Quantcast

Cultura

La dama que todos quieren ver y por la que todos quieren ser vistos cumple 118 años de su hallazgo

La dama de Elche, en su nueva ubicación en el MAN.

Ubicada en la primera planta del MAN, en una amplia urna de cristal sobre un gran tapiz liso de tono cobrizo, la emblemática pieza íbera de piedra caliza, de los siglos V-IV a.C, preside la visita. Todos quieren verla y ser vistos. En torno a ella se sitúan las damas de Galera, Ibiza y Baza. La han admirado los hombres y mujeres más diversos, entre ellos el propio Heinrich Himmler, jefe de las SS alemanas. Este martes, los ilicitanos celebran el 118 aniversario de su descubrimiento.

No se supo de su existencia hasta el 4 de agosto de 1897. Fue hallada en los terrenos en la Loma de la Alcudia, junto a Elche. La consiguió Manuel Campello, que entonces tenía 14 años. Llevaban todo el día trabajando la tierra. Justo cuando los agricultores descansaban bajo una higuera, él se entretenía dando con un azadón en un ribazo, tratando de derribarlo. Uno de los golpes dio con algo duro. Era ella: la Dama de Elche.

La noticia del hallazgo se difundió pronto. En aquellos días, visitaba Elche el hispanista y arqueólogo francés Pierre Paris, quien envió una fotografía al Musée du Louvre, recomendando la compra inmediata de la obra. Los franceses fueron muy rápidos. Consiguieron el mecenazgo del banquero Noël Bardac y firmaron la compra el 18 de agosto.

Doce días después, la Dama, que había sido admirada como "reina mora" por los habitantes de Elche, partía para embarcarse en Alicante y, tras una escala en Barcelona, se dirigía hacia Marsella. La parada final era el Louvre. Ya bautizada en París como Dama de Elche, el busto se convirtió en el centro de una campaña periodística y científica. La Generación del 98 la convirtió en una personificación de los orígenes de España, con lo que su pérdida era sentida, cada vez más, como un verdadero despojo.

En 1928 se planteó la devolución de la pieza a España, aunque fuese a las salas de la Casa de Velázquez, institución cultural francesa instalada en Madrid. Pero el Gobierno francés se negó y volvió a dilatar las conversaciones tras un nuevo intento en 1935. Hubo que esperar a 1940 para que, con posterioridad a la derrota de Francia por Alemania, comenzaran los trámites definitivos de repatriación a través de un intercambio de obras que incluía, por supuesto, la escultura íbera.

Por intermediación del marqués de Lozoya, entonces director general de Bellas Artes, La Dama, protegida en el castillo de Montauban desde el comienzo de la guerra, llegó a Irún el 8 de febrero de 1941, e ingresó en el Prado dos días después. En 1971 fue trasladada al Museo Arqueológico Nacional, como obra en depósito. 

En su visita a Madrid, Heinrich Himmler, jefe de las SS alemanas, dedicó largo tiempo a contemplar la escultura. La visita de uno de los hombres más poderosos del Tercer Reich, aficionado según apunta la nota de ABC de ese año, ocurría en medio de la España gobernada por Franco, quien desde 1938 se encontraba al frente del país tras ganar la Guerra Civil. Lo curioso de este dato radica en el hecho de que, según la Hemeroteca del diario, la visita ocurre el 22 de octubre de 1940. Para esa fecha, la escultura no se hallaba todavía en España. 

Han sido muchas las idas y venidas de la pieza. En 1965 la Dama de Elche volvió a tierras ilicitanas con motivo del séptimo centenario del Misterio de Elche. Cuarenta años después, la Ministra de Cultura de Carmen Calvo decidió ceder temporalmente la Dama a su ciudad de origen. Desde este momento se inició un proceso que culminó el 18 de mayo de 2006, en que la Dama de Elche presidió la inauguración del Museo Arqueológico y de Historia de Elche. El gesto reabrió una vieja herida, ya que los habitantes reclamaban la vuelta definitiva de la escultura a su lugar de origen.

Muchos misterios que rodean a este icono del arte íbero es a quién representa. Hay teorías que defienden que es una diosa, otras se inclinan por que se trata de una sacerdotisa o una dama de la nobleza, que es la teoría que cuenta con más seguidores. Incluso se ha esgrimido la teoría de que no es una mujer sino un hombre, un guerrero a quien se quería rendir homenaje.

La mujer representada viste una túnica, mantilla sostenida por una peineta (que puede parecer una tiara), que cae atravesada sobre el pecho. La escultura, originalmente policromada, lleva unas joyas características de los íberos: unas ruedas que cubren las orejas y que cuelgan de unas cadenitas sujetas a una tira de cuero que le ciñe la frente, collares y coronas con pequeñas cadenas y filigranas.

Ya no se pueden votar ni publicar comentarios en este artículo.