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Cultura

Bezos hace amigos en Europa: 98 editoriales británicas desaparecen por Amazon

Jeff Bezos, fundador y director ejecutivo de Amazon.com.

“Jeff Bezos es un jinete del Apocalipsis” dijo hace poco menos de un mes el novelista norteamericano Jonathan Franzen en un artículo publicado en el diario británico The Guardian. No se quedó ahí el novelista. Franzen se despachó a gusto contra el dueño de Amazon, a quien acusó de devastar la literatura favoreciendo a los "charlatanes, tuiteros y fanfarrones". A estas palabras siguió la aprobación, en Francia, de una propuesta de ley cuyo principal objetivo es evitar lo que los libreros independientes consideran una competencia desleal por parte de los gigantes del comercio electrónico y que consiste en añadir al descuento legalmente autorizado del 5% en el precio del libro la gratuidad de los gastos de envío.

Muchas voces se alzan en Europa en contra del gigante electrónico. Al coro se suma ahora una más: la de la consultora Wilkins Kennedy, que en estos días ha dado a conocer unas cifras devastadoras sobre cómo la industria del libro electrónico ha minado el panorama editorial en el Reino Unido. Tan sólo en 2012, 98 editores británicos salieron del negocio, 42% más que en 2011. Según el informe, estas cifras reflejan una contracción sobre los márgenes de beneficio a causa de los descuentos comerciales y los nuevos modelos de negocio digitales en un mercado como el británico, en el que Amazon domina el 79%, según cifras aportadas por Ofcom.

De acuerdo con las declaraciones del consultor Anthony Cork al diario The Guardian, existe un puñado de razones por las que los modelos de negocio editorial tradicional son tan frágiles frente al modelo electrónico: los descuentos, el crecimiento progresivo del eBook, la piratería digital, así como el desarrollo del mercado de libros de segunda mano. "El aumento de Amazon y otros vendedores de descuento con poder de compra masivo hace que la presión sobre los márgenes de los editores sea ahora enorme. Aunque los editores podrían ser capaces de sostener márgenes relativamente pequeños con un éxito de ventas, es mucho más difícil para los editores de nicho", explicó.

Quienes más sufren en este panorama son los editores de textos académicos y educativos, ya que su modelo está siendo socavado por la piratería digital o la venta de libros de segunda mano en sitios como Amazon Marketplace. "La llegada de Amazon ha transformado el comercio de libros de segunda mano de una molestia menor a un grave peligro. Si antes había que en las estanterías de una librería de segunda mano, ahora puede estar bastante seguro de que podrá conseguir lo que quiere con tan sólo pulsar un botón. A la editorial no le quedará ni un centavo".

Amazon: más ganancias con menos impuestos 

Jean-Baptiste Malet encendió la mecha en las páginas de su libro En los dominios de Amazon (Trama Editorial/Fayard). En ellas, el periodista francés explica de qué forma Amazon pierde dinero voluntariamente para destruir el tejido de las librerías físicas con el objetivo de “ser el único vendedor de libros”. En este mismo reportaje, Malet denuncia una metodología de trabajo basada en las formas de los regímenes totalitarios y en la que está permitida y bien vista la delación entre empleados –los malpagados y temporeros pickers y packers-, no hay apenas momentos de descanso y los comités de empresa no tienen ninguna significación.

A eso se suma un tema mucho más grave: la evasión fiscal que practica a Amazon gran escala, gracias a dos cosas: la política de dumping destinada a estrangular a sus competidores mencionada por Malet -en Francia, Amazon disfruta de una amnistía fiscal de  200 millones de euros- y el hecho de que, por tener su sede en Bruselas, Amazon paga menos impuestos sobre beneficios por sus operaciones europeas, un escándalo que se destapó en Inglaterra, donde una comisión parlamentaria informó en 2012 cómo, en los últimos tres años, la cifra de facturación de la empresa digital llegó a superar los 7.000 millones. Sin embargo, de esa cantidad, lo que abonó en concepto de impuesto de sociedades llegó sólo a los  2,3 millones de libras.

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