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Cultura

La vida privada de los clásicos literarios

Un detalle de la portada de 'La sangre de los libros', de Santiago Posteguillo.

Le cogió el gustito Santiago Posteguillo a escribir sobre gente que no puede defenderse. Así, entre página y página de la que será la tercera entrega de la trilogía dedicada a Trajano, el escritor valenciano publica La sangre de los libros (Planeta), un volumen que recopila 30 relatos sobre los enigmas y anécdotas de algunos de los grandes nombres de la literatura, desde Roma hasta la época contemporánea.

Rencillas, asesinatos, suicidios, duelos, condenas, guerras, juicios… Detrás de todos los libros se esconde mucha más sangre de la que podríamos imaginar. Casi todos, a mitad de camino entre la crónica de sucesos y la reseña literaria, los relatos de Posteguillo echan mano de cierto oscurantismo histórico y literario para asegurarse, claro, unas buenas ventas. No en vano reconoce Posteguillo que se trata de "truculentas" estas historias, escritas, eso sí en nombre  del interés de los lectores.

Hay de todo en estas páginas: desde las tres condenas de muerte contra Séneca, pasando por la teoría de la supuesta resurrección de Shakespeare hasta el suicidio de Emilio Salgari, un prolífico autor que, injustamente remunerado por sus editores, recurrió al haraquiri ante la imposibilidad de mantener a su numerosa familia. O la muerte del maestro del suspense Edgar Allan Poe, envuelta en el misterio tras ser encontrado agonizando en un parque por un desconocido, mientras repetía el nombre de "Reynolds" sin que nunca se supiera quién era ni cuál fue la causa de su fallecimiento.

Desde  Lope de Vega, de quien recupera algún episodio como el del arresto durante la representación de una de sus obras porque se dedicó a componer versos que manchaban el honor del padre de su enamorada, hasta la extraña desaparición de Agatha Christie -¿fue un ataque de amnesia o la desaparición deliberada para asesinar a su marido?

Incluso las novelas han tenido su papel como arma arrojadiza. Fue lo que ocurrió con el primer "best-seller" español en Estados Unidos, Los cuatro jinetes del apocalipsis, de Vicente Blasco Ibáñez, que se convirtió en una de las novelas más vendidas en 1919, según el New York Times. Fue un encargo del presidente francés para animar a los Estados Unidos a que se aliara con Francia en la Primera Guerra Mundial.

Más de veinte años como profesor de literatura –y una abultada lista de ventas que le asegura el éxito comercial a cualquiera de sus inventos- han animado a Santiago Posteguillo a tejer este atlas literario que da vueltas alrededor del crimen o el episodio de sangre. Escrito con deliberado misterio, Posteguillo no revela hasta casi finalizado el relato de quién o quiénes habla.

Tras Los asesinos del emperador y Circo Máximo, Posteguillo trabaja en el tercer y último volumen de la historia de Trajano. Porque lo literario también puede ser un espectáculo. Él que ha vendido más de cientos de miles de ejemplares de Los asesinos del emperador, lo entiende a la perfección. Si en aquella primera entrega, Posteguillo noveló el ascenso al trono de Trajano, el primer emperador nacido fuera de la capital del imperio -en Itálica, justamente-, en el segundo volumen relató la primera parte del reinado del hispano, sus planes de reconstrucción de Roma y, sobre todo, su espectacular conquista de Dacia, actual Rumanía, un reino habitado por terribles guerreros y comandado por el rey Decébalo.

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