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Cultura

Cuentos de fútbol: la vida también es un partido

Un detalle de la portada del libro de relatos de Sacheri, 'La vida que pensamos'.

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Se hizo hincha del Independiente de Avellaneda porque su padre lo era. El fútbol le acompañó, dice, desde la más temprana niñez. Jugándolo se hizo un sitio en su barrio,  consiguió acumular los recuerdos de un padre que murió demasiado pronto, cuando él tenía 10 años. A patadas contra un balón se hizo mayor. Quizás por eso su relación con el balompié se sujete en la costura más importante:  la vida. “Cada vez que juego al futbol o veo a Independiente el pasado se tensa como una cuerda”, dice, con largas pausas entre las palabras, el argentino Eduardo Sacheri, que ha visitado España para presentar el libro de cuentos La vida que pensamos (Alfaguara).

Que el fútbol aparezca en estas historias no quiere decir que sea un libro sobre fútbol; lo será, acaso, de la vida que entra y sale de sus dominios: el chico que se hace de un equipo porque su padre lo era; la Argentina que goleó a Inglaterra como un desagravio; el hombre que intenta enamorar a una mujer con la canción de un mundial... Escrito en un argentino coloquial cerrado y magnífico, el volumen reúne  relatos ya clásicos de Sacheri como Esperándolo a Tito o Me van a tener que disculpar , además de cuatro cuentos inéditos.

Sobre este deporte, y sus relaciones con la vida y la literatura, habla Eduardo Sacheri en esta entrevista. Con varios libros de relato a sus espaldas, es autor también de las novelas El secreto de sus ojos (2005; Alfaguara, 2009), que fue llevada al cine por Juan José Campanella,  y Aráoz y la verdad (Alfaguara, 2008).

-Dice Rodrigo Fresán que no existe una gran novela sobre fútbol. Sin embargo, sí parece que los géneros más afines al balompié son la crónica y en la ficción el relato. ¿Este libro lo comprueba?

-Creo que hay un gran problema, que es definir cuándo un texto es de fútbol. ¿De qué es una novela? No solemos encasillarlas. En un cuento, en cambio, se ve con más facilidad. El fútbol aflora de forma más directa y evidente. La gran diferencia entre una crónica y una ficción futbolística es que la crónica solo habla de fútbol, pero la ficción necesita ir hacia otro sitio, de lo contrario sería crónica. Un cuento empieza a tener mérito cuando usa el fútbol como puerta de acceso a cosas más importantes.

"Cuando un equipo pierde y la derrota duele, lo más probable es que coloquemos en esa derrota cosas mucho más importantes"

-Pero fútbol no es sólo lo que ocurre el campo, es la vida que entra y sale: la grada la derrota, la épica.

-Seguro, pero… a lo que voy. Cuando un equipo pierde y la derrota duele de un modo desmesurado, lo más probable es que uno esté colocando en esa derrota otras muchas más importantes. Tiene una conexión infantil y primitiva. Y es ahí donde se abre. Un buen cuento de fútbol tiene que ir a otros sitios. Debe conmover aunque sea un cuento de fútbol. Tendría que gustarle al lector aunque este  odie el futbol. Que perfore el prejuicio para sumergirse en otro sitio.

-El fútbol, como en la familia, los agravios no se perdonan. Eso se ve en el relato Me van a tener que disculpar…

-Pasa en el fútbol, porque pasa en la vida. Los seres humanos somos así. Nos revestimos, pro necesidades, de ciertas cortesías y buscamos modos de convivir con lo que no toleramos de los otros o de nosotros. Pero hay regiones donde eso aflora. Lealtades incondicionales o discriminaciones racistas ¿Eso está en el fútbol? No, pero aflora. Son seres humanos que, como están jugando, no se cuidan de ocultar lo que sienten.

"Un buen cuento de fútbol tiene que ir a otros sitios. Debe conmover aunque sea un cuento de fútbol".

-Simon Kuper afirma que tras la segunda guerra, y al menos para Europa, sustituyó el campo de juego por el de batalla. Lo político supura en el fútbol.

-Sí, sin duda. También ocurrió cuando Argentina eliminó a Inglaterra con dos goles de Maradona. Ocurrió con serbios y croatas… que se destrozaron a patadas, porque les dejaba sacar el odio que se profesaron durante 70 años.

-¿Por qué ocurre con el fútbol más que en ningún otro?

-El fútbol reúne algunas condiciones: lo colectivo, el roce, incluso la injusticia… No es un deporte justo. No gana el mejor. A veces ocurre. Un partido cero-cero probablemente no fue un partido parejo en ningún sentido. Además, hay que pensar que el fútbol lo jugamos con la parte más inhábil. No usamos nuestra mano de pulgar oponible. Lo más humano de nuestro cuerpo es lo único que no podemos usar y eso nos iguala en nuestra torpeza. Eso se parece mucho a la vida.

"El mundial ha hecho que la sociedad brasileña se interrogue"

-Sobre la situación en Brasil…

-Ha sido una gran sorpresa la reacción de la sociedad brasileña frente al mundial. Ha contradicho mi prejuicio. Brasil de hoy tiene una clase media más sólida que la de hace 30 años, que tiene otras aspiraciones y otras prioridades. No le alcanza solo con e carnaval y el futbol y probablemente organizar un mundial dificulte que se consoliden otras cosas. Es una muy interesante llamada de atención. Ha hecho que la sociedad brasileña se interrogue sobre en qué se usa el dinero, qué tan limpio es el gobierno administrándolo. Me gusta el fútbol pero no la futbolización de la cultura y las prácticas sociales. El futbol es un juego, un hermoso juego, pero no lo es todo. No es más importante que tener salud y educación para todos.

-Ha habido una matriz de opinión sobre el hecho de que sea recientes que escritores hablen y publiquen textos de futbol. Pero, a ver, ya en el 30 Quiroga escribió…

-Hoy el fútbol tiene mejor prensa intelectual que hace 40 años. A favor de la marea del enorme negocio. Si hay mesas redondas de siete horas en televisión para discutir si hay que jugar con dos delanteros, resulta exacerbado.  NO me interesa ese futbol. Hay una corriente dentro de este intelectualidad puesta a habar de futbol que también puede colocarse en un sitio contracultural del fútbol.

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