Conozco editoriales americanas con una profesionalización que nos da mil vueltas y otras que son todo lo contrario, de la misma forma que conozco editores españoles con una profesionalidad extrema y otros que no. No se puede generalizar. Sí es cierto que el mundo editorial americano (por el precio libre, por lo duro que es el mercado) es tan bárbaramente competitivo que hay algunos casos que existe una profesionalización, mecanización, numeralización por ventas, verdaderamente extrema. Pero hay mucho menos corazón, falta humanidad. ¿Son dos maneras de hacer radicalmente distintas? Hay algo que viene del país, de la forma de ser, que se aplica dentro de una editorial como en cualquier otro contexto empresarial. Pero sí es cierto que el mercado editorial es tan competitivo que es feroz. Es verdad que al editor allí se le valora mucho más. No es invisible como aquí pero es verdad que tres fracasos editoriales... y ahí tienes la puerta.

-¿Cuál es su mayor atributo como editora? Hay quienes dicen que es usted una excelente negociante.

-La parte que más me gusta del trabajo con un libro tiene dos patas y un solo corazón: trabajar con el autor, ver cómo cobra cuerpo final la novela o cómo dar con el alma de ese libro –independientemente  que trabaje el texto con el autor o que este entregue el texto listo para imprimir sin que yo haya intervenido en el proceso-. Se trata de pensar cómo lo enfocamos,  qué tipo de portada elegimos, el título. Es decir: que toda la manera de comunicar el libro al exterior sea consecuente con el alma de ese libro.

-Pero también hay mucho de negociación en ese proceso. Hay muchos autores que probablemente no se dejarán tocar un texto.

-He de decir que yo nunca he tenido problemas con un autor. Al menos en ese sentido, en el de buscar la mejor manera.

-Existe la impresión de que en España hay una burbuja editorial…

-Había.

"El encogimiento del mercado ha sido mucho mayor a la reducción de títulos. Se sigue publicando más de lo que el mercado puede absorber".

-Se publica más de lo que se lee. El precio fijo del libro, que tiene algo que ver, se mantiene, y aunque se publican menos títulos, persiste la avalancha editorial ¿Cómo se entiende esto?

- Es un hecho que el mercado se ha reducido en más de un 20% en estos últimos dos años.  Según si se trata del mercado de bolsillo, de ficción, de no ficción, pero hablemos de un promedio de un 25%-27% menos de cuota de mercado. Eso es una barbaridad. En efecto, se ha reducido el número de títulos, un poco, pero el encogimiento del mercado es mucho mayor a la reducción de títulos. Se sigue haciendo mucho más de lo que el mercado puede absorber. Lo que está matando en este momento a distribuidores y libreros es la devolución. Los libros se devuelven a montones, porque el mercado no puede asimilar todo lo que sacamos.

-Es un mecanismo un poco perverso.

-El editor es un ludópata, cada libro que publicas es un posible ganador. Uno no vende zapatos, vendemos otra cosa que pone la piel de gallina; que emociona y que no te deja dormir. El editor es un ludópata porque al fin y al cabo sabe lo que puede pasar con un libro, hacemos presupuestos, previsiones. Pero hay un factor imprevisible, muy mágico, que no está contemplado. Te puede tocar la lotería. ¿Cuántos libros eróticos se publicaban antes de que Grey petara, y sin embargo el que ha vendido millones es Grey? Hay un componente lúdico. Esto hace que siempre se tienda a pensar que cuanto más billetes de lotería tengas, mejor. Por eso es muy difícil que los editores reduzcan títulos. Lo que probablemente puede incidir en una reducción es la fuerza de la naturaleza: no podemos seguir recibiendo esas cantidades de devolución.

"Los libros se devuelven a montones, porque el mercado no puede asimilar todo lo que sacamos."

-¿El libro digital no puede entrar a resolver eso?

- Lo que ocurre es que todavía no genera suficientes ingresos como para permitir sobrevivir a los libros. Los libreros están devolviendo los títulos del backlist para coger frontlist. Devuelven un Pessoa para coger un Dan Brown, devuelven un Musil para coger un Grey, porque tienen que financiarse. Lo que está pasando en algunos países como Estados Unidos es que el digital ya permite que el backlist sobreviva con las ventas del digital. Aquí todavía el mercado del libro digital no da esas ventas. Primero, porque es todavía muy pequeño y segundo, por la piratería. El 80% de lo que se difunde en digital es pirata. ¿Cómo puedes sobrevivir con eso?

