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Cultura

Cuenta atrás para Sant Jordi: ¿a qué se enfrenta el sector este año?

Una imagen de la celebración de Sant Jordi, en Barcelona.

Está marcada en el calendario con un grueso círculo rojo. Es la fecha que esperan editores, autores, libreros y lectores. El 23 de abril, señalado como el Día del Libro –el aniversario oficial de la muerte de Cervantes- coincide con Sant Jordi, efeméride autonómica pero también cita editorial por excelencia. La gente se echa a la calle para regalar un libro y una rosa. Mejor dicho, se echa a la calle para comprar un  libro y una rosa.  E incluso, convendría decir: se echa a la calle para leer un libro y detenerse en la belleza efímera de una rosa. Los tres verbos son importantes. Y puede que con eso debería ser suficiente para entender su importancia, no basta. Hay mucho más detrás de Sant Jordi, este 2018 todavía más, con el artículo 155 de por medio y el efecto del procés irrigando el espacio público.

Hay mucho más detrás de Sant Jordi, este 2018 todavía más, con el artículo 155 de por medio y el efecto del procés irrigando el espacio público. Planeta, además, sigue con su sede fuera de Cataluña 

Años tras año, el sector dibuja una hoja de ruta de cómo avanzará el mundo del libro en el resto de las citas a partir de cómo vaya Sant Jordi, que este año cae en lunes, día laborable, lo que indica que existen tres días más de ventas -los que e consumen desde el viernes hasta la víspera-. Hay mayor oportunidad de vender. Sin embargo...  ¿Cómo llega este año el sector libro a Sant Jordi? La respuesta tiene sus bemoles económicos y políticos. De llegar, pues lo hace reforzado. Tras una caída del 30% en sus cifras de ventas desde la crisis, la industria editorial española registró un crecimiento sostenido, aunque pequeño, de 2,7%. Eso sí, lo hizo en condiciones específicas: la alta concentración de los grupos editoriales que se reparten el mercado: por un lado Planeta y del otro Penguin Random House; el predominio del libro de texto por encima de otros títulos y un aumento de facturación total que deja siempre al margen a los sellos independientes. 

El día de Sant Jordi de 2017 se facturaron 21,8 millones (un 4% más). EL libro más vendido fue Patria, de Fernando Aramburu, y el espacio público -digamos- estaba menos denso en Barcelona y el resto de Cataluña de lo que e encuentra a día de hoy. Un año después. ¿cómo llegamos? Con un paisaje similar -se espera crecimiento y Patria, de Aramburu, sigue siendo el libro que preside las listas de ventas-,sin embargo un elemento político condiciona una cita demasiado importante como para no pasar por la guillotina de la actualidad. No tendrían por qué, pero la literatura y el procés también se condicionan entre sí. Este año, el grupo Planeta,  la empresa editorial más importante de Cataluña llega a Sant Jordi con su sede en Madrid, una decisión que se tomó en octubre ante la celebración del referéndum ilegal del primero de octubre. Ya se sabe, Planeta es al libro, lo que la Caixa a la banca. Y eso, como dato, importa.

¿Cómo llegamos a Sant Jordi? Casi igual: se espera crecimiento y Patria, de Aramburu, sigue siendo el libro más vendido. Pero... ¿y el procés? ¿cómo condiciona lo que pueda ocurrir? ¿Influye?

La edición literaria es una de  las industrias culturales  más significativas e importantes de Cataluña, concretamente de Barcelona. Forma parte de su esencia y su identidad. No se entiende la edición literaria sin el influjo barcelonés, no sólo por el peso de figuras históricas como Carmen Ballcells, Jorge Herralde  o el propio Carlos Barral, sino por su presente. Los principales agentes literarios despachan desde ahí: desde la Agencia Ballcels o Pontas Agency hasta Ella Sher, la agencia de los autores más jóvenes. El el 49,5% de los datos de facturación del mercado editorial español los aportó Cataluña, según el Informe sobre el sector editorial español, de la Federación del Gremio de Editores de España.

La distribución de la oferta editorial concentra en Barcelona el 24,5 % de todo lo que se produce. Cataluña en su conjunto aporta un 35%, un poco por encima de Madrid (33%).Uno de los rubros más sensibles es el libro de texto.  Cataluña produce una cuarta parte del libro de texto que se lee y se consume en toda España (Madrid la supera con 41%), mientras que aporta un 20% de la producción literaria. No hay que olvidar tampoco que Cataluña concentra buena parte del empleo cultural, justamente por el peso y la importancia no sólo de la edición y publicación de libro, sino por toda la cadena de distribución asociada.

