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Cultura

Sobre los relatos de Paulina Flores: cuando no basta hablar de literatura joven

La escritora chilena Paulina Flores.

Los primeros libros se perpetran, dicen los escritores avezados. Sin embargo, la chilena Paulina Flores está en capacidad de llevar la contraria a cualquier veterano del oficio. Qué vergüenza, la colección de cuentos que la editorial Hueders publicó en Chile y que Seix Barral trae este otoño a España está muy lejos de un libro inexperto o cándido. Ni voluntarioso ni ñoño; ni bienintencionado ni adanista. Paulina Flores tiene apenas 25 años y sin embargo, escribe como si hubiese vivido el doble.

Paulina Flores tiene apenas 25 años y sin embargo, escribe como si hubiese vivido el doble.

En estos nueve relatos que forman parte de su debut editorial, Paulina Flores entrega una visión áspera y directa, lúcida y clara, de aquello que se derrama en la vida enjaulada de las ciudades: mujeres que habitan en edificios de viviendas; hombres que, al perder su trabajo, revelan los frágiles cimientos que sustentan la familia; las contradicciones de una sociedad que parece gozar del bienestar material; los jóvenes que trabajan en bibliotecas o en locales de comida rápida, y que recuerdan el día en que perpetraron un pequeño robo, las razones que los llevaron a separarse, a quebrarse con otros dentro de sí mismos. Porque todos los personajes de Paulina Flores son interpelados por el hecho de que deben decidir. Una palabra desde la cual arrojarse... a cualquier vacío.

Al pasar por el tamiz de Paulina Flores, “por su extraña mezcla de crudeza y ternura, de transparencia y densidad” –en palabras de sus editores-, los relatos consiguen sobrepasar la operación del artefacto literario. Confeccionan un discurso humano y estético del que nadie sale ileso: ni ellos, ni quienes se asoman a su infierno. Esa potencia amplificada de las pequeñas vidas que ella narra consigue en el lector la diana para hacer blanco, para atravesar y fijarse en el centro de los lugares incómodos. El cambio de voces y perspectivas –el juego con los tiempos verbales, el punto de vista de los personajes y la narración- revelan a una escritora con sustancia y con técnica, muy lejana de la criminalidad –la idea de crimen- que acompaña todo primer libro (por aquello de que se perpetran, se cometen).  Qué vergüenza fue reconocido con el Premio Internacional de Relato Roberto Bolaño. Sin embargo, su calidad sobrepasa el mérito que pueda acreditar un jurado. Hay en ellos algo más. Mucho más.

“No insistamos, Qué vergüenza no es literatura joven, sino literatura a secas, tan vieja y tan viva como la tradición que ha elegido continuar: Chéjov, McCullers, Munro…”, escribió sobre este libro el crítico literario Carlos Pardos. Y en efecto, la juventud y la feminidad son sólo los gajos de una jugosa fruta que Paulina Flores desgarra con elegancia, dureza y ojo cazador. En ese sentido, a un lector avispado saltará a la vista la apuesta del sello capitaneado por Elena Ramírez para extraer joyas en un catálogo donde el relato breve resuena con potencia y que dibuja aires de familia entre un título y otro. Qué vergüenza podría leerse, por ejemplo, en la clave de Lorrie Moore, potentísima escritora norteamericana, Gracias por la compañía, publicado por Seix Barral en verano de 2015.

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