-Los fondos editoriales pasan a ser marginales.

-Ese es un mundo en el que yo no quiero vivir, pero está pasando cada vez más. Y es lo que hay que controlar. Ahora  vas a cualquier librería y preguntas por un libro de 1998 y no lo encuentras. Pero si buscas uno publicado hace un año tampoco lo encuentras. Esto es terrible. Hay una reformulación del negocio y ese proceso también toca a los libreros. Aquel librero que puede sobrevivir es el que está desarrollando una especialización en lo que hace, el que tiene esta pequeña librería-café, con clubes de lecturas y actividades, y aquel librero que intenta competir con las cadenas es el que no está encontrando salidas.

"Lo que siempre pasó, ya fuese en la época de Barral o en la edad de piedra, y seguirá pasando es que la gente necesita historias"

-Esta dinámica tendrá que desencadenar en algo.

-Claro, pero están pasando cosas. En Estados Unidos el backlist antes sólo existía en digital y sin embargo ahora mismo, se está dando la paradoja de que se crean librerías nuevas. Y veníamos de la desaparición de las librerías… Lo que está claro es que lo que siempre pasó, ya fuese en tiempos de Barral o de la era de piedra, y que seguirá pasando, es que la gente necesita que le cuenten historias. Ya sea en digital o en papel, con o sin librerías, eso existirá siempre, lo que tenemos es que amoldar el modelo de negocio al nuevo mundo que ha surgido. Y en esa adaptación estamos nosotros, los americanos, los chinos, todos.

-¿Tenemos que ser optimistas ahora que Alice Munro ganó el Nobel? ¿Dejará de ser el relato un género descastado?

-Es verdad, el relato es un género que nadie quiere pero quien esté libre de culpa que tire la primera piedra. Cuando publicamos relato tenemos dificultades en la difusión, también en la distribución… Falla el lector, falla el librero –con excepciones en ambos casos-, pero falla también el distribuidor, el editor, el periodista, que te puede decir ‘yo no le doy portada a un cuentista’, que lo hemos oído. Es un género que sufre una especie de círculo vicioso. No sé si es porque en España no existe una tradición de cuentistas tan fuerte como en Estados Unidos, en el que cada día para una revista hay espacio para un cuento y en donde no podría existir un Babelia sin una sección para relato, pero es que, más allá de España, incluso en los países anglosajones el relato es un género que tiene menor salida comercial. La diferencia es que la penalización en Europa o en otros países por esa no venta es mayor que la que tiene en Estados Unidos. En Seix Barral se hace esfuerzo para que cada año, tres o cuatro volúmenes tengan espacio en el catálogo.

cambios en el grupo planeta

 

El Grupo Planeta reúne alrededor de una treintena de sellos con catálogos y autores independientes. Este año, con la idea de reorganizar y simplificar procesos –de puertas para adentro-, se ha establecido una reorganización. Seix Barral mantiene su personalidad como sello de referencia literaria y Elena Ramírez permanece al frente de esta, pero pasa a dirigir, también, una de las nuevas tres áreas en las que se reagrupa la corporación. Se trata de Ficción internacional, en ella se agrupan los sellos Planeta, Espasa, Seix Barral, Destino y Esencia. Los otros cambios incluyen: un nuevo Departamento de No ficción y autores españoles,  que pasa a ser dirigido por Ana Rosa Semprúm, quien llevará Espasa, Martínez Roca, Temas de Hoy y los autores españoles de Esencia; una línea de Ficción Española, capitaneada por Belén López, y en la que se incluyen Planeta,  Destino y Temas de hoy, así como un departamento nuevo, abocado a Ficción, no ficción y  nuevos contenidos, que pasa a dirigir Marcela Serra. Sólo dos áreas quedan intactas: Cultura y pensamiento, que lleva Paz Gaspar  (Crítica, Ariel y Paidós y al que se incorpora Península) y luego la línea que atiende a títulos de formación profesional, cuyo sello más conocido es Deusto. 

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