El libro en catalán representa un 45% del mercado editorial de esa comunidad, la mitad corresponde al libro de texto, es decir: lectura obligatoria

A eso se suma un elemento adicional: el libro en catalán. Si se comparan los datos de la venta del libro en catalán ofrecidos por los editores en los últimos años, los libros escritos en esa lengua experimentaron desde 2012 -año de recrudecimiento del procés- una caída del 20%. La tendencia comenzó a cambiar a partir de 2016, cuando apuntó un crecimiento del 3,6%. Sólo habría que apuntar un detalle: el libro en catalán representa un 45% del mercado editorial de esa comunidad, de ese total la mitad corresponde al libro de texto, es decir, a la lectura obligatoria.

Cataluña produce una cuarta parte del libro de texto que se lee y se consume en toda España (Madrid la supera con 41%), mientras que aporta un 20% de la producción literaria, una cantidad que encuentra un tejido sólido en determinados actores, desde los oficiales, hasta los independientes, como los sellos  Males Herbes, Rayo Verde, Periscopi o LaBreu Edicions, además de librerías como Nollegiu, Cal Librero, Calders o La Impossible. En la capital catalana se concentran desde los sellos históricos de los años sesenta –época dorada de la llamada gauche divine y los novísimos- como Anagrama o Tusquets –ambos han sido absorbidos por grupos más grandes- , hasta editoriales independientes que publican en castellano como Acantilado, Blackie Books, Libros del Asteroide, Alpha Decay, Candaya o Malpaso.

Cataluña produce una cuarta parte del libro de texto que se lee y se consume en toda España (Madrid la supera con 41%), mientras que aporta un 20% de la producción literaria

Sin embargo, es importante mencionar que desde hace ya más de diez años son más los sellos con influencia y visibilidad editorial que funcionan desde Madrid, disputándole a Barcelona el trono indiscutible que ostentaba antaño: DemiPage, Periférica, Nórdica, Salto de Página o Capitán Swing, junto a otras más reciente creación como Libros del K.O, Círculo de Tiza o Pepitas de Calabaza. Conviene tener ese dato en mente al momento de pensar en la forma en la que el mercado editorial podría metabolizar lo ocurrido desde hace unos meses en el escarnio político. 

En la rueda de prensa del año pasado del premio Planeta, sus portavoces dijeron haber detectado una caída que podría alcanzar el 25% de ventas en sus librerías de la Casa del Libro en Barcelona y un 50% la afluencia de público en la primera quincena de octubre, los días de mayor agitación política a causa del referéndum y la declaración de Independencia. Entonces, el asunto se atribuyó a  "la situación política" en Cataluña, tal y como comentó el presidente del Grupo Planeta, José Creuheras, en aquel encuentro. Descartó sin embargo que se tratara de un boicot. Lo atribuyó a una regresión del consumo. ¿Se traducirá esa tendencia de hace algo más de seis meses en este Sant Jordi?

Faltan ocho días para Sant Jordi, una fecha que podría hacer las veces de espejo nacional... y regional, y a la que es preciso llegar con las cifras repasadas

Para ordenar las preguntas sobre este Sant Jordi es preciso repasar algunos datos: el el 49,5% de los datos de facturación del mercado editorial español los aportó Cataluña, según el Informe sobre el sector editorial español, de la Federación del Gremio de Editores de España. La distribución de la oferta editorial concentra en Barcelona el 24,5 % de todo lo que se produce. Cataluña en su conjunto aporta un 35%, un poco por encima de Madrid (33%). Faltan ocho días para Sant Jordi, una fecha que podría hacer las veces de espejo nacional... y regional, y a la que es preciso llegar con las cifras repasadas. Hay ciertos elementos que han tenido un poder desmoralizan: no sólo la marcha de Planeta, tapien por ejemplo la decisión de la editora y traductora Beatriz de Moura de donar el archivo de la editorial Tusquets a la Biblioteca Nacional y no a la Biblioteca de Catalunya, institución que demostró lentitud y desinterés en mantener ese invalorable legado en la ciudad, que pasa ahora a Madrid.

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